na ciudad es como una casa en la cual con los ingresos de la familia alguien tiene que llevar las riendas para que todo marche como es debido: se tiene que limpiar, cuidar el jardín, pagar los servicios públicos y, sobre todo, a los niños de esa familia se les tiene que garantizar buena alimentación, salud y educación. Si el administrador de esa casa no hace bien la tarea, se empiezan a ver grietas en las paredes, la basura comienza a acumularse, en algunos sectores empieza a fallar la luz y de un momento a otro todo el deterioro abunda. Eso parece estar ocurriendo en Medellín o por lo menos eso es lo que se concluye de las denuncias de los ciudadanos y de las investigaciones de medios, como EL COLOMBIANO, que han dejado al descubierto significativas irregularidades en la manera como se está administrando —en lo más básico— la ciudad.
Esta semana, por ejemplo, este diario mostró cómo las zonas verdes y jardines públicos de Junín, La Playa, la Oriental, la avenida Guayabal, la 33 y Ciudad del Río están en uno de sus peores momentos. Donde antes brillaban bonitas jardineras hoy solo hay tierra seca, las plantas están marchitas y las pequeñas verjas de protección, destruidas. La investigación se tituló: “Los contratos que acabaron con las zonas verdes”. El problema se originó cuando el alcalde Daniel Quintero decidió cambiar de operador, le quitó esa tarea al Jardín Botánico, con la excusa de contratar a empresas del Municipio como Metroparques y las Empresas Varias para darles una mano en sus finanzas. Pero la verdad fue que la operación quedó en manos de una empresa de un político de Andes, conocido como El Montañero, y de una empresa que financió la campaña del alcalde y que ahora está cobrando un 22 % más por el mantenimiento de zonas verdes de lo que se cobraba en 2019.
Por el lado de los bomberos las cosas no están mejores. Hace poco más de un mes revelamos que 14 carros y máquinas del cuerpo de bomberos estaban varados. Incluso la única máquina plataforma capaz de atender emergencias en estructuras a 31 metros de altura también estaba averiada. Algunos bomberos contaban que la situación era tan crítica que por la falta de recursos no sería posible atender una emergencia de grandes dimensiones. Los bomberos dependen del Dagrd y esta entidad ha tenido tres directores en menos de dos años. La más reciente es una médica de Río de Oro, Cesar, que cuando aterrizó en Medellín, hace menos de un año, no cumplía con los requisitos ni para ser subdirectora. Pero su cercanía con el concejal Álex Flórez —que acaba de renunciar— le abrió las puertas de este cargo tan crítico para la ciudad.
Las basuras también agobian. El 22 de agosto este diario recogió el malestar de los habitantes por las pilas de escombros, muebles viejos y bolsas de basura reventadas que han venido convirtiéndose en parte del paisaje en los andenes, quebradas y parques en al menos 115 zonas de Medellín. Por no hablar del impresionante accidente que causó un camión recolector de Empresas Varias hace dos semanas, al parecer por la falla del sistema de frenos.
Lo otro que está fallando es la luz. La falta de adecuada iluminación en calles, puentes y pasos peatonales se ha convertido en un dolor de cabeza en al menos 70 sectores. Las quejas van desde los parques de Belén, en el suroccidente, hasta la autopista Norte, a la altura de la Feria de Ganado. Y en materia de canchas sintéticas, en un video quedó en evidencia su deplorable estado. En una de ellas, en el Parque Juanes de la Paz, en teoría invirtieron casi mil millones de pesos en este año, pero aún no se ven por ninguna parte.
Pilar Rodríguez, quien fue la directora de la Unidad de Niñez de la Alcaldía hasta octubre pasado, cuenta que estaban discutiendo en la Secretaría de Inclusión Social el plan para el 2022. Un subsecretario preguntó cuánto costaba la alimentación diaria de una persona mayor y cuando le explicaron que valía doce mil pesos, dijo que él lo acomodaba en seis mil pesos, y luego sugirió que la dieta de los niños podría tener un ahorro similar.
Ese episodio explica lo que está pasando en esa y otras entidades de la Alcaldía de Medellín. ¿Por qué están desfinanciados los programas? ¿Adónde están yéndose los recursos? ¿Qué tantos contratos que no se necesitan están celebrándose?
Lo peor que le puede pasar a una familia es que el administrador empiece a repartir la plata de los ingresos de todos entre sus amigos y ellos, a su vez, la despilfarren.
https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 14 de noviembre de 2021.