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César Salas Pérez                                             

Ahora Petro emprende un nuevo objetivo y es el de apoderarse del ahorro de la gente con la miserable excusa de usar esos jugosos recursos en sectores beneficiarios de su política fracasada de reactivación económica donde juegan un papel muy importante los corruptos y burócratas que lo rodean, quienes al final de cuentas serían los directos premiados con la plata honesta, ahorrada y trabajada de millones de colombianos.

Para que nos sintonicemos de lo que estamos hablando, iremos paso a paso, así:

En primer lugar, la cortina de humo que utilizará este demagogo para apropiarse descaradamente de una gran parte del ahorro privado se encuentra plasmada en su programa denominado “ confianza para crecer” el cual pasará a ser una iniciativa legislativa del gobierno ante el sátrapa congreso de la república que le permitiría movilizar un porcentaje significativo de ese ahorro de las personas que están en los bancos con miras a canalizarlos y revertirlos en una ilusión comunista, inversión en proyectos de producción.

En segundo lugar, es preciso saber el nombre técnico de este embeleco que no es otra cosa distinta que la ley de inversiones forzosas para utilizarlos por ejemplo en reactivación de sectores como la agricultura, el turismo, el uso de energías renovables o en la compra de vivienda, entre otros.

Esta ley, a decir verdad, tendría un éxito rotundo en países como Suiza, Dinamarca o Noruega donde sus primeros ministros y sus congresos gozan de honestidad, pulcritud, laboriosidad y renombre. Aquí, lastimosamente, sucede lo contrario, un país maravilloso y hermoso gobernado por carteles, mafias y pillos insaciables, sino pregúntenles a los Olmedos, a los Pinilla y a todos esos corruptos que han confesado ante una amañada justicia cómo es que se mueven los hilos del poder en este desgobierno y quiénes se han beneficiado de tan mayúsculas corruptelas.

En tercera medida, los supuestos recursos irían, según Petro, a entidades como Bancoldex, Banco Agrario, Finagro, FNA, principalmente, ya que estas son entidades de crédito que prestarían esos rubros a un bajo costo. Permítanme mencionarles dónde es que está el dulce y el sabor de la propuesta, nada más ni nada menos que de alrededor de 300 billones de pesos que es el dinero que actualmente hay depositados en cuentas de ahorro en los bancos, con razón el amigo de Maduro está tan emocionado. En honor a la verdad y según los economistas conocedores del tema, esta medida no tiene sustento Constitucional y legal, convirtiéndose en una confiscación disfrazada sencillamente porque los colombianos no ingresan su dinero en el sistema bancario para que lo administre el gobierno. La gente desde entonces ha confiado y seguirá confiando es en la banca, no precisamente en los Petro, en el M-19, los Benedetti, los Roy, las Farc, el ELN, en las disidencias, en el pacto de la Picota, en las Bacrim, en la primera línea, ni en los Petroconservadores, ni en los lentejos liberales ni en ninguna organización política de rodillas ante este desgobierno; el billete privado en grande o en menor cuantía lo deben manejar los que saben y los que generan credibilidad y confianza, jamás los delincuentes.

Un cuarto punto de este sofisma es insistir en el populismo de otorgar recursos a la economía popular que acude al ‘gota gota’. Si este desgobierno pretende ayudar a la gente de escasos recursos lo podría hacer generando empleo formal, redireccionando los recursos públicos a entes territoriales, diseñando e implementando políticas públicas realistas y soportadas en evidencia comprobable, no derrochando ni malgastando pensando en comprar su reelección indefinida, invirtiendo en ciencia y tecnología, en el deporte, generando confianza y trabajando de la mano con los empresarios, alejar la incertidumbre por el discurso de odio y venganza y tantos otros males producto de la incompetencia y de no entender una frase tan simple pero contundente: ‘Dato mata relato’ y desde el ejecutivo muy poquito o casi nada sobre datos.

Recordemos que la reactivación económica es con planes de mediano plazo y su objetivo último es el de asegurar recaudo tributario, generación de empleo, confianza inversionista y eficiencia en la gestión de recursos.

Me temo que con esta absurda confiscación disfrazada se puedan lograr los anteriores objetivos, agregándole que se viene una nueva reforma tributaria para acabar de explotar el bolsillo del empresariado y el de las personas naturales.

En el papel, a este desgobierno solo le restan dos años para finalizar lo que significa que todo lo que haga en esta legislatura no le es permitido ningún margen de error y para esto debería bajar impuestos, detener sus maléficas reformas, minimizar la corrupción que lo tiene implosionado, dejar de mentir en cada discurso y hablar con sustento, acudir inmediatamente a un plan de reactivación económica serio que no implique robarse la plata ajena de la gente de a pie, ir cerrando brechas en temas puntuales como la infraestructura , dar ejemplo para devolverle la credibilidad a las instituciones, impulsar con rubros significativos las economías territoriales, es decir, inversión pura y dura, devolverle la seguridad a los pueblos plagados de guerrillas y delincuentes, suspender el Chavismo en Colombia, semejante a un cáncer en metástasis, acordar una agenda de trabajo urgente donde quepa la poca decencia que se hace llamar oposición, no satanizar a quien piensa diferente a Petro y sus lacayos…

En fin, tantas cosas que el odio ha dejado pasar en sus dos primeros años de desgobierno y que muy difícilmente, cambiarían en sus dos últimos. Lo que si es verdad es que esta confiscación disfrazada es más de lo mismo dentro del espectro progresista/ socialista mal llamado ‘ el cambio’.

Publicado en Columnistas Regionales

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