Hidroituango no tiene licencia ambiental plena. Las labores que hoy se desarrollan están amparadas por la resolución 820 de junio de 2018 de la Anla, la cual ordenó suspender las actividades y obras tendientes a la puesta en operación comercial y dispuso que podían continuarse las necesarias para superar la contingencia. Como el funcionamiento de las dos primeras unidades permitirá pasar caudal por la casa de máquinas, aliviando la presión sobre el vertedero, se considera que contribuye a superar la contingencia. De ahí en adelante, las cosas no parecen tan claras.
Para levantar la suspensión de la licencia, la Anla exigió la contratación de un peritaje sobre la estabilidad de las obras principales del proyecto. Ese es el informe Pöyry, cuyas tres principales conclusiones fueron las siguientes:
• El abandono del proyecto y restablecimiento de las condiciones originales no es opción.
• El proyecto se debe terminar de la manera más expedita para eliminar, reducir y mitigar riesgos ambientales existentes.
• Debe evitarse el cambio de los actores principales del proyecto.
A pesar de tan rotundas conclusiones, el mañoso director de la Anla, que conoció el informe desde hace ocho meses, eludió decidir de fondo sobre la suspensión de la licencia, quizás para no quedar mal parado si Petro Urrego, enemigo declarado de Hidroituango, ganaba las elecciones. Al igual que con la Quebradona, el señor Suárez le puso una vela a dios y otra al diablo.
Puesto que toda situación es susceptible de empeorar, reaparece en el escenario de Hidroituango, como jefe de una inverosímil comisión de empalme, el señor Modesto Portilla, quien, en 2018, se hizo célebre por el desatino de sus “conceptos técnicos” en los que fundamentaba su propuesta delirante de desembalsar y desmontar la presa, en lo que coincide, faltaba más, con Petro Urrego. Tampoco el señor Portilla se ha mostrado muy ilustrado en asuntos de regulación y economía del sector eléctrico. Pues bien, es ese personaje quien informará al futuro presidente sobre el estado del proyecto y propondrá los cursos de acción.
Los obstáculos técnicos al desembalse del agua y al desmantelamiento de la presa son de tal magnitud y sus costos tan elevados que es prácticamente imposible que ese despropósito llegue a realizarse. Sin embargo, muy seguramente, Petro Urrego conseguirá hacer desde la presidencia lo que su pupilo, Quintero Calle, no pudo hacer desde la alcaldía: paralizar duraderamente el proyecto poniendo en riesgo las finanzas de EPM y el abastecimiento eléctrico del país.
Quintero Calle fracasó en su propósito por el contrapeso de las entidades nacionales del sector eléctrico. Después del 7 de agosto, esos contrapesos desaparecerán y el futuro de Hidroituango quedará completamente en manos de Petro Urrego
https://www.elcolombiano.com/, Medellín 18 de julio de 2022.