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César Salas Pérez   

Impresionante y nunca jamás visto, la cantidad de presuntos bandidos que forman parte del actual gobierno.

El mal menor es la guardia pretoriana de petristas corruptos con historial, aquellos groseros pilluelos que gozan de una especie de inmunidad silenciosa frente a la paquidérmica, ideologizada y selectiva justicia colombiana que todos ya conocemos y que en vez de estar condenados, o son embajadores o tienen puesto en este gobierno, y otros tantos nuevos presuntos perpetradores graduándose de agentes de delitos contra la administración pública, con capacidades dañinas como funcionarios para usurpar el erario o dinero público sea cometiendo cohechos , abuso de autoridad, prevaricatos o alguno de las conductas puntales tipificado en el código penal.

Y es que el mal mayor lo ostenta el propio mandatario, el señor Petro, quien goza para mal de cualidades propias de personas que han actuado por fuera del contexto legal como haber pertenecido a un grupo terrorista sanguinario M-19 que tanto daño causó a miles de compatriotas, a tal punto de incinerar en gran mayoría a la lujosa lista de magistrados de la Corte Suprema de Justicia, de la Universidad Externado.

En la década de los 90s y luego de ser amnistiado, el hoy presidente o el mal mayor, se atornilló en el congreso a agitar con vehemencia la bandera de la subversión, a justificar la violencia de sus allegados de las Farc y el ELN, principalmente, argumentando la tal lucha armada, la tal revolución, la tal lucha de clases y en general, toda la podredumbre que significa el comunismo.

Pero a Petro le llegó su hora desde que el desaparecido Hugo Chávez empezó con la debacle y la destrucción venezolana. Ha sido, es y será el discurso perfecto para robarse un país y condenarlo a la miseria, el hambre, la pobreza y la muerte, el discurso del progresismo socialismo.

Desde entonces, su sueño se fue fortaleciendo, el de llegar a ser presidente, perdiendo en dos ocasiones y finalmente, hace dos años, lograr su cometido. Sin embargo, su espuria victoria y como es natural en alguien que ha estado en la clandestinidad y que ha utilizado las armas en contra de sectores determinados de la población y de las F.F.MM y la Policía Nacional, recibió apoyos de todo el bandidaje mafioso y corrupto de este país en el llamado “pacto de la Picota”. Así lo declaró ante la Fiscalía, su hijo, hoy imputado por graves delitos y quién muy seguramente, como suele suceder cuando el poder lo ejerce un narcisista, se saldrá con la suya o a través de una nulidad procesal o un asilo político exprés o cualquier artimaña petrista que tumbe su juicio procesal.

Creería que este escándalo merece su propia columna de opinión. Lo que si está determinado es que Petro, en su gobierno está rodeado de gente carente de formación académica y experiencia profesional, salvo contadas excepciones, hay bastante desadaptado y activista de izquierda en puestos muy importantes del ejecutivo, personajes que desconocen dos cosas primordiales, la primera, la realidad nacional, y la otra, el manejo y desempeño en el ejercicio de sus funciones, lo que se traduce en una absoluta desconexión entre el gobierno con los territorios y con los ciudadanos.

Otro error es que cada decisión suya deja en el ambiente una sensación de apoyo a los delincuentes, invirtiendo los papeles y creyendo que el país le sale a deber siempre a sus victimarios. Su fracasada “paz total” es el ejemplo más evidente de rendirle culto a los bandidos, empoderarlos y poner el aparato estatal a su servicio. Una mente sensata combatiría con contundencia a los perpetradores ilegales y exaltaría a las víctimas. Con el señor Petro lo absurdo es un paisaje cotidiano.

La evidencia y contundencia de los hechos hablan por si solos. A la fecha, ha viajado más a Caracas que al Chocó o el Cauca, republiquetas de las guerrillas, un mandatario que detesta a Antioquia y al alcalde de Bogotá, quien siente un odio visceral por los Char en Barranquilla, quien no se atreve a ir a los Santanderes, a los llanos orientales, pero se siente muy cómodo viajando a cuanto foro o evento progresista mundial se inventen solo para ir y hablar estupideces de poca monta y ganarse el crédito de la prensa internacional. Un tipo que le declaró la guerra a la institucionalidad colombiana con sobrados méritos de vulgar charlatán y arrogante caparazón megalómano.  Sin duda,  representa una gran amenaza para la libertad y la democracia con un objetivo claro, hacerse reelegir a las buenas o a las malas. Sabe que pierde ampliamente en las urnas pero ganaría en la Registraduria Nacional intentando a toda costa manipular el resultado, típica artimaña venezolana.

Lamentablemente, nuestro excesivo régimen presidencialista le permite sin vergüenza alguna y por interpuestos emisarios, sobornar incautos senadores y lacayos representantes, poniéndoles precio y al mejor estilo de un negocio de componendas y prebendas, los rastreros legisladores se venden traicionando sus conciencias, a sus colectividades y por supuesto, sus votantes. Recordemos que la politiquería es dinámica y así no exista una coalición de gobierno en el congreso, si hay muchísimo efectivo contante y sonante y entidades para transar el hambre y la necesidad de este estrato 8 del capitolio nacional.

Pobre de mi Colombia que vive con intensidad la horrible noche, pero más pobres aquellos que se arrodillan y claudican ante un gobierno indigno, cuestionado, corrupto, sumiso ante el delito, amigo de dictadores genocidas, socio de guerrilleros asesinos, un gobierno ignorante y un presidente impresentable. Nada es para siempre y los buenos son inmensa mayoría, pasaremos la página y vendrán mejores tiempos y la reconstrucción de la patria que nos vio nacer.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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