Cuando a un jugador le está yendo mal en una partida y ella se acerca a su final, tiene una opción desesperada que es poner sus escasos y últimos recursos sobre la mesa y apostar, en una última jugada, el todo por el todo. A esto se le llama restearse. Esto es lo que está haciendo el gobierno Petro ante el evidente fracaso de su política insignia: la 'paz total'. Es evidente que en este tema el Gobierno ya se está resteando. Busca acuerdos solo con dos grupos marginales, dejando a los grupos grandes fortalecidos, y paga favores a grandes delincuentes para garantizar su apoyo electoral en 2026.
Y no tiene otra salida. Su principal apuesta fue firmar la paz con el Eln, que después de las Farc era el grupo armado más grande del país. De manera aventurada prometió, incluso, que lo lograría en unos pocos meses. Porque con su generosidad y su profunda comprensión -que nadie iguala- de las profundas causas de la violencia en Colombia, él sí tenía la llave para abrir rápidamente la puerta de una paz total, no solamente con el Eln, sino con todos los grupos criminales. Según la visión petrista de la violencia, los integrantes de estos grupos han sido víctimas de una violencia estructural del sistema capitalista que los ha excluido de todo, y por ello no han tenido otra opción que tomar las armas para reclamar sus derechos. Bastaría entonces con abrirles generosamente la puerta a su participación en los beneficios del desarrollo y de la democracia, y apelar a su buena conciencia para convencerlos de que abandonen el crimen y transiten a la legalidad.
Falsa ilusión. Como si no hubiera sido suficiente que los principales cabecillas del Eln, tanto 'Gabino' como 'Antonio García', hayan insistido reiteradamente en que ellos nunca se desmovilizarán ni entregarán las armas, ahora 'Pablo Beltrán' ha dicho con claridad –ad portas del reinicio de los diálogos en Caracas-, que con el gobierno Petro no van a firmar la paz y que solo estarían avanzando en este proceso "para que futuros Gobiernos lo retomen y le den continuidad". (Ecos del Combeima, 19 Nov. 2024). Lo mismo de siempre: al Eln le gustan los diálogos de paz, pero no le gusta la paz, menos ahora que están tan fortalecidos. Los diálogos les dan reconocimiento y protagonismo, y con este gobierno gabelas como un cese al fuego que significa que las Fuerzas Militares dejen de perseguirlos. Pero la paz les significaría dejar las enormes ganancias del narcotráfico, la minería ilegal y la extorsión, además de cesar su dominio sobre muchas regiones y poblaciones. Nunca lo harán sino hasta cuando se vean obligados a hacerlo. Y hoy no es precisamente el caso.
¿No será ésta una manera de garantizar nuevamente su apoyo en las elecciones de 2026 que van a ser tan reñidas? Aquí también el Gobierno se estaría resteando.
En igual lógica mafiosa andan el resto de los diez (¿?) grupos armados con los que el Gobierno ha abierto sus flamantes y estériles mesas de paz. Aprovechan las circunstancias para ampliar sus negocios mafiosos, mientras mantienen engolosinados al Gobierno y a sus delegados en unas conversaciones que no van para ninguna parte.
Excepto tal vez con un par de grupitos marginales que tienen presencia en Nariño. Son unas pequeñas escisiones del Eln y de la 'nueva Marquetalia' en las que el Gobierno se está concentrando para desmovilizarlos y, aunque no pesen casi nada en el balance general de la violencia y del crimen en Colombia, le permitirían a Petro tener al menos un par de fotos que mostrar y no irse totalmente limpio y en blanco en su promesa pacificadora. Ahí se está jugando el Gobierno sus restos.
Pero también designando a varios exjefes paramilitares como gestores de paz, en una jugada que el país no logra entender ni digerir, por lo inútil, inconveniente e injustificada. Pero… ¿No estará así el Gobierno cumpliendo con los llamados pactos de La Picota que, según su propio hermano, le ayudaron a Petro ganar las elecciones a cambio de ciertas gabelas a miembros de grupos criminales encarcelados, pero con mucho dinero y mucha influencia en varias regiones del país? (Programa Los Informantes, Caracol Televisión) Y… ¿No será ésta una manera de garantizar nuevamente su apoyo en las elecciones de 2026 que van a ser tan reñidas? Aquí también el Gobierno se estaría resteando.
21 de noviembre 2024