Luis Guillermo Vélez Álvarez
Luis Guillermo Vélez Álvarez*
Muy mal parada quedó la Universidad Externado con la patética exhibición de ignorancia económica que en tono mayestático hizo Petro Urrego, el más famoso de sus egresados. El hombre ya había barrido el suelo con su diploma de economista, pero lo de la asamblea de la Andi fue vergonzoso y habría resultado divertido si la investidura del expositor no lo hubiera hecho dramáticamente trágico.
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La exposición de motivos de la reforma tributaria dice: “los mayores ingresos tributarios son usados para incrementar las transferencias monetarias”.
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El próximo 7 de agosto se cumplen 20 años de la investidura presidencial de Álvaro Uribe. Tres minutos después de que ingresara a pronunciar el discurso de posesión, las Farc lanzaron 14 proyectiles de 120 milímetros contra el recinto del Congreso, causando 17 muertos y 67 heridos.
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Al presidente Iván Duque le tocó bailar con la más fea y aún le falta beber el trago amargo de entregarle el mando a Petro Urrego. Probablemente, en ese momento, recordará a Rafael Caldera, entregándole el poder a Hugo Chávez, en Venezuela, y a Eduardo Frei, haciendo lo propio con Salvador Allende, en Chile; sintiendo que empiezan a perderse la libertad y la democracia y que el país se precipita en un período de caos económico y sufrimiento humano.
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Todo parece indicar que las tribulaciones para la terminación de Hidroituango no han concluido y que, por el contrario, se verán intensificadas. De hecho, es muy probable que solo se pongan en funcionamiento las dos primeras unidades y que el proyecto no se concluya mientras dure el mandato de Petro Urrego.
Luis Guillermo Vélez Álvarez*
No tengo pruebas, pero tampoco tengo dudas de que la elección de Petro fue fraudulenta, como la de Santos en 2014. Dos elecciones fraudulentas en ocho años es demasiado.
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La mirada inteligente y bondadosa de Mónica Ruiz ha debido hacerse cada vez más insoportable para el hombrecillo sin atributos que en mala hora llegó a la gerencia de EPM para acatar dócilmente las órdenes del tiranuelo de la Alpujarra. A cada momento, esa mirada, debía recordarle su mediocridad, su total ausencia de méritos para ejercer el cargo y, cómo no, la ruindad de su alma. El brillo de los pocos meses en los que como encargada Mónica estuvo en la gerencia general, contrastaba ostensiblemente con la turbiedad de la gestión de Carrillo. Y el hombrecillo no aguantó más y, por eso, con la complicidad de una Junta Directiva que cada que se reúne se supera en indignidad, decidió alejarla de su lado, retirándola de la Vice-Presidencia de Estrategia y Planeación.
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En su discurso de la victoria, Petro lanzó esta frase: