Carlos Salas Silva
Carlos Salas Silva
Cuando hemos creído superadas etapas vergonzosas de nuestras vidas, por haber enderezado un poco el rumbo de ellas, nos venimos a enfrentar con recuerdos ingratos, que salen a la superficie en los momentos menos esperados suscitados por algo, no siempre fácil de definir, que hace un clic que nos arrastra en un rio caudaloso plagado de malas acciones, muchas de ellas leves pero que se agigantan en nuestra consciencia.
Carlos Salas Silva
Lo ha logrado, definitivamente lo logró. Estar en la cabeza de todos ha sido una de sus obsesiones más delirantes si no la primera por encima de sus ansias enfermizas de poder. Ahora, que nos podemos enterar acerca de lo que está pasando por la mente de muchos y en diferentes lugares, con tan solo revisar lo que se publica por las redes, puedo asegurar que, como en una especie de manía colectiva, no para de ser mencionado el que acá me abstendré de mencionar, el mismo que nos mantiene al borde de un ataque de nervios, el que en su mente decrepita se complace en mantenernos en vilo con sus proclamas que incitan a la violencia.
Carlos Salas Silva
En esta tarde de domingo, el zumbido de las hélices y el ruido del motor del espaciado desfile de helicópteros que cruzan en línea horizontal, a dos o tres kilómetros de mi ventana y apenas por encima de las crestas de las montañas, llevando colgada lo que apenas se veía como una gota de agua, daban un aire aún más misterioso a un paisaje invadido de lo que hubiese querido que fuera neblina pero que, casi con seguridad, se trataría de humo, en un día festivo que no es como cualquier otro porque la inquietud y la angustia nos ahogan en estos momentos cuando los incendios le han dado un toque dramático a unos días soleados que en otras condiciones no traerían tanta zozobra.
Carlos Salas Silva
Que el colombiano tiene ingenio queda demostrado con los comentarios, memes y demás manifestaciones por las redes que aparecieron inmediatamente luego de conocerse el fallecimiento de Piedad Córdoba.
Carlos Salas Silva
Por YouTube son miles los que siguen a un, muy particular, personaje que por no saber pintar se dedicó a pontificar sobre cuestiones artísticas. Por ser tan “curioso”, a este español le cae a la medida el dicho de que la curiosidad mató al gato. En sus alardes de critico impenitente se ha liado con otra, sacada de entre los que le acolitan sus excentricidades, la tristemente famosa mexicana Avelina Lesper, muy popular por su manía de despotricar del arte contemporáneo en cada una de sus manifestaciones. Los dos personajes de este curioso dúo se cruzan invitaciones a sus respectivos programas para mantener conversaciones en las que, como en los de actualidad política, no paran de hacerse mutuos elogios mientras deciden quién es quién en el arte y a quién destrozar o, también cabe, por qué no, ensalzar, lo que hace parte de la función.
Carlos Salas Silva
El papel atrapa cualquier humedad, ya sea la del ambiente o producto de una gotera o un escape de agua, lo que hace que se hinche adquiriendo formas orgánicas y colores extraños debido a los hongos que comienzan a proliferar en él, ya sean Aspergillus o Penicillium, según me acabo de enterar, que lo hacen tan blando hasta desintegrarse. Pero no solo la humedad es su enemiga, hay que ver como el exceso de calor y la sequedad lo hace quebradizo hasta su desmoronamiento.
Carlos Salas Silva
La construcción de un liderazgo comienza por tener cimientos sólidos cuya materia es la ciudadanía, aquella que, por convicción, se suma al llamado de un político -o antipolítico como es el caso al que voy a referirme- a una causa común en bien del conjunto de la sociedad y especialmente del individuo.
Carlos Salas Silva
Levantar un muro de piedra es un trabajo que requiere seguir ciertos pasos: hacer una chamba para su cimiento, tender hilos que mantengan la horizontal, acudir a la plomada para que no se vaya a ir una hilada desnivelada, aplicar el mortero, colocar piedra por piedra y ya levantado el muro pañetarlo, si es el caso, o limpiar los excedentes de cemento para dejar la piedra a la vista. Para tumbar ese muro no se siguen pasos tan claros. Se puede proceder, desde el centro o desde cualquier otro sitio, con un cincel a abrir grietas entre el cemento, golpear con un mazo la piedra hasta que vaya cediendo, abrir un agujero y continuar por donde se vea que se pueda abrir una junta para continuar cincelando y golpeando con fuerza el muro que opondrá su resistencia. A diferencia del primer caso terminan quedando escombros junto a las piedras y el polvo invade todo. Y no sería más que una ruina si no se procede al rehacer, paso tan importante que tiene otras maneras de proceder. Por ejemplo, ya derribado el muro no se deja así, sino que se instala una ventana abriendo el espacio a la luz o una puerta que permita la comunicación entre dos espacios.