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César Salas Pérez   

Se viene estipulando en los contratos que, de llegar a ganar la presidencia el señor Petro,  inmediatamente ese negocio jurídico o cualquier tipo de compraventa, se deshace inmediatamente.

Es normal que los particulares incluyan cláusulas que protejan sus intereses, y nuestro derecho privado lo permite abiertamente.

Por supuesto que la cláusula es una expresión contractual del fenómeno de la prevención natural que se da con cada cambio de gobierno. Esta cláusula es de carácter resolutoria y especial donde, reitero, las partes manifiestan que la ejecución del contrato queda sujeto a la condición de que el candidato Petro no sea elegido presidente.

Ese temor de que “el Chávez colombiano” sea el nuevo huésped de la casa de Nariño, además de generar incertidumbre, lo que produce en el fondo, es un profundo miedo entre las personas naturales y jurídicas que prefieren que sus proyectos y negocios queden en pausa, mientras se define en las urnas el ganador presidencial.

Mientras esto sucede en el ambiente del derecho civil y comercial, principalmente, en las operaciones macro y microeconómicas, la cuestión es sumamente delicada porque de llegar a ganar la izquierda, inmediatamente, se elevará la tasa de cambio, sobrevendrá la caída no solo de las acciones sino también de los títulos de deuda pública y ni hablar de la devaluación del peso en un 10% y una escalada del dólar por lo menos en $ 600 más.

A esto se le sumará la larga pausa de inversionistas extranjeros con enorme músculo financiero, quienes dejarán de invertir gran parte de sus capitales en el país y preferirán marcharse a otras naciones donde el tema político sea más claro y estable.

Sin duda, Colombia corre el gravísimo riesgo de que esto no sea solamente una cláusula Petro, sino más bien un peligroso gobierno lleno de anarquía, autocracia y en la dictadura del miedo.

Si algo está claro es que la iniciativa privada es un motor fundamental para el desarrollo sostenible de la economía y que goza de absoluta libertad dentro de los límites del bien común, y lo que demuestra la cláusula Petro es que la gente es inteligente y sabe que con el exguerrillero del M-19 hay un riesgo inminente de una debacle económica sin precedentes, luego la cláusula es una forma idónea de administrar legalmente los riesgos económicos de un posible escenario en donde el cambio de gobierno sea nefasto, reitero, en caso de ganar el fulano de marras.

Los abogados y economistas con mediano análisis objetivo saben que lo que se viene es la expropiación y varias reformas tributarias confiscatorias que quebrarán a unos y dejarán heridos de muerte a otros para que acosta de su sudor y trabajo de años se empezará a financiar y a mantener el “parasitismo y corrupción estatal” tan venerado por los marxistas.

Realmente, no se necesita estudiar mucho para saber que lo que traduce esta cláusula es sencillo: Si gana Petro, el negocio se cae.

La cláusula bajo ninguna óptica jurídica es ilegal, por el contrario, se ajusta a la ley y permite que los intervinientes en el acto jurídico, blinden sus perspectivas y propósitos dentro de sus libertades económicas y del manejo de la propiedad privada.

Por supuesto que el progresismo, la izquierda radical y sus manzanillos dirán que esta cláusula es un invento de la derecha con miras a propiciar una ruptura entre la opinión pública y los votantes para afectar al “revolucionario mesías” y que la gente vote más por miedo a su candidato, que por convicción y salga favorecido cualquiera, menos Petro.

La respuesta a semejante exabrupto es sencilla, ya que en Colombia es normal que negocios y contratos privados sean objeto de algunas condiciones para su cumplimiento y que lo que se estipule es simple y llanamente para sintonizarse con hechos comunes de la vida contractual de los negocios, previendo el manejo de riesgos.

Por favor no le metamos petrismo al derecho, a la ciencia jurídica porque la ley existe desde antes del mesías y seguirá estando después de él, siempre y cuando no gane y por medio de una nueva constituyente inflada y acomodada, cambie todo el sistema político que hoy conocemos.

Es tan importante bajar el abstencionismo en esta elección y que se propicie un golpe de opinión fuerte que transmita seguridad y que rechace de plano la locura en la que este señor nos quiere meter a todos. A su mejor estilo, todos en una sola bolsa.

Un ejemplo claro de su atrevido lenguaje en campaña lo vive Ecopetrol al afirmar que en su gobierno cesará la exploración de hidrocarburos como el petróleo. Decir semejante despropósito ocasionó que sus bonos de deuda externa bajaran en el mercado y que la calificación de Fitch se viera afectada si hay un cambio de estas magnitudes en nuestra política petrolera.

La famosa cláusula es un llamado de alerta de lo que puede llegar a suceder si votamos mal. En la derecha parecen no entender aún que la perversa campaña del señor del video con fajos de billetes de dudosa procedencia se retroalimenta cada día más por obra y gracia de la discusión de egos en su interior, más que por virtud propia del señor de las bolsas.

O se unen o la cláusula Petro será simplemente accidental o anecdótica.

Publicado en Columnistas Regionales

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