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Carlos Salas Silva    

A pesar de que todavía y por desgracia quedan veintiséis meses para agosto del 26 no se me puede acusar de negligencia, tampoco de haber caído en la desesperación. Mantengo la cordura que me permite seguir actuando en estas terribles circunstancias. También procuro mirar el futuro con esperanza y me pongo metas que me esfuerzo por cumplir…

Así comenzaba a escribir divagando sobre mi estado de ánimo mientras me daba vueltas a la cabeza una entrevista que ha puesto en pausa mis elucubraciones personales. Interrumpo mis cavilaciones porque no puedo dejar de referirme a lo que escuché en dicha entrevista así venga de un antiguo camarada del tipo al que le rompió una cama -y le puede romper hasta su mandato-, porque lo que viene diciendo acerca de las acciones de quien nos mal gobierna se sale de la habitual apreciación de que se trata de un drogadicto que no tiene control sobre ellas -con todo y que en su apartamento en Bélgica lo vio tirado en el piso sin poder moverse-. La entrevista a la que me refiero es la que concedió Carlos Alonso Lucio a Fernando Londoño en esta fría mañana del 4 de junio. 

Lucio ha venido insistiendo en el juicio político como única herramienta con la que contamos para exigir la perdida de investidura de quien usurpa el poder habiendo ganado fraudulentamente las pasadas elecciones. También insiste en que tengamos cuidado con la estrategia de “milicianización” como arma política dentro de la instauración de una dictadura. Esta vez en su entrevista con Londoño, Lucio nos pone en alerta con una diabólica estrategia que se está fraguando envuelta con una cortina de humo creada con los anuncios de una constituyente a la que los medios que, ya sea por ceguera o por complicidad, la refuerzan no es sino ver la reciente portada de Semana para corroborarlo.

De lo que trata esa estrategia es de no tener elecciones en 2026. 

Reproduzco apartes de lo dicho por Lucio en la entrevista con lo que rebate la opinión del entrevistador, compartida por muchos, de que Petro por ser “un hombre enfermo” y “un drogadicto” hace lo que hace. Veamos:

En la incongruencia de Petro “hay algo de locura y algo de querer hacerse el loco”. Dentro de su estrategia le resulta cómoda esa posición para sembrar confusión.

“La confusión es un clima que quiere generar para poder ir avanzando en sus cosas”.

“El caso de Gustavo Petro es atípico entre nosotros (…) dedicado a destruir con un propósito objetivo”.  Por ejemplo, utilizó la confusión en su propósito de destruir la salud.

“Petro tira un globo pirotécnico al que se pega todo el mundo” para que comiencen unos y otros a opinar, dentro de esa confusión sembrada, mientras ejecuta la destrucción ya sea de la salud, de las pensiones, de lo que sea que quepa en sus claros objetivos.

“Lo mismo ocurrió con la Paz total. Qué la paz total sí que la paz total no, qué la paz total con guerrilla, qué la paz total con organizaciones criminales…” y en medio de eso lo que ha venido haciendo es la paralización de las fuerzas armadas y la entrega los territorios a organizaciones criminales.

“¿De dónde a dónde va la incongruencia?” No tiene límites, es una confusión buscada para avanzar en su plan destructivo.

El verdadero riesgo está en que “tira el globo de si constituyente o no constituyente” mientras, apoyado en los planteamientos de Antonio Negri en su libro “El poder constituyente” -dentro de las teorías más radicales del marxismo leninismo-, trata de convertir el poder constituyente en un poder permanente a fin de destruir toda la institucionalidad. 

“Uno no debe caer en cuanto globo pirotécnico lanzado por Gustavo Petro como el de la constituyente” que oculta su verdadero propósito: atornillarse al poder. 

El proyecto de Petro no son las reformas, ni la paz total, ni la constituyente. “El proyecto es el poder y cómo se atornilla a él”. Para eso hay algo muy simple y es que “no ocurran las elecciones de 2026”.

“Si Petro hace colapsar el sistema electoral, de la misma manera que hizo colapsar el sistema de salud y la seguridad del país, sencillamente colapsa la democracia y se atornilla al poder”.

“Las elecciones son un proceso complejo (…) Se requieren ciertos actos como que se giren los presupuestos oportunamente, que se establezca la logística electoral, que se preparen los testigos electorales, que se distribuyan las mesas, que se disponga a la fuerza pública… si estas cosas no ocurren no hay proceso electoral”.

“Para que ocurra un proceso electoral es imprescindible que el presidente se ponga en la tarea de que ocurran las elecciones, que el gobierno garantice que haya elecciones. No basta que haya un registrador que quiera adelantarlas, no basta que haya un consejo electoral que haga su tarea. Siempre se necesita un gobierno que garantice las elecciones”.

“Hay que ponerle mucho cuidado a esto porque por ahí puede estar yendo el agua al molino esta vez”.

Lucio pone el ejemplo de lo que acaba de pasar con las elecciones en México, donde en varios estados se vieron afectadas las elecciones con asesinatos de candidatos, para mostrar cómo hoy en Colombia, apenas a medio mandato, no son pocos los departamentos donde, por cuestiones de orden público, no se podrían tener elecciones. Culmina diciendo que sectores políticos pueden estar en desacuerdo en distintos puntos, pero en lo que hay que estar plenamente de acuerdo es en que deben darse las elecciones del 26. “Defenderlas no es salir a poner candidatos que como reinas de belleza cuando lleguen a Cartagena no haya pasarela”.

Y así cada día de aquí a agosto del 26 no faltarán motivos de zozobra.

KienyKe

Publicado en Columnistas Nacionales

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