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Las sanciones a Rusia no duelen cuando se tienen gobiernos cómplices

Juan David Escobar Valencia

Que un país invada y ataque a otro, por repetido que haya sido en el pasado y en varias partes del planeta, no hay manera de aceptarlo, justificarlo y menos aún, ser cómplice.

Mahatma Ghandi decía que “el silencio se convierte en cobardía cuando la ocasión exige decir toda la verdad y actuar en consecuencia”. Lástima que el actual gobierno indio parece desconocer quién lideró la formación del país que ahora administra y los principios que guiaban sus acciones.

Si la vergüenza hiciera parte de la actuación de muchos políticos, no veríamos tantos comportamientos asquerosos y el deterioro creciente de su reputación tendría freno, o al menos sería menos acelerado, aunque el caso de nuestro burgomaestre es insuperable.

A pesar de los pecados que hubiese cometido el gobierno ucraniano en contra de la población étnicamente rusa de su país, nada justifica el ataque ruso a Ucrania ni su forma atroz y despiadada, y no hablaré de lo que hará en unas semanas cuando el suelo ucraniano esté más seco y firme, como advertí hace unos meses. Así como la persistencia en el tiempo del delito no legitima su existencia, que un país invada y ataque a otro, por repetido que haya sido en el pasado y en varias partes del planeta, no hay manera de aceptarlo, justificarlo y menos aún, ser cómplice.

Occidente, que tampoco está libre de todo pecado, decidió reaccionar a la invasión rusa a Ucrania, no solo con condenas protocolarias sino con sanciones que provocasen dolor y restricciones económicas al gobierno ruso. No era un secreto que la dependencia de los hidrocarburos rusos, especialmente de Europa, limitaría la profundidad de las sanciones, pero restringir las exportaciones de ellos es todavía la opción más obvia de afectar el financiamiento de una guerra.

Lastimosamente las sanciones a Rusia no han sido todo lo efectivas que se esperaban, en parte porque no fueron lo suficientemente fuertes, pues provocarían dolor también a quien las decretaba, y porque los bandidos son recursivos y cuentan con que habrá otros sin escrúpulos. Del gobierno chino uno no espera dignidad porque las dictaduras se forman sin eso, pero así sea romántico decirlo, sí anhelábamos que una democracia, la más grande del mundo, no fuese cómplice de Rusia en una acción tan canalla. Hace un año escribí que “India solo es aliada fiel de sí misma” https://www.elcolombiano.com/opinion/columnistas/india-solo-es-aliada-fiel-de-si-misma-HC17517606, y es entendible, aunque no justificable, su vergonzosa “neutralidad”.

Rusia, para enviarle a China e India el petróleo que antes iba a Europa, está haciendo uso de canales y métodos non sanctos, que además de fortalecer a los actores ilegales aumentan el riesgo que, si algo sale mal, nadie atenderá los daños a terceros. El uso de flotas de barcos por fuera del circuito legal, implica el peligro que, si hay un accidente, ninguna compañía de seguros responderá, ni ninguna de estas empresas ilegales hará algo para atender los daños. Ojalá no pase nada. No deseo que el accidente sea en aguas y costas chinas o indias, ni qué hará India cuando en el futuro sea atacada por China en el Índico y en el macizo montañoso del Himalaya, y Occidente le “refresque” la memoria.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 22 de mayo de 2023.

Publicado en Columnistas Nacionales

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