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 César Salas Pérez                                      

No deja de ser tan repugnante como miserable la forma como el infame déspota Maduro y su guarida de amigotes se han robado la elección presidencial en lo que desde ya ha sido calificado como “El robo del siglo”.

En la columna que escribí hace una semana advertí del monumental fraude electoral que ocurriría en Venezuela y así lo manifesté por varias razones tan simples como evidentes, más allá de apasionamientos y simpatía por la “dama de hierro” María Corina Machado a quien el mundo entero cautivó por su personalidad, entrega, amor por su gente y porque desde siempre ha sido una mujer valiente que no ha dudado jamás en seguir y seguir luchando contra la opresión, la tiranía, la miseria, el bandidaje en pleno del Chavismo y su perpetuidad incluido el saqueo de incontable de la riqueza de su patria, entre muchos otros detalles que la convirtieron en la única heroína viva de este lado del mundo.

La primera señal del fraude hace alusión a que en nuestras maltrechas democracias de América Latina y el Caribe sumado a sus engorrosos y no muy confiables sistemas electorales, las elecciones las ganan no precisamente quien saque más votos sino más bien quien los cuenta. Y esto fue lo que presenciamos el pasado domingo, donde el oficialista Consejo Nacional Electoral en poco más de tres horas, proclamó como ganador a Maduro con el 51% de los votos. Esto es de locos y de no creer, más aún cuando ni actas convalidadas y ni reconteo de votos se ha hecho mesa por mesa. Según el diario El País de España, siendo recogidas el 47% de las actas el candidato demócrata, el de María Corina, derrotaba 70 a 30 a Maduro, el resto de las actas, al menos el 40% fueron secuestradas a la fuerza por delincuentes Chavistas y militares más los colectivos paramilitares de la revolución. Un aparato fraudulento que le usurpó una prístina victoria del pueblo venezolano. Ojo entonces, que aquí puede pasar lo mismo en el 2026, donde Petro ha venido tomando el control de la Registraduria Nacional, el Consejo Electoral, magistrados ideologizados de izquierda en altas cortes y Tribunales, la televisión pública, generales arrodillados para pedir un ascenso sumado el consenso de mafiosos, bandas criminales, el programa institucional “ pagar por no matar” en todo su furor y el de conocidos grupos guerrilleros ( Farc, ELN, disidencias etc…) quienes vienen avanzando y tomando el control en más de la tercera parte del territorio colombiano. El plan siniestro de allá avanza aquí y cada día se fortalece más y más.

En segunda medida, desde hace más de dos décadas hemos visto como organizaciones como la ONU y la OEA han sido excesivamente frívolas e insustanciales para defender al pueblo venezolano, a la gente de a pie de la barbarie y el éxodo de más de ocho millones de sus habitantes que huyeron del socialismo. Lo que sì ha hecho la ONU pensando tal vez en que Venezuela  es del estirpe de países como Suecia, Dinamarca o Suiza es haberse dedicado a suscribir Marcos de Cooperación para el desarrollo sostenible y planes de respuesta humanitaria y paz, soportado dizque en los pilares de equidad y enfoque de Derechos humanos, con miras a disminuir la pobreza, el hambre, la falta de educación, agua limpia, ambiente sano, crecimiento económico, reducción de las desigualdades, justicia e instituciones sólidas, entre otros poemas dulces para la prosa y el oido. Pero jamás ha hecho un pronunciamiento que condene la dictadura y que siente un precedente mundial en contra de un gobierno ilegítimo como el de Maduro. Ni hablar de la CPI (Corte Penal Internacional), que tiene a ese pillo en una investigación por crímenes de lesa humanidad. Resultados a la vista y con múltiple acerbo probatorio, ninguno.

En Colombia, la ONU ha participado activamente como garante en los procesos de paz sin paz con cuanto grupo delincuencial nazca, crezca y se reproduzca, pero de reconciliación nacional, cero. Dirían otros que a la ONU ya no le importa sacar a bailar a la más fea en Colombia porque lo importante es seguir estando activos en estas burocracias rancias de Sudamérica.

En cuanto a la OEA, aun me sigo preguntando ¿Qué es y para qué ha servido? En el buscador más famoso del mundo Google quizá encuentre la primera respuesta, pero en la segunda, me resisto a asimilar tanta paquidermia, silencio cómplice y padrinazgos inútiles para defender causas indefendibles. Dirían otros, antros de viejos burgueses, mañosos y amantes delirantes del comunismo. Eso si, cuando se reúnen dejan la imagen de cuerpos gloriosos investidos de todo poder. No olviden apreciados lectores que estas organizaciones con el pasar de los días y sin pudor alguno, suelen convalidar el fraude de allá con el cocinado fraude de aquí, pero en el 2026 en favor de Petro.

Esta causal es la más grave de todas, la falta de garantías políticas, electorales, en materia de seguridad, respeto y protección por quienes ejercen el amargo camino de la oposición. Lo vivió María Corina y su equipo, sus líderes y simpatizantes, a quienes no se les respetaron conceptos básicos del ejercicio Democrático como por ejemplo gozar de libertad de locomoción. Es prácticamente imposible enfrentar a un presidente/candidato que lo tiene todo para reelegirse así no tenga el amor de su pueblo porque al final, el fraude y la mentira no se compadecen con nadie, excepto, con quien ama de corazón a su pueblo y eso es María Corina para ellos, el verdadero amor de sus gentes. Temo que el régimen la encarcele o la mate.

No sabremos en qué irá a terminar todo esto, soló se que hay un pueblo sediento de victoria que hace tiempo le perdió el miedo al narcodictador y que hará respetar su triunfo a como dé lugar.

Por último, me aterra la pasividad de los EE.UU. Un gobierno decadente que busca reelegirse con su candidata demócrata. Me pregunto ¿podría USA repetir con Maduro lo que hizo con el panameño general Manuel A. Noriega en 1989? No puede ser posible que el fraude de allá los progresistas Petristas no lo quieran aplicar aquí.

¡Por favor, despierta Colombia!

Publicado en Columnistas Regionales

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