Facebook

     SiteLock

Última hora
Los paragestores de paz - Miércoles, 20 Noviembre 2024 04:06
Intervención Foro Cd sobre energía - Miércoles, 20 Noviembre 2024 04:04
Petro va por CC y Registraduría - Miércoles, 20 Noviembre 2024 04:02
La idea de “justicia” de Petro - Miércoles, 20 Noviembre 2024 04:01
Gobierno necesita aprender mucho - Miércoles, 20 Noviembre 2024 03:34

Mario Fernando Prado

Las recientes incursiones de la guerrilla en el centro-norte del departamento del Valle del Cauca son cada vez más frecuentes y desalentadoras. Lo mismo sucede en el sur, pero con actores distintos en los límites con el norte del Cauca, donde algunos movimientos indígenas de extrema siguen invadiendo fincas y quemando hectáreas de caña, ante la impotencia de un Estado al que el problema se le salió de las manos.

Así las cosas, los vallecaucanos estamos siendo rodeados lentamente por un saldo de violencia que nos recuerda nefastos viejos tiempos que creímos superados. Paralelo a ello, han reaparecido los secuestros, los robos, las incineraciones de vehículos, las extorsiones y, según dicen, hasta los retenes ilegales.

Se está gestando un pánico colectivo, un “no sabemos qué hacer” entre los pequeños finqueros, que ya no se sienten seguros y advierten cómo crece la cantidad de “gente rara” que está merodeando los pequeños corregimientos y las veredas. ¿Quiénes son y a qué vienen? Es la pregunta que no tiene respuesta.

Si bien el ejército está tratando de hacer presencia y ha encendido las alarmas, desplazando personal de inteligencia y contingentes especializados, el factor sorpresa de nuevo es la clave para el éxito de las operaciones delincuenciales y no se da abasto.

Es urgente, por tanto, que el Gobierno central haga los mayores esfuerzos para contener esta arremetida contra el orden público e imponga la ley, y que a esta cruzada se sumen las otras fuerzas del Estado. La población civil debe denunciar, pues a veces peca por un silencio que a la postre resulta cómplice.

Si a lo anterior le sumamos el negocio del narcotráfico y la minería ilegal, que tienen invadida a Buenaventura y sus alrededores, he ahí la tormenta perfecta en la que terminan pagando justos por pecadores, pues se viene al suelo la productividad y la economía se colapsa indefectiblemente.

Que sea este un llamado vehemente y para nada alarmista de lo que se nos vino encima. No parará con pañitos de agua tibia ni con los ya desprestigiados Consejos de Seguridad, que terminan en mucho bla, bla, bla, mucha prensa, y el enano sigue creciendo.

https://www.elespectador.com/, Bogotá, 28 de enero de 2022.

Publicado en Columnistas Nacionales

Compartir

Opinión

Nuestras Redes