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Alfonso Monsalve Solórzano

Petro les mostró los dientes a los partidos Liberal, de la U y Conservador y estos dejaron ver su debilidad en la mal llamada coalición de gobierno. 

Hay que poner un poco de contexto para poder entender lo que está ocurriendo en el país. En esta etapa del proyecto revolucionario de Petro, este procura que sus proyectos de transformación radical del país se aprueban en el congreso porque no tiene todavía la fuerza suficiente para imponerlos directamente. De ahí su necesidad de coalición en la que utiliza migajas de burocracia para obtener la mayoría que le negaron las urnas. Para eso contaba y sigue contando todavía con la corrupción de los partidos que de nombre son de centro o derecha, pro en realidad no son más que una suma de apetitos voraces que carecen de cualquier principio y cuyo único objetivo en la política es vender el estómago al diablo-el que sea- que ostente el poder ejecutivo.  

Esa ha sido la historia de este país desde que la Constitución del 91 acabó de hecho con la estructura de los partidos, reemplazándolos por microempresas electorales de individuos que los utilizan para obtener avales. Cualquier vestigio de disciplina programática y política se diluye hasta desaparecer. El problema es que el clientelismo y el lentejismo, que es la vieja práctica de hacer que un congresista cambie de opinión y vote contra lo que le indica su partido a cambio de una tajada de puestos en el gobierno, anteriormente no ponía en peligro la estructura liberal democrática del estado, pero con Petro de eso es, precisamente, de lo que se trata.

Ahora bien, los jefes de esos partidos, que fueron los que pactaron con el presidente su apoyo en el congreso, mostraron cierta voluntad de no aprobar completamente algunas reformas puntuales explícitas como la de la salud.   Cuando hacen tales peticiones y se atreven a decirle a Petro que no le aprobarán sus reformas si no se respetan ciertas líneas rojas, que respeten la iniciativa privada, Petro monta en cólera y cambia a siete ministros, entre los que estaban los que eran cuotas de esos partidos, a los que reemplazó por los de él, a los que maneja directamente. Con ellos, los puestos serán todos pare el Pacto. Fidelidad total.

¿Significa esto que se acabó la coalición? No. Pero sí es un aviso importante para esos partidos y para el país de lo que pasará si el congreso no cumple su voluntad. Porque el paquete de reformas es extenso y trascendental, como las de pensiones, el trabajo, la energía, el agro; o las camufladas en el Plan de Desarrollo, como la implantación del pensamiento único sobre la historia colombiana;  la destrucción de las fuerzas armadas mientras las purga y controla, junto con el impulso de organizaciones para estatales de seguridad al servicio de su gobierno,  para ponerlas bajo su mando, entre otras medidas para implantar un modelo económico, social y cultural socialista

Y para lograr sus objetivos utilizará las estrategias de mantener abiertas las migas de la mesa de la burocracia y enfrentar a las direcciones con los congresistas mediante la práctica del lentejismo. Ya están notificados.

 ¿Hasta dónde aguantarán? Ya hay síntomas de rebelión de congresistas contra los jefes. Ya el nuevo ministro del interior dijo que hablará con las directivas, pero también con los parlamentarios. No se preocupen, les dirá a unos y otros, ahí todavía hay ministerios, organismos descentralizados, etc. Incluso, se dice, han ofrecido altos cargos en la rama judicial -que, a propósito, está en la mira porque ha mostrado grados preocupantes -para los intereses de Petro- de independencia. Es que todo vale. (Y pensar que por mucho menos metieron a la cárcel a ministros del gobierno de Uribe).

A estas estrategias las acompañarán una mayor radicalización de los activos en la ciudad y los campos para poner la primera línea, las invasiones de tierra, las tomas de pozos petroleros y los bloqueos para apoyar sus iniciativas, además de las que ejecuten sus amigos de las guerrillas.

Y si todo eso no funciona, pues el “estallido social” (qué expresión tan degradada, hasta el secretario Ramírez, del alcalde Quintero, le puso semejante nombre a los actos de vandalismo en el estadio hace unos días) y una campaña masiva y articulada de ambientación tratará de imponer una constituyente para, según la formula del Foro de Sao Paulo, acabar todo vestigio de libertad e imponer un régimen cubano madurista. Este primero de Mayo lo tomarán como una prueba de fuerza y desplegarán su máximo esfuerzo para que se vea al “pueblo”, es decir, a sus activistas, apoyando al gobierno.

En cualquier caso, insisto, más arriba, lo que se discute ahora en el congreso es trascendental y definitivo. El Plan de Desarrollo, además de las reformas puntuales, tiene una carga de profundidad que podría hacer volar nuestra institucionalidad. Como lo dije hace ocho días, las guardias campesinas, cimarronas, indígenas, negras, recomendadas por la Comisión de la Verdad, sustituirían a las fuerzas armadas del estado en los territorios ocupados por los grupos armados. Se trata, según este esperpento, de un simple cambio de camiseta, como lo probó la presencia de la guardia campesina del San Vicente de Caguán en Caquetá en el show mediático de alias Iván Mordisco para ambientar sus diálogos con el gobierno. Ya hay 15 reconocidas e incluso harán un encuentro nacional en Bogotá. Y tienen, además de la recomendación de la Comisión de la Verdad, un proyecto de ley para su reconocimiento de autoría del senador de las Farc, Gallo. La destrucción de la seguridad y la defensa nacional en manos de nuestras instituciones armadas y de policía para sustituirlas por organizaciones locales en manos de los señores del narcotráfico y la guerra.

La implementación del pensamiento único sobre nuestra historia, de hecho, recorre todo el proyecto de Plan de Desarrollo: mediante éste, se asumirán con fuerza ley todas sus recomendaciones, pesar de que su informe solo representa la visión de un sector de la sociedad colombiana. La expropiación exprés, por otra parte, asoma sus orejas con la presentación de un artículo que se adicionaría al Plan.  El fin de los controles a la contratación, para entregarle directamente este tipo de actos a las entidades llamadas de “economía popular”, cualquier cosa que esto signifique más allá de la feria del presupuesto en las manos petristas, es, como ya se ha denunciado, otra propuesta, así como las facultades extraordinarias para hacer vía decreto todo lo que el congreso no le permita.

La responsabilidad, entonces, para el congreso es inmensa. Si llega a aprobar por mayoría ese engendro, el país estará en peligro inminente. Pero mucho me temo que este se aceptará, así como las reformas maquilladas a las que no se les quitará nada esencial desde el punto de vista del gobierno, pero se mostrarán como una concesión definitiva. Para eso sacrificaron a Corcho. Contentillo, como dicen en Antioquia, pero la excusa perfecta para recoger las migajas. Ya esos congresistas saben que son desechables y se acomodarán para que sus candidatos a las elecciones regionales tengan chance. Los subsidios del gobierno serán para ellos, determinantes. Claro que muchos sueñan con ser parte del parlamento unificado estructural, partidista e ideológicamente, en el congreso que surgiría de la eventual constituyente. Todo sea por el billete.

Mientras tanto, el país nacional debe prepararse para la tormenta: elegir mandatarios y cuerpos colegiados regionales y locales, ganar las calles y los campos y resistir pacíficamente cualquier intento de constituyente. Nada más, pero nada menos. Y con los ciudadanos, los políticos decentes, unidos en una sola fuerza. Se dibuja en el horizonte la tormenta perfecta.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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