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José Alvear Sanín                                                                                       

La clase política y los dirigentes gremiales, que forman el establishment, constituyen el único sector informado de la sociedad colombiana que no grita “¡Fuera Petro, fuera Petro!” ...

Los grandes dirigentes políticos, con excepción de los doctores Andrés Pastrana y Enrique Gómez, guardan “prudente silencio” frente a los avances incesantes del proceso narco-revolucionario, y ante los desatinos, amenazas, locuras y vulgaridades de quien ocupa la jefatura de un Estado proyectado al caos institucional y económico.

Nadie conoce mejor que ellos lo que significa, en términos de opresión y hambruna, una revolución comunista. Por eso mismo no es excusable la tolerancia con la que nuestro establishment responde a los disparates, dislates, amenazas, insensateces, barbaridades y despropósitos legislativos de Petro. También es intolerable la omisión de toda protesta, a medida que avanzan el control territorial por parte de los movimientos subversivos armados, y el caos económico propiciado por el gobierno.

Contrariando la situación real, business as usual parece ser la consigna de quienes, resignados ante la pérdida del poder, no tienen preocupación distinta a conservar algunos jirones de influencia o de proficuos negocios. Por tanto, no se hace la unión indispensable, patriótica, generosa y, sobre todo, urgente, para que se unifiquen todas las fuerzas democráticas bajo un único líder capaz de conducirlas al triunfo, si hay elecciones libres y respetadas en 2026...

En cambio, con cada jefe por su lado y con docenas de candidotes, el país va a repetir muy probablemente la tragedia de 2022.

La única y remota esperanza de que Petro caiga reside en el Consejo Nacional Electoral (CNE), porque si algún día se aprueba la acusación por la astronómica violación de los topes, se abre la posibilidad de que opere el Artículo 109 de la Carta. Pero el CNE está solo: La dirigencia política no se manifiesta en su apoyo, y los grandes medios callan sobre el asunto. ¿Será que el CNE está amedrentado? ¿O teme provocar una repotenciada primera línea que, formada por terroristas, incendiarios y mingas, salga de la Universidad Nacional para propinarle al país el autogolpe petrista?

Pensar que se derrotará al comunismo con el ejercicio político de corte tradicional es propio de bobalicones ingenuos, o de quienes se resignan a salvar lo que se pueda en los dos años venideros, para vivir luego en el exterior o en componenda con el subsiguiente régimen castro-petrista.

Quizá por esa actitud, no existe oposición real al gobierno, ni política ni gremial.

En vez de organizar congresos de defensa empresarial, se sigue invitando a Petro a las asambleas gremiales, a las que acude para proponer locuras y agredir a los medrosos ejecutivos, ¡que siempre manifiestan su disposición de “colaborar” y “dialogar” con el gobierno...!

Y en el Congreso se da curso a los proyectos mas disparatados, en la esperanza de corregirlos “un poquito” ...

¡Los parlamentos, contrariamente a lo que se cree, no son para expedir muchos estatutos, sino para impedir que las iniciativas absurdas se conviertan en leyes!

Proyectos horrorosos, como la reforma a la salud y la laboral, la jurisdicción agraria, la segunda “Ley de financiamiento” de este gobierno, y la de seguridad digital para censurar la información y aislarnos del mundo, siguen su trámite como si se tratase de iniciativas normales y razonables. Entre manipulación y mermelada, terminarán como leyes de la república para acabar con el modelo de libertad individual y empresarial.

Los proyectos aberrantes no merecen deliberación alguna, pero un Congreso mediocre (por decir lo menos), es incapaz de abortarlos antes de que sean expedidos para dañar irremisiblemente al país.

Enrique Gómez Hurtado (estadista menos conocido que Álvaro, pero más antipático) decía que en el Derecho Público no existe borrador, porque cuando un absurdo se convierte en ley sigue perjudicando siempre...

Los jefes políticos democráticos están en mora de exigir a sus bancadas el cese de toda actividad legislativa diferente al control político y las mociones de censura a los integrantes de la inepta y cleptocrática recua que nos desgobierna.

                                                                                               ***

Con la complicidad de la gran mayoría de los senadores, Petro se hará a su procurador de bolsillo, mientras le llega el turno a la junta del Emisor.

Publicado en Columnistas Nacionales

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