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Alfonso Monsalve Solórzano                                                                 

En la posesión de la nueva Defensora del Pueblo, Iris Marín Ortiz, el presidente Petro se despachó contra las mujeres periodistas que han criticado su gobierno y que según él han estigmatizado la protesta social. Las llamó “Las periodistas del poder, las muñecas de la mafia construyeron la tesis del terrorismo en la protesta y la criminalización del derecho genuino a protestar”.

Ahí está pintado. Esa frase resume todo lo que es y todo lo que representa.

Primero, llamarlas “muñecas de la mafia” es ofensivo contra todas las mujeres y es evidente su desprecio a ellas por el hecho de serlo: nunca habría hablado de los muñecos de los altos cargos, a pesar de que en este gobierno hay algunos sugar babies de muy encumbrados funcionarios del gobierno, jóvenes estos a los que han acusado de usar a su donante para hacer negocios personales y traficar influencias, sin que tales señalamientos hayan sido desmentidos; o, a pesar de que el primer mandatario haya sido visto, presuntamente, en Panamá con un travesti. No. La referencia es sólo a las mujeres, devaluadas, como están, en la tradición cultural marxista colombiana en la que los revolucionarios, igual que los mafiosos, las han visto, si acaso, como objetos de placer. Y si no, recuerden que, en la guerrilla, las mujeres fueron y son, muchas de ellas, esclavizadas por los comandantes o/y obligadas a “socializar” cuando los combatientes lo requieren.

Y, para “periodistas del poder”, Hollman Morris.

Lo segundo, es el odio a todos los periodistas, porque no solo las mujeres escriben contra el querer del presidente. En realidad, la inmensa mayoría de periodistas, hombres o mujeres, lo hace.  De hecho, esta cumple con su deber de informar objetiva e imparcialmente, en cambio de deformar la realidad al gusto de Petro, que desde siempre ha defendido las acciones de la primera línea en el llamado “estallido social” como protesta legítima y no como acciones violentas, muchas de ellas, terroristas.

Es que, como casi siempre, cuando se trata de calificar los hechos sociales, el presidente pasa por buena una mercancía barata (en el decir de Mao). El llamado “estallido social”, que comenzó el 28 de abril del 2021, con antecedentes en los años anteriores, y duró más de un año, fue todo, menos pacífico y legítimo. El resumen de Infobae es el siguiente:

 “La afectación a policías con 1.009 casos es la conducta penal más recurrente, seguido del daño en bien ajeno con 680 (113 instalaciones de Policía, 60 bancos, 39 cajeros automáticos, 31 entidades estatales, 23 alcaldías, 23 estaciones de transporte masivo, 14 instalaciones judiciales). En tercer lugar, se registró la obstrucción a vías con 419 casos y el incendio con 67 (7 sector comercial, 4 instalaciones de policía, 4 instalaciones públicas, 4 entidades financieras y una alcaldía)”.  (https://www.infobae.com/america/colombia/2022/04/05/mas-de-2000-delitos-habria-cometido-la-primera-linea-durante-las-manifestaciones-del-2021/).

La verdad, además, es que no se trató de un “estallido social” porque no fue una acción masiva significativa permanente, sino un conjunto de movilizaciones, cada vez más lánguidas, pero más agresivas, y de acciones violentas que intentaron cercar la economía del país, como la toma del puerto de Buenaventura, orquestadas por grupos afines a Petro, a las guerrillas y a las mafias de narcotraficantes (que, por ejemplo, se apoderaron del Portal de las Américas, por más de un año).

Su objetivo: derribar a Duque o agitar el país para aclimatar la elección de Petro en un entorno de violencia, propósito este que lograron, gracias a la débil defensa que implementó el anterior presidente, de nuestra democracia que estaba bajo ataque.

Que la “protesta” del “estallido social” encabezada por la “primera línea” fue un conjunto de actos criminales y no la criminalización de la protesta legítima por parte de “las muñecas de la mafia”, lo ratificaron los jueces de la república:

El Tribunal Superior de Bogotá, confirmó la condena a 19 años de cárcel contra tres integrantes de las “protestas” y de 10 años contra una persona más, por los mismos hechos,  condena que había proferido  el Juzgado Cuarto Penal del Circuito Especializado de Bogotá, por concierto para delinquir, terrorismo, perturbación en medio de transporte, violencia contra servidor público y daño en bien ajeno, por hechos ocurridos durante el estallido social en 2019y 2021 (https://www.eltiempo.com/justicia/delitos/cinco-claves-de-la-condena-del-tribunal-de-bogota-contra-cuatro-miembros-de-la-primera-linea-3347452)

En el fallo también hablaron de que las protestas fueron infiltradas por las disidencias de las FARC En efecto, el Tribunal consideró probado que  Wilson Moreno, alias ‘Martín’ o ‘Negro’, del frente Manuel Marulanda Vélez, lideró los disturbios en Bogotá ; que Justo Villarraga Trujillo, alias ‘Justo’ fue el enlace que conectó las disidencias con Erika Flórez Durán para planear los ataques contra el ESMAD, junto con  Greissy Perilla Vargas (https://www.elnuevosiglo.com.co/politica/condenas-penales-primera-linea-ratifican-que-protesta-social-debe-ser-pacifica).

Este tipo de ataques por parte del presidente, no son casuales. En realidad, ahora que comienza a tener el sol en la espalda, arrecia sus acometida contra las libertades de prensa, pensamiento y expresión, para desacreditar a los medios y a los críticos independientes ahora que las elecciones se acercan, con el doble propósito de (a) desatar el caos para intimidar de nuevo a los colombianos, mediante una “protesta social” a su favor, ahora que tiene el poder y lo puede hacer más fácil, para imponer su reelección o la continuidad de su proyecto por persona interpuesta, en caso de que haya elecciones; y (b), porque, a pesar de que hay una pléyade de mujeres periodistas independientes que han sido críticas de la “protesta Social” y de Petro, como María Isabel Rueda, Darcy Quinn, María Andrea Nieto, Salud Hernández–Mora, por citar solo algunas, una destaca por sus posiciones antigobiernistas y eventual candidata a la presidencia. Que piense en Vicky Dávila cuando habla de las muñecas de la mafia y de periodistas del poder, es altamente probable.

Publicado en Columnistas Nacionales

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