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Mario Fernando Prado

De 400 hectáreas invadidas hace más de 15 años, hemos pasado a cerca de 4.000, han sido afectadas más de 10.000 (que es cuando entran reiteradamente a una propiedad) y, lo más grave, se han perdido más de 3.000 puestos de trabajo.

Dramáticamente, esas cifras aumentan cada semana sin que nadie haga algo para detener estos hechos que vienen acompañados de violencia, muertes e incertidumbre. El desasosiego les impide a quienes siguen laborando en esos lugares poder trabajar sin la expectativa de ser secuestrados y desplazados con sus familiares y allegados, cuando no vilmente asesinados.

El norte del Cauca y otros lugares de ese departamento son un verdadero infierno. Allí no hay autoridad. No hay leyes. La policía es chiflada. El ejército es burlado. Las autoridades son unos muñecos de trapo. Lenta y antes imperceptiblemente, los invasores siguen adelantando sus fechorías y de nada sirven las denuncias, los fiscales y los jueces. Las llamadas judicializaciones no existen.

¿Y quiénes son los invasores? Una muestra variopinta de delincuentes (así se llaman aquellos que atentan contra la propiedad privada) entre los que están indígenas, lavaperros, afrodescendientes, guerrilleros y exguerrilleros (¿?), blancos, zambos, mestizos, venezolanos y mexicanos. Olvidaba decirles: paralelo a las invasiones está el creciente y floreciente negocio de siembra y procesamiento de coca y marihuana, que se puede divisar observando en las noches despejadas las lucecitas de los cultivos hidropónicos, donde tampoco se hacen presentes las autoridades incompetentes.

Lo francamente vergonzoso es que la solución del problema no la asume nadie y, por el contrario, se tapa la realidad. La Gobernación, máxima autoridad del departamento, y los mandos militares, en un acto de cobardía e impotencia, están automanicruzados. Desde arriba tampoco hay quien afronte la situación, se practica el Songo-le-dio-a-Borondongo y en eso se la pasan.

¿Qué dirán los senadores y representantes del Cauca? ¿Qué dirán los aspirantes a ser elegidos?

P. D. Al momento de terminar esta columna me enteré de los destrozos que han perpetrado los activistas del paro armado. Qué tristeza ese final del otrora Cauca Grande.

https://www.elespectador.com/, Bogotá, 25 de febrero de 2022.

Publicado en Columnistas Nacionales

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