Columnistas Nacionales
Luis Alberto Ordóñez*
En Estados Unidos, entre otros países, cuando ven a un militar los ciudadanos, por iniciativa propia, le dicen: “Gracias por su servicio” y quienes usan sombrero se lo quitan en señal de respeto; son queridos y admirados porque son quienes los defienden de amenazas externas e internas. En Colombia ese mismo sacrificio no se agradece; el respeto se perdió y a militares y policiales los secuestran y hasta degüellan cual animales. Para rescatarlos deben mediar la Defensoría del Pueblo o entidades internacionales: qué vergüenza de país aquel donde la autoridad se humilla, se maltrata y a sus integrantes se les asesina para luego exhibirlos en salones comunales al lado de los policías secuestrados.
Rafael Nieto Loaiza
Una espantosa semana para el país. Primero, Petro decide jugarse por la fanática de la Corcho y la masacre que pretende del sistema de salud y sacrificar a Alejandro Gaviria que, más allá de sus propias contradicciones, era al menos una voz sensata en el Gabinete. Mientras, las otras dos ministras defenestradas se quejan de que en Casa de Nariño ni siquiera las recibían. Después, en el Caguán extorsionan una compañía petrolera y queman sus instalaciones, secuestran seis civiles y más de 70 policías y degüellan a uno, todo bajo la mirada impávida y negligente de Petro, su MinDefensa y el Director de la Policía. Mientras, el MinInterior alaba a los criminales que, enmascarados como guardia campesina, son descritos por Prada como un “mecanismo de autoprotección […] un instrumento maravilloso, muy hermoso”. En el entretanto, la exmujer de Nicolás Petro, con pruebas en la mano, lo acusa de favorecerse de su calidad de delfín, de tráfico de influencias, de negociar apoyos de políticos corruptos a cambio de puestos y entidades estatales, y de recibir centenares de millones de pesos y camionetas de lujo de antiguos narcotraficantes y grandes contratistas. Las bolsas de efectivo parecen ser una costumbre familiar. La acusación se suma a las denuncias, con audios en manos gringas, contra el hermano de Petro, por cobros de dinero a narcos a cambio de beneficios gubernamentales.
Alfredo Rangel*
Ni en los peores tiempos de Pablo Escobar nuestro país ha tenido tantas hectáreas sembradas de coca.
John Marulanda*
En junio del 2014, el entonces máximo jefe de las farc, alias “Timochenko”, declaró a los medios: “El gobierno puede decirnos: ‘entréguenos las armas y desmovilícense’. ¿Y qué les decimos nosotros? Pues entréguenos el poder”. En esa simplona lógica, el matasiete de las farc definió su posición frente a las propuestas sencillas del gobierno de Uribe Vélez. Años más tarde el viejo “Timo” sigue al frente de una facción fariana, con el título de Partido de los Comunes, luego de rendirse a un Estado burgués.
José Félix Lafaurie
Las negociaciones con el ELN no pueden perder de vista su razón de ser, porque la paz no es un intangible, sino un bien público materializado en “la gente”, que en los campos espera liberarse del yugo de los violentos para garantizar el control territorial que sostiene sus rentas ilícitas, y en las ciudades está a merced del microtráfico.
Paola Holguín
“…¿Cómo va a ser el Gobierno de Petro?…El primer año, él nombra un buen gabinete de unidad nacional; no lo logra cohesionar. Pasan seis u ocho meses, si no pasa mucho, se le desbarata el gobierno y Petro empieza a tuitear como loco, y básicamente es ese conflicto que crea de manera permanente y la agenda del país girando alrededor del tweeter de Petro y no se hace nada.”