Si hasta hace unos meses la noticia que sacudía la economía mundial era el avance de la pandemia del covid-19, ya ese tema pasó a un segundo plano porque lo que está derrumbando los mercados es la invasión a Ucrania y las fuertes sanciones de Estados Unidos y Europa a Rusia.
Más de quince días después de la violenta invasión de Putin al pueblo ucraniano, que está dejando miles de víctimas y más de dos millones de desplazados, las repercusiones económicas son dramáticas y se están sintiendo en todo el mundo: el precio del petróleo no ha parado de subir y rozó los 130 dólares el barril, los mercados cambiario y bursátil enfrentan grandes volatilidades y la inflación sigue imparable.
Este es un verdadero baldado de agua fría para los países que estaban en un claro proceso de reactivación, tras la dramática caída en sus sectores productivos y el gran retroceso social a consecuencia de dos años de pandemia.
La guerra por territorios, a la antigua, ha dado pie a varias nuevas guerras y una de ella es la económica. Europa y Estados Unidos se han unido para golpear al país invasor donde más le puede doler: su economía. El cerco se estrecha cada vez más, al punto de que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, prohibió la importación de petróleo, gas y carbón rusos. Dijo que Estados Unidos está apuntando a la arteria principal de la economía de Rusia y que “asestará otro poderoso golpe a la maquinaria de guerra de Putin”, al tiempo que reconoció que “defender la libertad tiene un costo”, incluso para su país.
El Reino Unido se sumó a este veto, pero no se espera que lo hagan más naciones europeas, que tienen una alta dependencia de los combustibles de este país. Mientras Estados Unidos importa el 8 % del petróleo, alrededor de 700.000 barriles diarios de Rusia, los europeos importan 4,5 millones de barriles diarios.
La decisión de Biden llevó a un hecho inédito en la estrategia diplomática de esta nación al hacer acercamientos con el gobierno del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, para hablar de temas energéticos.
El veto a las importaciones de combustibles rusos incluye una larga lista de sanciones, entre ellas la eliminación de siete bancos rusos del sistema Swift, que facilita la transferencia de dinero, con el fin de aislar a Rusia del sistema financiero internacional. Así mismo se congelaron los activos del Banco Central de Rusia para limitar su capacidad de acceder a sus reservas internacionales por 630.000 millones de dólares. La Unión Europea, Canadá y Estados Unidos prohibieron que los aviones rusos aterricen, despeguen o sobrevuelen en su espacio aéreo, lo que está causando traumatismos para la movilización de los ciudadanos rusos.
Además, multinacionales como McDonald’s, Coca-Cola, Pepsi, Starbucks, Mastercard, Visa, las petroleras Exxon, BP y Shell, entre otras, anunciaron el cese de sus operaciones en esta nación. Y la desbandada puede seguir.
El impacto de estas y muchas otras más medidas está asfixiando a esta nación. Al igual que pasó en Argentina hace varias décadas, Rusia impuso esta semana una especie de “corralito” bancario para evitar que sus ciudadanos retiren más de 10.000 dólares en moneda extranjera. Fitch Rating anunció la rebaja de la calificación de la deuda rusa y auguró un inminente default, es decir, el impago de sus obligaciones. La moneda rusa está en una devaluación que no encuentra fondo, perdiendo cerca de la mitad de su valor y las tasas de interés se duplicaron, al pasar de 9,5 % al 20 %.
El coletazo de este tsunami lo está sintiendo todo el mundo. Si bien Colombia se beneficia con el mayor ingreso de divisas por las exportaciones de petróleo, sentirá en los próximos meses el impacto en la inflación a consecuencia de la disparada de los precios de los fertilizantes e insumos para el campo que vienen en su gran mayoría de Rusia y Ucrania.
Aún no se sabe el desenlace de este conflicto ni cuánto más se afectará la economía mundial, pero Putin advirtió que vendrán “consecuencias catastróficas” si hay un embargo de Occidente del petróleo ruso. Su contragolpe es la restricción de exportaciones de materias primas. Además de ser uno de los grandes productores de petróleo y gas, este país es, junto con Ucrania, uno de los principales exportadores de cereales del planeta.
Como las consecuencias económicas se sentirán a corto, mediano y largo plazo, no queda más que apretarse el cinturón para hacerle frente a la fuerte turbulencia económica.
https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 11 de marzo de 2022.