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Alfredo Rangel*      

No es realista, científicamente, atribuirle al hombre la responsabilidad del cambio climático.

Como un profeta, Petro pregona por el mundo que la humanidad se va a extinguir como resultado del cambio climático originado por la actividad económica del hombre. Pero esto que se machaca desde hace años como una certeza por parte de ambientalistas de élite a nivel global, y que a fuerza de repetirse los medios y la opinión pública casi aceptan como una verdad revelada, sin embargo, para buena parte de la comunidad científica mundial es solo una hipótesis no demostrada, es decir, apenas una conjetura.

Además, no es nuevo. Ya en 1972 un grupo de académicos publicó ‘Los límites del crecimiento’, un documento apocalíptico que afirmaba que los recursos naturales se iban a acabar en pocas décadas y que la contaminación ambiental sería catastrófica. En 1972 el primer director del Programa de la ONU para el Medio Ambiente afirmó que el mundo tenía solo 10 años para evitar la catástrofe. En 1982, la ONU profetizaba que en el año 2000 habría una “devastación planetaria tan completa, tan irreversible como cualquier holocausto nuclear”. En 1989 el director del antedicho Programa de la ONU afirmó que teníamos solo tres años para “ganar o perder la lucha climática”. En 2007 el entonces director del IPCC de la ONU dijo que solo nos quedaban cinco años. Esto solo para citar algunos falsos anuncios apocalípticos de alto nivel. La ONU lleva 50 años equivocándose sin remedio.

Hoy, muy buena parte de la comunidad científica acepta que es evidente que hay cambio climático, pero aclara que NO es causado por el hombre, sino por dinámicas propias de la naturaleza que son incontrolables. Esto lo ratifica, por ejemplo, un grupo de 91 científicos italianos que recientemente ha firmado y publicado un documento donde afirman que la “variabilidad natural del clima representa una parte significativa del calentamiento global observado desde 1850”. En consecuencia, adjudicar la responsabilidad de ello a la actividad humana es “excesivamente exagerado y los pronósticos catastróficos no son realistas”.

Señalan estos científicos –entre los cuales hay decenas de astrofísicos, geólogos, físicos, climatólogos, meteorólogos, hidrogeólogos, vulcanólogos, etc.–, que la tierra tiene períodos cálidos que se repiten cada mil años en función de la actividad solar. Recuerdan también que varios de esos períodos del pasado (período cálido romano, período cálido medieval) fueron más cálidos que el actual, aunque la concentración de CO2 en la atmósfera era mucho más baja que en el presente. O sea, lo que produce el cambio climático no es, como afirma Petro, “el reflejo químico en la atmósfera de la acumulación ampliada del capital”, sino los ciclos solares.

Insisten también estos científicos que el actual período de calentamiento observado desde 1900, en realidad comenzó en 1700, período dentro del cual se han producido oscilaciones climáticas de unos 60 años de duración, como el calentamiento entre 1850-1880, seguido del ciclo frío entre 1880-1910, y luego del ciclo caliente 1910-1940 y el ciclo frio entre 1940-1970, y de nuevo un calentamiento entre 1970-2000, al que ha seguido una relativa estabilidad climática interrumpida esporádicamente por oscilaciones naturales como el fenómeno del Niño que ocasionó el calentamiento temporal entre 2015 y 2016.

Concluyen que no es realista desde el punto de vista científico atribuirle al hombre la responsabilidad del cambio climático. Por tanto, “las predicciones alarmistas no son creíbles”, pues están en contradicción con los hechos observados. Se basan en modelos que “sobreestiman la contribución antropogénica y subestiman la variabilidad climática natural, especialmente la inducida por el sol, la luna y las oscilaciones oceánicas”.

El hecho es que entre la comunidad científica mundial no hay un consenso sobre el origen del cambio climático. En 2007, el físico F. Seitz, expresidente de la Academia Nacional de Ciencias de EE. UU., y en 2009 el Panel Internacional No Gubernamental sobre Cambio Climático se pronunciaron en el sentido de que “la naturaleza, y no la actividad humana, gobierna el clima”. Es, por tanto, muy irresponsable que un país pobre como Colombia se niegue a aprovechar los recursos del petróleo y el gas con la vana ilusión de evitar la irreal extinción de la humanidad ocasionada por el cambio climático hipotéticamente producida por el hombre.

https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 27 de abril de 2023.

Publicado en Columnistas Nacionales

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