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César Salas Pérez   

El entusiasmo de la gente ha sido maravilloso, ciudades y municipios de Colombia le han dado la bienvenida al presidente de la gente, las plazas han estado repletas de simpatizantes, las calles inundadas por el entusiasmo, la esperanza y el amor que despierta un hombre decente, bien intencionado y con visión de país como lo es Fico.

Al revisar detenidamente su programa de gobierno, encontramos más de 260 propuestas soportadas, estructuradas y cumplibles, con alrededor de 100 metas que son viables económicamente para llevarse a cabo.

La premisa del próximo presidente de la República es simple: Una Colombia diferente, sin odio, sin hambre, sin corrupción, sin violencia, con empleo formal, educación para todos, una Colombia unida desde las regiones, sin resentimientos ni ánimos pendenciero, y lo mejor de todo, un gobierno dado a la gente.

Colombia entera está con Fico, su imagen y trayectoria lo muestran como una persona excesivamente sencilla pero preparada para asumir los grandes retos que demanda la patria. Cuando se le pregunta con odio él les responde con argumentos, con talante, en tono conciliador y esperanzador.

Contrario sensu, el candidato de la izquierda extrema quien a menudo suele confundir entre dialéctica y oportunismo con miras a engañar al elector. Acomodarse a lo que quiere oír la gente es lo que se conoce como populismo y sí que lo sabe hacer el señor Petro.

Fico, enhorabuena, jamás ha tenido escándalos de corrupción, lo que habla muy bien de su capacidad para manejar los dineros de los contribuyentes. Entonces, cuando se tocan temas sensibles qué mejor que tener la suficiente entereza y dignidad para recalcar la moral y la ética como su carta de presentación.

Solo miremos a los otros candidatos para salir de dudas, uno recibiendo fajos de billetes en bolsas, otro responsable fiscalmente cuando fue gobernador de Antioquia y el más reciente, siendo alcalde de Bucaramanga, está próximo a ser llamado por la justicia para que responda por hechos de corrupción en su administración.

Las razones abundan para estar del lado de la libertad y la democracia. Fico fue un excelente alcalde, con el 97% de su plan de gobierno ejecutado, altísima aprobación ciudadana, desarrollo sostenible y equidad para su ciudad, combatiendo la criminalidad y la delincuencia, reconstruyendo tejido social y abonando el terreno para que Medellín en su momento fuese de lejos, la ciudad más importante del país.

Petro, siendo alcalde se vio envuelto en diversos casos de corrupción, fue destituido e inhabilitado por la Procuraduría General de la Nación por las evidentes irregularidades en la reforma del sistema de recolección de basuras.

Como hoy, la ciudad estaba plagada de delincuencia, inseguridad, desorden, caos, desempleo y retroceso social sin precedentes.

Le tocó a Peñalosa llegar a ordenar la casa y sacar adelante a la capital.

Son las dos visiones de gobierno que se disputan la presidencia.

En cuanto a los apoyos recibidos en campaña, las distintas fuerzas políticas cerraron filas en torno a Fico y gracias a compromisos de país, de cara a la ciudadanía y pensando en el peligro que representa un ex guerrillero resentido en una eventualidad nefasta para Colombia.

A la campaña se han venido uniendo diversos grupos, sectores y organizaciones que saben que él es la mejor opción y la más sana.

Del otro lado, el neocomunismo en pleno dio su apoyo a Petro, las Farc, el ELN, el clan del Golfo, la primera línea y la delincuencia están con él.

Por supuesto que hay gente buena pero incauta que se dejó ilusionar por la palabrería de un embaucador.

Tristemente, a Fajardo lo patearon sus supuestos amigos y el Partido Verde quien tanto habló de honestidad, ética y coherencia, finalmente, terminaron haciendo lo mismo que le han criticado a los demás partidos, entregándose al mejor postor en busca de poder, puestos y figuración para candidaturas regionales del 2023.

La incoherencia y deslealtad de los verdes no tiene precedente alguno. Saltan como “ratas” del hundido barco de Fajardo hacia las huestes del mal.

Pareciera que el llamado “Pacto histórico” está dispuesto a unirse con quien sea y como sea con tal de llegar al poder. Lo que se conoce como “el todo vale”.

Algo muy importante dentro de la retórica de campaña es que la gente no es boba y sabe que el señor neocomunista no es la opción de país que más conviene. Su primer paso es diabólico, reformar a su antojo la constitución política y volverla toda una colcha de retazos al mejor estilo de los dictadores resentidos que han venido gobernando prósperos países hasta convertirlos en cloacas de la infamia y de la irracionalidad desmesurada.

Sin embargo, dentro de las correrías por ciudades y municipios de nuestro bello terruño, la campaña de Fico lo único que ha recibido ha sido el amor de millones de seres humanos esperanzados en que Fico, llegando a la presidencia, es posible que la inclusión social, las oportunidades laborales y educativas, el sueño de tener vivienda, de vivir en un país seguro y próspero y de transformar el país, se hará realidad. El único temor es un posible fraude electoral en favor de Petro. Que sean las autoridades las que brinden todas las garantías en democracia.

Recordemos que, el arma letal contra las candidaturas plagadas de mentiras, de politiquería, de odio, candidaturas que ciegamente siguen proclamando la lucha de clases y la venganza, es el voto. 

Colombia entera con Fico, una sola voz y un grito de esperanza.

Publicado en Columnistas Regionales

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