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Saúl Hernández Bolívar

Petro anhela coartar nuestras libertades al máximo sacrificando al país en el altar de sus delirios ideológicos.

En 2022, una riqueza descomunal huyó despavorida de las cinco economías más grandes de América Latina: Brasil, México, Argentina, Chile y Colombia. Fue la bicoca de 137.000 millones de dólares escapando de las garras del comunismo ramplón que se ha instalado en estos y otros países de la región para secarlos y empobrecerlos. Son más de 600 billones de pesos que equivalen a unas 30 reformas tributarias como la que nos clavó Petro en diciembre.

Con esas fugas de capital comienza el empobrecimiento, sumado a la fuga del mejor capital humano, que también se va, y a la inversión extranjera, que no vuelve. Esa riqueza después pelecha en Estados Unidos, en Europa, en Panamá... Donde sea, pero lejos de los «paraísos comunistas».

Sobra decir que Cuba es el país más empobrecido por el comunismo tras padecerlo por más de 60 años. Y su riqueza ha huido en la misma dirección que los balseros, nunca al revés. Ahora la isla soporta una nueva crisis de desabastecimiento y escasez, empezando por la falta de gasolina. Cómo será que la dictadura no pudo celebrar la fiesta del primero de mayo, a la que suelen llevar a la gente de cabestro, en camiones, para que desfilen como borregos en la Plaza de la Revolución.

Pero no solo falta el combustible. También sufren de incesantes apagones, a pesar de que la empresa estatal que ostenta el monopolio de la energía subió las tarifas un módico 133%. Y se apagan las telecomunicaciones; los celulares, el internet. Tampoco hay leche, ni papel higiénico, ni muchas otras cosas básicas. Pero lo que mejor retrata la nueva crisis cubana es la prohibición de venderles pollo a mayores de 13 años; es decir, el pollo es exclusivo para los niños pero en cantidades ridículas, pues solo se les permitirá acceder a 250 gramos al mes por cada menor, que es lo que uno fácilmente se da el lujo de botar a la basura porque la pechuga quedó muy dura o los muslos muy grasosos, o porque «estoy muy lleno».

Claro, ya dicen que reconsideraron la medida y que en mayo habrá 750 gramos para los menores de 13 años y una libra para los mayores de 14. Una libra para todo el mes. Pollo que, valga decirlo, le compra el régimen a los Estados Unidos (sí, leyeron bien) porque en la isla no se produce nada.

Preso de sus contradicciones, el dictadorzuelo Petro Orrego dijo en el balcón que no se es libre si no se pueden adquirir las cosas que se deseen o se necesiten. Muy curioso que lo diga precisamente un sujeto que promueve una economía de subsistencia como única forma de salvar a la especie, según vociferó en Stanford. Un individuo que quiere que imitemos el camino de cubanos y venezolanos para repetir sus hambrunas. Un personaje que anhela coartar nuestras libertades al máximo sacrificando al país en el altar de sus delirios ideológicos para convertirnos en los primeros en renunciar a los hidrocarburos porque dizque los pobres terminan subsidiando a los que tienen Toyota y fenecemos en una economía fósil que al requerir carros y aviones también necesita carreteras y aeropuertos por donde se movilizan las mercancías de los ricos.

Contradicciones todas que solo se le ocurren a un individuo mentalmente enfermo que llega tarde a todos sus compromisos por estar borracho o drogado. Un hombre perturbado al que Íngrid Betancur descubrió tirado en el piso de una embajada colombiana en Europa, en medio de una profunda depresión que no ha superado y que lo lleva a amenazarnos con revoluciones si no aceptamos sus cambios. Un desadaptado que no tiene empacho en criticar el «yugo español» para luego ir a Madrid a recibir la orden Isabel la Católica, movilizarse en el Rolls-Royce de Franco, pernoctar en el Palacio Real El Pardo y negarse a vestir un «elitista» frac a pesar de que tanto él como su mujer gastan millonadas en ropa de marca y trajes de diseñador. Hasta el lápiz que mantiene en la mano es una prueba de su chifladura, de su enajenación mental.

Un perfecto psicópata que ya empezó a sacar a las calles a sus fuerzas de choque, como ese grupo narcoparamilitar llamado «guardia indígena», que ya se estableció en la Plaza de Bolívar a ver si algún congresista es capaz de negarse a cumplir las órdenes de este autócrata. Y con unas Fuerzas Armadas y de Policía desmoralizadas y aniquiladas que están siendo remplazadas por los delincuentes de la «paz total» en toda la geografía nacional, como en el Sumapaz, región que se tomaron las Farc otra vez a esperas de que el lunático ordene la toma de Bogotá.

Ojalá tengamos esto en cuenta mientras todavía podamos comer pollo en la cantidad y frecuencia que queramos. Es decir, mientras todavía seamos libres, y hasta podamos optar por botarlo cuando nos hartemos.

@SaulHernandezB

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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