Dar una vuelta por Manizales es hoy otro cuento: calles reparadas, espacios públicos con el ornato adecuado, movilidad ágil, presencia de autoridad, obras en construcción acelerada y un sinnúmero de detalles grandes y pequeños que, sumados, desembocan en la reconstrucción de la confianza y el retorno al orgullo de ser el mejor vividero de Colombia. Y, con ello, la vuelta al civismo, las buenas maneras, la amabilidad y la hidalguía que por siempre nos caracterizó y que trataron de destruir a través del desprecio por lo público y la imposición de las malas maneras como estilo de un gobierno amparado en el falso progresismo que nos afectó hasta los tuétanos, y que lo utilizaron para evitar los controles y el orden.
Pero pasemos la página. La administración Rojas no se quejó un solo minuto de la herencia que recibió y, por el contrario, se dedicó a corregir un rumbo que apuntaba hacia el abismo. Y es precisamente por eso que los manizaleños tenemos paciencia y comprensión con lo que falta por hacer. ¿Que existen falencias? ¡Claro! ¿Que hay baches y espacios por corregir y medidas por adoptar? ¡Por supuesto! Pero que el cambio es evidente y se torna en aliciente para que todos trabajemos en función de devolverle a Manizales su idiosincrasia y sus valores, ¡es innegable!
Se han superado unas pruebas difíciles y las expectativas se han satisfecho más allá de lo esperado. ¡Se ha recuperado la ciudad! A partir de este momento seguramente vamos a asistir a su transformación y a ver como se emprenden acciones en temas tan sensibles como el espacio público, las atracciones turísticas, los incentivos de inversión, construcción de macro infraestructura y todo lo que se desprende de la ejecución correcta de un presupuesto histórico como es el del año 2025.
Y aquí jugamos un papel importante cada uno de nosotros. Nuestro aporte se tiene que dar desde lo básico: cultura ciudadana, paciencia, amabilidad, buenas maneras, atención esmerada, calidad de oferta de productos y servicios, cuidado de lo público y sostenimiento estético de lo privado. Si cada uno de nosotros se convierte en un factor de suma de voluntades y hechos, haremos más fácil la tarea a quien administra honestamente y todo redundará en el beneficio común. Ya sufrimos y lloramos con lágrimas de sangre lo que es padecer un gobierno desenfrenado, corrupto, improvisador y perverso. Hoy tenemos que construir sobre ese sufrimiento y aprovechar la experticia y la buena voluntad de una administración eficiente y correcta.
La idea es que todos trabajemos por Manizales.