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El Colombiano (Editorial)

Un capítulo del que poco se ha hablado en el balance de los cinco años de la firma de la Paz: los exguerrilleros deben dejar la ambigüedad, admitir su papel como victimarios, y comprometerse seriamente con la verdad, la justicia y la reparación.

Cada cierto tiempo, todas aquellas voces que tenemos alguna incidencia en el escenario público deberíamos hacer un llamado a que no nos olvidemos de las víctimas. Fácilmente una sociedad va olvidando a las víctimas. Incluso algunos empiezan a verlas como una molestia o un obstáculo. Y eso no puede ser así: las víctimas son el centro de la verdadera paz.

No sobra recordarles a los comandantes guerrilleros, y por supuesto a los excombatientes, que la tarea más importante que tienen pendiente es el justo reconocimiento de las víctimas y su debida reparación. Ahora cuando se acaban de cumplir cinco años de la Firma de la Paz, mucho se le reclamó al Estado sobre la aplicación de los Acuerdos, pero tal vez no se hizo tanto énfasis en la deuda de las otrora Farc con las víctimas.

No vamos a negar que ha habido avances parciales. No vamos a negar, por ejemplo, que en febrero de este año los principales ex comandantes de las Farc (aquellos que no han vuelto a la vida criminal como Iván Márquez) aceptaron ante la JEP una serie de cargos por crímenes de guerra y de lesa humanidad. También es cierto que ha habido entrega de algunos bienes y dineros con los cuales el gobierno ha podido realizar acciones de reparación a víctimas. Algo se ha visto en términos de reconocimiento del daño y de la culpa, y algo también en reparación económica y material.

Pero en ambos casos las acciones han sido muy insuficientes.

Todavía, por ejemplo, las víctimas de violencia sexual por parte de las Farc denuncian no haber recibido ni verdad, ni justicia ni reparación, pese a que durante décadas fueron documentadas las prácticas de abuso sexual cometidas por esa organización, en muchas ocasiones contra sus propias militantes.

Otras asociaciones de víctimas, como por ejemplo organizaciones regionales o agrupaciones de madres, han exigido a las Farc mayor celeridad y cumplimiento con los compromisos de verdad, justicia y reparación. Y de parte del gobierno, el consejero Emilio Archila insiste en que las Farc han incumplido con la entrega de bienes a la cual se comprometieron, y que dicho incumplimiento ya va a sumar un año. No sobra recordar que ese proceso viene viciado desde el principio: cuando las Farc entregaron su lista de bienes para la reparación lo hicieron de manera burlesca, incluyendo cosas como exprimidores de naranjas, escobas y traperos.

Cuando se examina una por una estas instancias de incumplimiento, un factor común parecería emerger: una cierta ambigüedad aún existente en la exguerrilla en cuanto a su papel como victimarios. Es decir, parecería que todavía algunos de sus miembros no consideran que las Farc hayan cometido crímenes, y siempre tienen a la mano justificaciones para lo que hicieron. Esto se ve en la manera como recurren a la ambigüedad del lenguaje para evitar llamar a sus acciones como debería llamárseles. Así, por ejemplo, en abril de este año admitieron ante la JEP haber incurrido en “capturas y privación de la libertad de forma prolongada de civiles y miembros de la fuerza pública”, todo para evadir la palabra verdadera que es secuestro.

Del mismo modo, constantemente se escudan en su presunta naturaleza como organización política para evadir su responsabilidad, cuando no es que simplemente afirman que en la guerra pasan cosas indeseables, como si estas no tuvieran un responsable.

Increíblemente, el argumento de que eran una organización política también lo han usado para tratar de evadir la reparación económica, alegando por ejemplo que sus bienes no deberían ser recibidos por la SAE (que maneja los bienes en extinción de dominio), pues esta es una entidad especializada en crimen organizado y ellos eran un grupo político. O que deberían recibírseles obras que supuestamente hicieron en cumplimiento de funciones propias de un Estado, como algunas vías. Eso es una burla a las víctimas, cuyo dolor no se va a satisfacer por saber que en alguna vereda las Farc hicieron una trocha, ni eso les va a reparar el daño causado a sus vidas.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 04 de diciembre de 2021.

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