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Héctor Hoyos Vélez 

La riqueza cultural, la experiencia ante la violencia y la tradición democrática de Colombia, confluyen hoy en la resistencia a este gobierno de pretensiones totalitarias comunistas.

Los políticos negocian, discuten, llegan a acuerdos y desacuerdos, en ese ambiente todo es imprevisible, pero hacen lo que les corresponde; parlar. De ahí no saldrá un consenso ni a favor ni en contra del gobierno, la mayoría creen que habrá elecciones democráticas en 2026 y se están preparando los aspirantes a la Presidencia como si aquí no pasara nada raro.

El pueblo en cambio sí se manifiesta cada vez más inconforme, la ciudadanía lo expresa espontáneamente, en las elecciones territoriales se alineó con la democracia y la libertad, se organiza en torno de iniciativas que van desde el juicio político al Presidente hasta la convocatoria a un Cabildo abierto con mayor participación popular.

En Antioquia, mientras nos alistamos para la posesión del Gobernador, del Alcalde de Medellín y demás alcaldes, concejos y Asamblea, con la esperanza de hacerle contrapeso al gobierno nacional, nos siguen ofendiendo con hostilidades que restringen nuestro desempeño, por lo que se ha respondido agitando con urgencia la Autonomía Territorial.

Se inició el debate y no puede dejarse enfriar hasta lograr el referendo que el Señor Gobernador propone. Durante la campaña a la Gobernación, la Autonomía de Antioquia fue un tema que trataron varios candidatos con sólidos argumentos y diferentes caminos. Conviene que todos ellos se unan para ir de la mano con un horizonte claro y lograrlo. Aquí no se trata de pedir dádivas al centralismo, se trata de abrirle paso a nuestro destino, destino que está amparado por Naciones Unidas que tendrá que reconocer la autodeterminación del pueblo antioqueño, incluso si es necesaria, la independencia, por el nocivo impacto en nuestro pueblo, de la colonización neocomunista impuesta desde países y organizaciones extranjeras, contraria a nuestra cultura.

Tanto por nuestras necesidades como por nuestro ímpetu emprendedor, este gobierno de la ideología del decrecimiento y la miseria no podrá detenernos. Para impedir el daño que nos hace, la estrategia del pueblo antioqueño debe ser exigir el juicio a Petro en el Congreso, mientras a todo nivel se lucha contra esas decisiones hostiles.

Antioquia tiene que ambientar entre sus vecinos la necesidad de conformar una región de gran desarrollo con proyectos públicos comunes y proyectos de inversión que atraigan capital extranjero a nuestra región, que tiene todas las condiciones para ser una de las más desarrolladas de América, tanto por sus riquezas naturales y su posición geográfica, como por el ejercicio de la libre empresa en el ADN de los antioqueños. Unidos como lo demostramos en las elecciones somos imbatibles frente a las pretensiones totalitarias del gobernante actual.

Los antioqueños debemos tomar muy en serio la amenaza que significa el individuo que ocupa la Presidencia, en Antioquia debemos acostumbrarnos a atesorar dólares y oro, abundante en nuestro territorio, que constituyen activos en los que nuestros patrimonios pueden refugiarse ante un gobierno que solo piensa en fortalecer el Estado confiscando nuestras propiedades con impuestos.

Un gobierno que ejerce de facto por los cuestionamientos legales de su campaña que lo deslegitima por completo, que procede del terrorismo y del ejercicio de las vías de hecho, para conseguir sus objetivos, si no tiene quien se lo impida, ejercerá todo su poder represivo para mantenerse por el tiempo que le dé la gana. Pues, el poder popular tiene que hacerle frente y desde Antioquia tenemos que agitar la resistencia cívica y popular para enfrentarlo y destituirlo conforme a la constitución.

En materia de seguridad, los nuevos gobernantes locales tienen herramientas constitucionales para obtener el apoyo de la ciudadanía e incluso deben defender el libre porte de armas ante el grave deterioro del orden público.

Antioquia no puede coexistir con un gobierno contrario a su esencia libre, tiene que luchar para impedir que cumpla sus objetivos. Además, si nos trata como enemigos es porque nos reconoce somos sus enemigos.

Los ciudadanos le pagamos tributos al Estado, no al gobierno. Lo debemos tener claro porque si de recortarnos presupuestos para nuestros proyectos se trata, hay por ese lado un factor de negociación con el gobierno. Podemos perfectamente condicionar el pago de impuestos al cumplimiento de los compromisos de recursos para terminar las obras de la Nación. Que entiendan que este es un pueblo contra el que se están enfrentando, no con unos empresarios, ni con unos gobernantes, ni con unos ciudadanos cualesquiera de Colombia a los que los políticos están acostumbrados a pasar por encima, se trata de un pueblo con profunda identidad, cultura, historia y capacidad de valerse por sí mismo, y con una unificada y decidida aspiración de libertad y progreso. Es el ¡Pueblo Antioqueño!

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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