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César Salas Pérez                                                                                              

En Siria ha caído el régimen del “carnicero de Damasco”, un fiel representante de la dinastía familiar que azotó a su pueblo por tres generaciones, un hombre sanguinario, represivo, tirano y con cientos de miles de fallecidos a su espalda.

Generalmente, cuando cae un régimen resulta más costoso y doloroso el remedio que la enfermedad, y en este caso, las fuerzas rebeldes que lograron la caída de Bashar Asad son extremistas islámicos llamados organismo de liberación del Levante bajo la consigna de una “Siria libre”, individuos totalitarios y fanáticos que resultan ser unos auténticos violadores de los derechos individuales de las personas a través del miedo, el horror y la muerte.

Por supuesto que la nueva repartija del poder en Siria se dará ya no de manera absoluta entre Rusia e Irán fieles aliados del derrocado régimen sanguinario quien auspició una salvaje guerra civil en los últimos catorce años, sino más bien entre Israel, la diplomacia de Naciones Unidas, los Estados Unidos, y una Rusia que nunca se marcha de sus guerras con las manos vacías presionando con su poderoso veto en la ONU ( consejo de seguridad),  y por supuesto, los islamistas radicales Sirios, todos estos, amparados como siempre suele suceder, en las prácticas de una transición del poder político por la vía libre y democrática más accesible.

Ciertamente, lo que está en juego es la necesidad de respetar la unidad, la soberanía y la integridad territorial de la República Árabe Siria, lógicamente, preservando su seguridad y la de sus aterrorizados habitantes.

Como era de esperarse, la estela de muerte y violencia durante la avanzada de los rebeldes deja cifras lamentables, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) con sede en el Reino Unido, da cuenta de alrededor de mil victimas, con graves amenazas a las distintas confesiones religiosas y a los cristianos, y con Israel ocupando más territorios en los Altos del Golán, considerando según la coyuntura el fin del acuerdo de separación de fuerzas de 1974 entre Sirios e Israelíes.

Sin embargo, varios interrogantes se vienen por resolver en la sonada transición política y no es para menos si se tienen en cuenta los millones de refugiados sirios regados principalmente, en la Unión Europea (UE), los desplazados internos, presos políticos y familias cuyos seres queridos han desaparecido. Si algo debieran tener los actores políticos sirios y la diplomacia internacional de Occidente y de Medio Oriente es cautela para la apertura de un nuevo tiempo para la paz y la reconciliación en este país.

El esfuerzo colectivo entre las partes activas debería ser un imperativo soportado en la inclusión, estabilidad y renuncia a las prácticas represivas de las fuerzas rebeldes y de las fuerzas legítimas en contra de la población civil y las minorías, de lo contrario, la caída del dictador no serviría de a mucho porque sería el reinicio del viejo modelo abusador de derechos, pero con otros protagonistas.

Para razones el tiempo, ya veremos cómo se llevará a cabo el proceso y donde quedarán los grupos terroristas como el estado islámico y las facciones de otras organizaciones criminales como Hamás asentadas en Siria.

Sin duda, la caída del carnicero de Damasco ha dado paso al probable fin de otras dictaduras violentas y antiguas como la de Cuba, Venezuela y Nicaragua, solo por mencionar las mas cercanas a Colombia, y más con Trump como presidente de la Unión Americana junto con el designado secretario de Estado Marco Rubio, un auténtico Halcón no solo contra estos regímenes a los que conoce de su barbarie, de sus oscuros nexos con el narcotráfico y los criminales, sino también como un activo opositor de la creciente influencia de China en A. Latina.

 A esto súmele su constante repulsión al comunismo y de un lema demoledor para los golpistas en los próximos cuatro años, “Estados Unidos primero”.

Honestamente pensaría y siempre haciendo uso de mi humilde opinión que estas tres dictaduras tienen contados sus días sea por la presión diplomática hacia una transición pacífica del poder, sea por una imposición de sanciones económicas significativas de USA, o sea por la fuerza a través de una invasión militar que a decir verdad, seria lo más inteligente y practico en tiempos de amenazas y cantos de sirenas de los amañados en el poder que se roban las elecciones y desconocen al ganador legítimo.

No olvidemos que a los socialistas les encanta hablar, engañar, abusar, violar derechos, robar, retar, perpetuarse en el poder… veremos si estos personajillos tienen el suficiente carácter para hacerlo con el nuevo gobierno de EEUU y con el poder ciudadano que se cansó de estos tiranos abusadores y desean el restablecimiento de la libertad y democracia con autoridad y orden.

Así las cosas, el cálculo político de Trump estaría dirigido en darle garantías a los opositores políticos perseguidos y encarcelados y en evitar por ejemplo que en Venezuela se produzca una nueva ola de millones de expatriados en el continente. No es expandiendo la situación actual del fenómeno de migración como se soluciona la grave crisis humanitaria de millones, es acabando de raíz con estas narcodictaduras para que se piense en retornar y reconstruir sus países.

Abnegadamente, muchas voces piden a gritos desde Colombia que desde EEUU se vigile muy de cerca el gobierno Petro quien tiene destrozado el país, sumido en la violencia, corrupción, inseguridad, miseria y deseos de acabar con la democracia para atornillarse en el poder. También veremos si este fulano tiene combustible suficiente para seguir mintiendo porque plata del erario le sobra con casi cien billones de pesos en Fiducias y bancos sin ejecutar, pero listo para gastar en su favor en las próximas elecciones.

Desde este lado del mundo no se aguantaría un cuarto carnicero más en el poder.

Publicado en Columnistas Regionales

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