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Ignacio Arizmendi P.

En la vida cotidiana suelen hacerse comentarios, entre sabios y picarescos, como estos: “La otra fila siempre avanza más rápido que la de uno”, “Lo que se te perdió está donde no has buscado”, “Si varias cosas pueden resultar mal, a la que perjudica más es a la que peor le irá”, “Las tostadas siempre caen por el lado de la mermelada”, “Cuando te decides a usar un ingrediente, ya está caducado”, y centenares más: son las llamadas “leyes de Murphy”, en honor al ingeniero aeroespacial estadounidense Edward Aloysius Murphy, quien, en 1949, formulara la primera ley: “Si algo puede salir mal, saldrá mal”.

En un comienzo, llamaban “leyes” a formulaciones agudas basadas en principios empíricos con la intención de evidenciar o “desnudar”, en pocas palabras, la razón de algo. Con el tiempo fueron cambiando esas formas de expresar situaciones de todo tipo, y en lugar de basarse siempre en la palabra “ley”, empezó el uso de otros términos: “teoría de…”, “corolario de…”, “hipótesis de…”, etc., que se convertían en nombres traídos de los cabellos, irónicos, sarcásticos, ajustados, en muchos casos, a lo que cada “ley” apunta, si bien en otros, la denominación no se relaciona con lo que afirma. ¿Por qué? Porque sí (“por coña”, dirían en España).

Al aprovechar tal circunstancia, y tras observar la realidad nacional en los campos político y de corrupción, presento 14 leyes colombianas de Murphy:

En la política

• Ley de JuanMa: “La traición no es jugar en contra del otro, sino a favor de uno”.

• Ley rítmica de Roy: “Cuando alguien suda la camiseta de un partido político, la compensación lleva a estrenar otra, pero de un partido distinto”.

• Ley bipolar de Petro: “El mejor candidato es aquel que, si gana, no deja el gobierno, y si pierde, no deja gobernar”.

• Ley de dislocación subyacente: “Cuando se promete mucho en las elecciones y se hace poco en el cargo, se deja eso en manos de los amigos en medios y redes”.

• Ley del burócrata sorprendido: “A mayor imbecilidad, mayor felicidad”.

• Sonata de Juanes en Do de pecho: “¡El comunismo es una mierda!”.

• Ley de Tapia: “Quien aspira a hacer política comienza por presumir de honesto”.

En la corrupción

• Ley de cinismo intervenido: “La corrupción no es un delito sino una manera patriótica de distribuir la riqueza que otros se llevarían”.

• Hipótesis rasurada: “En Colombia hay corruptos que se salvan por un pelo”.

• Ley de arrastre creciente: “Quien se hace amigo de un político desconocido, termina siendo conocido”.

• Axioma de Samper: “Permitir que sus espaldas crezcan hoy es permitir que mañana sean su mejor defensa”.

• Ley de empendejamiento decreciente: “El buen corrupto se hace el bobo para robar y el vivo para negar”.

• Condicionamiento burocrático I: “Si me das cama, te doy fama”.

• Condicionamiento burocrático II: “Si me das fama, te doy cama”.

Todo se explicaría con la reflexión de la filósofa alemana, de origen judío, Hannah Arendt (1906-1975): “Los outsiders y los simples espectadores suelen obtener una idea más aguda y profunda de lo que ocurre ante ellos, o a su alrededor, que los actores y participantes en los acontecimientos por hallarse atentos a estos”.

INFLEXIÓN. Parodiando a Galileo, podría decir que el reto para un buen lector es entender lo que es entendible y hacer entendible a otros lo que no lo es…

https://www.kienyke.com/, Bogotá, 28 de enero de 2022.

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