Cuando eligieron a Alexánder Vega como nuevo registrador no dio ninguna declaración a los medios de comunicación. Por más que lo llamaron para entrevistarlo, él no abrió la boca ni para decir gracias. En ese momento se entendió que prefería pasar de bajo perfil, en vista de que había sido elegido en medio de grandes cuestionamientos. Ahora, dos años después, ha dado dos declaraciones, por decir lo menos, desafortunadas, que pueden explicar también su silencio.
La primera salida en falso fue cuando dijo que “al país no hay que decirle mentiras” porque, según él, no somos 50 millones de colombianos, como dice el Dane, sino 55 millones, afirma Vega. El tono y el contenido de su comentario provocó malestar y dudas sobre el proceso electoral mismo.
Y, como si fuera poco, días después lanzó una frase de antología: “El que no sienta que hay garantías o crea que le harán fraude no debería presentarse”. Es decir, el encargado de velar por el instrumento más preciado de la democracia, que son las elecciones, sale con tono bravucón a pedir que si les gusta como él dice, bien, y que si no, pues que no participen.
Con toda razón líderes políticos de diferentes vertientes, como Sergio Fajardo, Humberto de la Calle y María José Pizarro, reviraron de inmediato. “Desde mi época de registrador no había oído un comentario tan desacertado”, dijo de la Calle.
Alguien de buen corazón debería acercarse al registrador a explicarle que en eso consiste su trabajo: en dar garantías para todos los candidatos y para los electores el día de los comicios.
Hay que decir que a nadie coge por sorpresa el talante del registrador, pues esto se veía venir desde el día de su elección. Empezando porque Vega, un hombre nacido en Miraflores (Vaupés), se convirtió en magistrado del Consejo Nacional Electoral (CNE) como cuota de los entonces senadores Bernardo Ñoño Elías y Musa Besaile, hoy con graves problemas con la Justicia. El paso de Vega por el CNE estuvo salpicado de irregularidades, entre otras: las extensas conversaciones telefónicas que sostuvo con Otto Bula sobre el caso de Odebrecht y tras las cuales no quedó en nada la investigación de la financiación irregular de la campaña.
Su elección, como se mencionó, tuvo muchos cuestionamientos. Los presidentes de las Cortes, por ejemplo, sorprendieron al cambiar el procedimiento que se venía siguiendo desde 2007 para la elección del registrador. Para la fase eliminatoria, en la cual se elige a diez finalistas, los magistrados de las Cortes quitaron o matizaron condiciones con las cuales Álex Vega no habría podido pasar a la otra fase. Le restaron peso a condiciones claves, como la de la formación y experiencia específica en temas electorales. Y, para completar, le pusieron mucho más peso a la entrevista: valía 300 puntos de los 1.000. Y fue justamente por la entrevista por la cual Vega, que estaba de quinto en la clasificación, pudo llegar al primer lugar. Curiosamente, la entrevista de los candidatos no fue trasmitida por internet como se había hecho en otros años.
Cuando asumió el cargo siguió dando razones para preocuparse. Primero, les llevó a los funcionarios de la Registraduría un concierto de Silvestre Dangond para celebrar el fin de año. Y después hizo un recorte significativo de personal, en el que incluso dejó por fuera a funcionarios que habían pasado exámenes de carrera administrativa.
El país está ad portas de unas elecciones particularmente complicadas. Se viven tales tiempos de polarización social y de descrédito de ciertas instituciones que no es propiamente un ecosistema sano para votar y decidir quién toma el poder. En este contexto sería fundamental tener un registrador sin tacha, que diera una mínima tranquilidad de trasparencia y buen criterio. Por eso es preocupante el talante del registrador Álex Vega.
https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 04 de noviembre de 2021.