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Los BRICS son tan irreales como las constelaciones en el cielo

Juan David Escobar Valencia

En estas épocas también hay gente sin mucho qué hacer, pensando que puede crearse una organización internacional amontonando letras y organizando una tabla en Excel de países con sus PIB y sus poblaciones.

Una constelación es un conjunto de estrellas agrupadas ficticiamente mediante trazos imaginarios que pretenden evocar forzadamente una figura determinada. Dichas estrellas no necesariamente tienen alguna interacción real y pueden estar a cientos de años luz unas de otras.

Su creación es completamente arbitraria y subjetiva, y puede ser el resultado de un fenómeno sicológico denominado “pareidolia” en el que: “un estímulo vago y aleatorio (habitualmente una imagen) se percibe como una forma reconocible, debido a un sesgo perceptivo”. En español significa que uno termina viendo o percibiendo lo que uno quiere ver, lo que explica que unos logren ver un conejo en una nube o a la Virgen de Guadalupe en un buñuelo. En 1643, Anton de Rheita, un astrónomo anticopernicano y miembro de los Capuchinos, intentó cristianizar el telón celeste, lleno de constelaciones paganas, y forzó conexiones entre estrellas de las constelaciones de Leo e Hydra para configurar una imagen de Jesús. Parece que por esas épocas no había mucho qué hacer.

En 2001, el economista Jim O´Neill, para no mencionar cada país individualmente, creó el acrónimo BRIC, que agrupaba a Brasil, Rusia, India y China, consideradas como economías emergentes que, así como las constelaciones en el cielo, no tenían realmente vinculaciones económicas profundas ni las tendrían obligatoriamente en el futuro por el hecho que sus nombres se agrupen en una palabra. Solo hasta 2010, los miembros de esta constelación económica se creyeron el cuento, así como algunos todavía creen en las constelaciones del horóscopo, y formalizaron la pareidolia del BRICS, al agregar a Sudáfrica al ente fantasmal. Hace unas semanas se unieron a la imaginaria agrupación Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Etiopía. Argentina finalmente no se enlistó por decisión del nuevo presidente, que no cree en pendejadas. ¿Sabrá algún dios del cielo cómo se irá llamar esta entelequia? ¿BRICSEAUEASE, BRICS+++++, o BRICS RV (Reloaded Vitaminized)?

En estas épocas también hay gente sin mucho qué hacer, pensando que puede crearse una organización internacional amontonando letras y organizando una tabla en Excel de países con sus PIB y sus poblaciones, y al totalizarlas concluya que semejante resultado es una poderosa coalición que alterará las dinámicas geoeconómicas del planeta. ¿Acaso olvidaron que Colombia es la “C” de los CIVETS, la “influyente” agrupación que ha cambiado el destino del mundo?, Y eso que “aún” no hablamos suajili.

Todavía hay a quienes les encanta negar la realidad, que ya es algo peligroso. Pero más aun es que tanto idealista ignorante crea que transformará el mundo enfrentando al G7 con asociaciones ficticias de miembros no complementarios, algunos en cuidados intensivos y otros en vías de estarlo. ¿Será que Egipto, Irán y Etiopía tienen probabilidades reales de ser potencias económicas? Rusia, además de grande, seguirá siendo un país subdesarrollado, pero con tantas aspiraciones infundadas como misiles. Hay que ser muy iluso para creer que en un grupo donde participe China, esta será solamente un miembro como cualquier otro que aceptará democráticamente una votación al interior del grupo y se abstendrá de imponer sus intereses y moneda.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 04 de febrero de 2024.

Publicado en Columnistas Nacionales

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