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Alfredo Rangel*      

Chile vive hoy en incertidumbre política, estancamiento económico, crisis de seguridad…

De un tiempo para acá, lo que sucede en Chile se ha convertido en una especie de viaje al futuro para Colombia. En América Latina, Chile ha sido uno de los países con mejores índices de desarrollo humano, mayores progresos en equidad, en lucha contra la pobreza, con una economía próspera y estable, y excelentes indicadores de libertad y democracia.

Pero ahora vive en total incertidumbre política, estancamiento económico, crisis de seguridad, desempleo, inflación y desesperanza. Allí hubo un estallido social azuzado por grupos extremistas que con su primera línea organizaron y generalizaron la violencia, manipulando expectativas frustradas de sectores de clases medias, induciendo bajo chantaje la llegada de un gobierno populista de izquierda que se ha mostrada incompetente, alejado de la realidad e incapaz de solucionar los problemas cotidianos de los chilenos y darle esperanza a su país.

En Colombia hemos vivido algo parecido. No obstante nuestros evidentes y significativos progresos sociales en décadas de gobiernos democráticos, grupos de izquierda radical nos han vendido la idea de que vivimos en un infierno de inequidad, de hambre y de injusticia, producto de los gobiernos de unas oligarquías inhumanas, salvajes y depredadoras. Provocaron estallidos de violencia organizada, financiados por narcos y guerrillas, y enviaron con éxito la amenaza de que si queríamos que esa violencia cesara, teníamos que elegir un gobierno populista de izquierda que liderara “el cambio”. Colombia sucumbió al chantaje. Como en Chile. Similar origen, similar proceso.

Boric lleva solo 14 meses de gobierno, y en los últimos 9 meses ha sufrido dos estruendosas derrotas electorales. Sus índices de aprobación han bajado al 24 %, la delincuencia está disparada; la salud, en crisis; su coalición de gobierno, resquebrajada; la inflación, sin control, su gobernabilidad se debilita, sus electores se arrepienten, perdió el control del cambio constitucional y se quedó sin agenda, sus reformas no tienen futuro en el Congreso. Algunos dicen que “el gobierno de Boric ya terminó”.

Es evidente que en este espejo se debe estar mirando Petro. En nueve meses su desaprobación subió a 61 %, su aprobación cayó a 32 %, perdió la calle y no moviliza a casi nadie, su coalición de gobierno está deshecha, el 58 % repudia sus “balconazos”, se hundió su reforma política, la inflación sigue disparada, las masacres aumentan, el desempleo crece, la inseguridad cunde, los bloqueos viales se multiplican, su reforma a la salud asusta, su Paz Total no arrancó, la economía se estanca, sus votantes se arrepienten, el Presidente se aísla, su gobernabilidad se debilita. Y, para rematar, es muy probable que las elecciones del próximo octubre se conviertan en un plebiscito contra el Gobierno y sus aliados pierdan las alcaldías de Bogotá, Medellín y Cali, para empezar.

Pero ante la incompetencia de su gobierno para solucionar los problemas reales del país –no ha presentado ni una sola victoria temprana en ningún campo–, Petro se refugia en su radicalismo ideológico, reparte culpas a discreción y genera nuevos conflictos por doquier. Ese es su elemento, su zona de confort: el conflicto verbal, porque el discurso y la palabra son su recurso. No es la gestión de gobierno, ni la coordinación institucional, ni la ejecución presupuestal ni el logro de metas. El verbo es suficiente y el conflicto basta.

Dos ejemplos de muestra. El “balconazo” del primero de mayo y el desafío al Fiscal General. Con el “balconazo” nos advirtió que si sus reformas no son aprobadas, vendrán la movilización popular y la revolución. Inaceptable chantaje al Congreso y a la mayoría de la opinión que rechaza, por ejemplo, su reforma estatizante de la salud. Lo del Fiscal no fue equivocación ni ignorancia, fue calculado y deliberado. Y una advertencia a la Corte Suprema y al próximo fiscal que ella escoja: debe ser un subordinado a sus caprichos y un perseguidor de sus malquerientes. Vivir del conflicto.

https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 11 de mayo de 2023.

Publicado en Columnistas Nacionales

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