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Juan David Escobar Valencia

Hace unos días la otrora importante revista Time publicó una lista de 100 supuestos personajes influyentes del mundo en la cual apareció inexplicablemente un exponente del Socialismo del Siglo XXI. Si hay quienes piensan que el reguetón es música, no debería a uno parecerle misterioso que alguien globalmente insignificante sea considerado para estar en esa lista. Pero el reto a la razón es más agresivo cuando además se le cataloga como “influyente”.

No resistí la tentación de intentar entender semejante estupidez, y la única explicación que hallé fue que tal vez los editores de esa revista fueran conscientes de lo que muchos parecen haber olvidado, y es que al igual que el concepto de “cambio”, “influyente” no necesariamente significa algo positivo, como dice el escritor Criss Jami: “Una señal de poder de un hombre no es solo cuando la gente sigue lo que él sugiere, sino también cuando la gente hace un esfuerzo consciente para hacer exactamente lo contrario de lo que él sugiere”. Alguien “influyente” no significa obligatoriamente que sea el catalizador de transformaciones positivas, porque entonces les debemos miles de estatuas a Samper, Santos y Hitler.

Para ayudar a entender el espectro amplio de la “influencia”, propongo dos ejemplos de entes realmente “influyentes globalmente” que ojalá no tuviéramos que soportar, pero podrían ser candidatos para la próxima edición de la revista.

1) Roedores: casi todos los continentes, incluso islas del Pacífico Sur y hasta el edificio norte de la Alpujarra, albergan alguna o varias de las más de 60 especies de roedores, y no estoy hablando de Mickey Mouse. Histórica y globalmente han impactado la existencia de las otras especies, han deteriorado ecosistemas invadidos, transmitido patógenos y parásitos, al menos 60 patógenos zoonóticos conocidos, reducido la polinización y el reciclaje de nutrientes, y asegurado la pobreza económica y desnutrición de millones de personas en este planeta. Dañan bienes, infraestructura, instalaciones eléctricas y esquilman plantaciones y almacenamientos de comida. Solo en Asia los roedores se consumen cosechas que podrían alimentar a 200 millones de personas al año, y en África y América del Sur pueden devorarse hasta el 90% de algunas cosechas de los agricultores, especialmente de los más pequeños que apenas sobreviven de su trabajo.

2) Enfermedades gastrointestinales: que como el Socialismo del Siglo XXI, siguen siendo una vergüenza que todavía existan y hagan estragos en este planeta. Las muertes por diarrea han disminuido notablemente en los últimos 25 años, pues ya está inventada la forma de evitarla y tratarla, pero a pesar de este avance todavía se mueren 1.3 millones de personas al año por su culpa, afectando especialmente a los niños menores de 5 años, matándolos o reduciendo sus posibilidades de alimentación, desarrollo neuronal y capacidad cognitiva. ¡Qué coincidencia! Eso mismo produce el Socialismo del siglo XXI.

¡Eso sí es “influencia global”! Ya estoy entendiendo a la revista a la cual el “tiempo” le ha cobrado su paso sin compasión.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 24 de abril de 2023.

Publicado en Columnistas Nacionales

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