En un comienzo, llamaban “leyes” a formulaciones agudas basadas en principios empíricos con la intención de evidenciar o “desnudar”, en pocas palabras, la razón de algo. Con el tiempo fueron cambiando esas formas de expresar situaciones de todo tipo, y en lugar de basarse siempre en la palabra “ley”, empezó el uso de otros términos: “teoría de…”, “corolario de…”, “hipótesis de…”, etc., que se convertían en nombres traídos de los cabellos, irónicos, sarcásticos, ajustados, en muchos casos, a lo que cada “ley” apunta, si bien en otros, la denominación no se relaciona con lo que afirma. ¿Por qué? Porque sí (“por coña”, dirían en España).
Al aprovechar tal circunstancia, y tras observar la realidad nacional en los campos político y de corrupción, presento 14 leyes colombianas de Murphy:
En la política
• Ley de JuanMa: “La traición no es jugar en contra del otro, sino a favor de uno”.
• Ley rítmica de Roy: “Cuando alguien suda la camiseta de un partido político, la compensación lleva a estrenar otra, pero de un partido distinto”.
• Ley bipolar de Petro: “El mejor candidato es aquel que, si gana, no deja el gobierno, y si pierde, no deja gobernar”.
• Ley de dislocación subyacente: “Cuando se promete mucho en las elecciones y se hace poco en el cargo, se deja eso en manos de los amigos en medios y redes”.
• Ley del burócrata sorprendido: “A mayor imbecilidad, mayor felicidad”.
• Sonata de Juanes en Do de pecho: “¡El comunismo es una mierda!”.
• Ley de Tapia: “Quien aspira a hacer política comienza por presumir de honesto”.
En la corrupción
• Ley de cinismo intervenido: “La corrupción no es un delito sino una manera patriótica de distribuir la riqueza que otros se llevarían”.
• Hipótesis rasurada: “En Colombia hay corruptos que se salvan por un pelo”.
• Ley de arrastre creciente: “Quien se hace amigo de un político desconocido, termina siendo conocido”.
• Axioma de Samper: “Permitir que sus espaldas crezcan hoy es permitir que mañana sean su mejor defensa”.
• Ley de empendejamiento decreciente: “El buen corrupto se hace el bobo para robar y el vivo para negar”.
• Condicionamiento burocrático I: “Si me das cama, te doy fama”.
• Condicionamiento burocrático II: “Si me das fama, te doy cama”.
Todo se explicaría con la reflexión de la filósofa alemana, de origen judío, Hannah Arendt (1906-1975): “Los outsiders y los simples espectadores suelen obtener una idea más aguda y profunda de lo que ocurre ante ellos, o a su alrededor, que los actores y participantes en los acontecimientos por hallarse atentos a estos”.
INFLEXIÓN. Parodiando a Galileo, podría decir que el reto para un buen lector es entender lo que es entendible y hacer entendible a otros lo que no lo es…
https://www.kienyke.com/, Bogotá, 28 de enero de 2022.