Por estar dedicado a blanquear el terrorismo, absteniéndose de condenar a Hamás y a comparar la legítima defensa de Israel con el nazismo —además de esparcir elementos entre las estrellas—, a Petro se le están gestando al mismo tiempo y en sus narices cuatro graves crisis: crisis económica, crisis de salud, crisis de seguridad y crisis energética. Si ya sería grave que ocurriera una sola de ellas, que ocurran las cuatro simultáneamente va a ser catastrófico para el país, y va a dejar la gobernabilidad de Petro por los suelos. Pero él no parece darse cuenta o no parece importarle. O tal vez, mejor, dado que su elemento es el caos y el conflicto, las está buscando para así afianzarse en el poder. “Cuanto peor, mejor” parece ser su lema de gobierno.
La economía va a pasar de crecer 11 % en 2021 y 7 % en 2022 a solo un mediocre 1.5 % este año. Las exportaciones han caído porque ha caído el producto nacional, y las importaciones se han desplomado porque ha caído el consumo y también la inversión, que es un 4 % menor a los tiempos prepandemia. La construcción, así como la compra de vivienda y autos están por el piso. Se augura una caída del empleo en 2024, así como del nivel de tributación. La incertidumbre cunde entre los empresarios, que no solamente tendrán que tributar más el año entrante, sino que de aprobarse la reforma laboral, verán aumentarse sus costos laborables de manera insostenible. Agréguese a todo esto la amenaza de un apagón, y estará listo un escenario de recesión económica para los próximos años.
La crisis energética en la forma de un apagón eléctrico la están advirtiendo agentes del sector y especialistas en la materia. Unas 17 compañías de distribución han anunciado que no podrán seguir operando en el próximo futuro debido a problemas de liquidez que el Gobierno se empecina en no solucionar. Aquí también son evidentes los prejuicios ideológicos del Gobierno en contra de las empresas privadas del sector y en favor de una estatización total del servicio. La falta de claridad con respecto a las futuras reglas del juego y las amenazas de control gubernamental de las tarifas están espantando la inversión en momentos en que se necesita con urgencia la ejecución de nuevos planes de expansión eléctrica. Súmese a esto el retiro de empresas que tenían proyectos de energía alternativa a causa de la parálisis en las licencias, los bloqueos de las comunidades y la “consultitis” que ya era grave, pero que se ha exacerbado con la aplicación del Acuerdo de Escazú, aprobado en mala hora por el Congreso a instancias del gobierno Petro; y El Niño que viene.
La crisis de seguridad que ya estamos viviendo se agudizará aún más con la inmovilización de la Fuerza Pública, el fortalecimiento de los grupos ilegales y el auge imparable del narcotráfico.
En cuanto a la crisis en la salud pública, es evidente que el Gobierno ha tenido como estrategia marchitar el actual sistema de salud mediante su desfinanciamiento hasta llevarlo a su colapso. Esta es una manera cínica e irresponsable de ambientar su deseado cambio hacia un sistema estatal de salud que está impulsando en el Congreso. El Gobierno tendrá que afrontar en el futuro próximo uno de dos escenarios: que el Congreso no le apruebe la médula de su reforma, que es la destrucción de las EPS, o que la apruebe, pero la Corte Constitucional con seguridad la tumbe por haberse tramitado como ley ordinaria cuando se necesitaba una ley estatutaria o por no haber contado previamente ni con el concepto previo de Minhacienda ni con el aval fiscal necesarios para su trámite y aprobación. En cualquier caso, su plan B es imponer por la puerta de atrás su reforma como una salida forzada a la crisis que el mismo Gobierno ha provocado previamente. La consecuencia sería un caos en la salud pública en el país de proporciones mortales, infinitamente más grave que el caos sanitario que provocó el alcalde Petro en Bogotá cuando quiso estatizar caprichosamente la recolección de basuras en la ciudad.
P.D. Nuestra solidaridad incondicional con Israel frente a la barbarie terrorista de Hamás.
https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 13 de octubre de 2023.