La historia es rica en ejemplos de cómo cuando los comunistas llegan al poder, la corrupción prácticamente la convierten en una “forma de lucha”, pues sin ir muy lejos, vemos a Venezuela en donde se creó con los recursos del estado a la llamada boliburguesía, enriqueciéndose inmensamente los principales miembros del régimen; aunque hay que hacer una salvedad, entre oligarquía y burguesía, dado que no es lo mismo, porque la oligarquía es el sector de la sociedad que no genera riqueza, pero que chupa sin ningún control de los recursos estatales, lo que también se le conoce como capitalismo burocrático; mientras que la burguesía es la parte de la sociedad acaudalada que generando empleo principalmente en la economía primaria y secundaria produce riqueza; de manera que en Colombia no estaríamos lejos de tener una petro-oligarquia, parecida a la mal llamada boliburguesia en Venezuela.
La supuesta lucha anticorrupción que pregona la denominada izquierda, es apenas un elemento oportunista, que toma como caballito de batalla algo que desgraciadamente en toda la historia de la humanidad ha acompañado a los diferente sistemas políticos; resaltando que las dictaduras comunistas han sido indiscutiblemente las campeonas mundiales en ese flagelo, o ¿cómo se controlaba la corrupción en la URSS y en sus países satélites? De igual manera es bueno saber ¿quién vigila la corrupción en China, Corea del Norte, Cuba, Nicaragua, Venezuela o Vietnam? En vista de que solo se acusa de corruptos en esos regímenes a los que caen en desgracia con la nomenclatura; por ese motivo los seguidores del engendro marxista leninista no tiene autoridad moral para hablar de la lucha en contra la corrupción, en razón de que únicamente mediante el fortaleciendo de la democracia se combate eficazmente a ese flagelo.
Sin embargo, demagógicamente la mamertada desde hace décadas, proclaman: “hay que superar el modelo económico, social y político que tanto daño le hace al país”, por eso habrá que preguntar ¿por cuál lo cambiamos? Será por el de Venezuela con el socialismo del siglo XXl, que es una simple máscara del comunismo que busca la perpetuidad en el poder sin importarle las aflicciones de las masas, pues a esa secta totalitaria lo que le interesa de acuerdo a la superstición basada en el materialismo histórico y la inevitabilidad es tener el poder eternamente.
De manera que la llamada izquierda que denuncia la corrupción, se olvida de Odebrecht, cuyo componente político en esa empresa corrupta brasileña fue el Foro de Sao Paulo, impulsado por Lula da Silva y Dilma Rousseff, dado que buscaban cooptar a la mayoría de gobiernos en Latinoamérica para el proyecto del socialismo del siglo XlX; subrayando que para el engendro marxista la corrupción hace parte de su proyecto político; en razón de lo cual, en el comunismo totalitario el fin justifica los medios y por eso Antonio Gramsci (1891-1937) conjugó al marxismo con el maquiavelismo.
Dirigentes y algunos partidos de la llamada izquierda, han tenido a su favor para no explicar su presencia en el Foro de Sao Paulo, que periodistas de los grandes medios de comunicación nunca le preguntan nada al respecto, no se sabe si es por desconocimiento del tema o que hay instrucciones precisas para evitar conocer la verdad sobre un asunto tan azaroso, cuyo objetivo ha sido conspirar en contra de la democracia en los países de esta parte del mundo, debido a que la esencia del esperpento creado por Fidel Castro y Lula da Silva es indudablemente marxista leninista, sin que haya la mínima posibilidad de demostrarse lo contrario.
Las monsergas contra la corrupción que hace la denominada izquierda son embusteras y electoreras, porque hacen parte del Foro de Sao Paulo mentor de Odebrecht, que ha sido el factor de corrupción más grande que han conocido nuestros países en los últimos tiempos. Además es fantasmagórico decir que el Foro de Sao Paulo se creó en 1990 para contrarrestar al neoliberalismo, sabiendo que el origen del mismo fue aproximadamente 13 años antes, cuando el Partido Comunista de China entró en la economía de mercado para satisfacer la demanda de mercancías a bajo precio que buscan las trasnacionales, para acrecentar el mercado internacional, lo que ocasionó en el mundo la flexibilización laboral y el neoliberalismo, que hoy padecen los trabajadores en muchos países.
En Venezuela, hace 25 años sus ciudadanos fueron tramados, por el teniente coronel Hugo Chávez, con el cuento del cambio y en contra de la corrupción y del continuismo de los partidos Adeco y Copei, pero los resultados saltan a la vista, debido a que la corrupción con el chavismo se aumentó exponencialmente y el continuismo con el socialismo del siglo XXl, apunta a que la camarilla comunista jamás entregue el poder.
Con semejantes ejemplos y muchos más, la ciudadanía colombiana no se pueden dejar alucinar por los sectores de la denominada izquierda que anuncian el cambio, ya que dentro de la democracia liberal se pueden realizar los cambios requeridos y combatir la corrupción teniendo la voluntad política, porque la democracia que ha sostenido la institucionalidad en Colombia, ha sido imperfecta pero persistente para que los colombianos hayan podido vivir a pesar de las vicisitudes en un estado de derecho, no obstante la conspiración marxista leninista durante más de 60 años para tomarse el poder, teniendo como punta de lanza a las guerrillas comunistas con la combinación de todas las formas de lucha.
Siguiendo el sentido común, habrá que reiterar, que si la democracia liberal se encuentra en peligro con el actual gobierno, se tendrá que continuar con la movilización popular, para defender la democracia y la libertad, que permitan lidiar con la corrupción en todas sus formas, no obstante las sombras que puedan existir; pero que mediante un conjunto de reglas claras, trasparentes y eficientes, dentro de las instituciones, se podrán combatir varios de los males que aquejan a la sociedad, para no permitir la aventura totalitaria comunista.