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Hernán González R.  

El naturalista inglés, Charles Darwin, publicó en 1859 un libro que tituló “El Origen de las Especies” en el cual describe cómo evolucionan los organismos, generación tras generación, al heredar las características y los atributos físicos y de comportamiento por medio de los cuales aumentan sus habilidades para adaptarse al medio ambiente, competir, sobrevivir y reproducirse. Observó él en su libro, por ejemplo, cómo evolucionaron los picos de los pinzones en las Islas Galápagos para aprovechar los alimentos existentes en su medio ambiente.

Para los discípulos de Darwin, se perfila la evolución violenta de la especie humana comenzando por los micos, pasa a los chimpancés, continúa con el homo habilis, salta al homo erectus y termina en nosotros el homo sapiens.

Por culpa de su libro, elevó la esposa de Darwin numerosas plegarias al Cielo para que no mereciera infierno su marido por culpa de su impía publicación. Porque sus novedosas observaciones sobre la evolución no marchaban de acuerdo con la Biblia cuando afirma: “Dios creó al hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz el aliento de vida”. Quien esto escribe, reverencia más al Dios creador de las leyes físicas y biológicas que rigen un universo en evolución violenta que al Dios del soplo en la nariz.   

Esta teoría se conoce como la de “la supervivencia del mejor dotado” para sobrevivir y reproducirse.  Sí; para sobrevivir a la evolución de la violencia humana motivada por las venganzas, la dominación de los conciudadanos o la esclavitud de los vecinos y ejercida por medio las guerras. Mas no sobra advertir que la violencia humana también ha evolucionado hacia la convivencia, debido al miedo de las armas nucleares, gracias a la razón y a las normas morales y sociales.

La violencia en el universo es una de las herramientas de la evolución y se puede observar desde los más pequeños microrganismos hasta cuando las constelaciones grandes absorben las pequeñas. Entre los animales se aprecia la violencia en los carnívoros y en los conflictos de los machos por el apareamiento del mejor dotado. Entre los humanos la presentó el diario The New York Times al exponer que, durante los últimos 3.400 años, tan solo hemos tenido 268 años de paz, solo el 8% de tantos siglos sin guerras.  Y adicionó, en el Siglo XX murieron por culpa de la evolución violenta 108 millones de personas.

Pero en concepto de quien esto escribe, las guerras también han evolucionado. La gran mayoría de los conflictos violentos entre países de antaño está siendo reemplazada por la Globalización con su arma los Tratados de Libre Comercio (TLC), forma de comercio esta impuesta por los países ricos para exportar ellos y para importar los pobres, dando como resultado que millones de desempleados de los países pobres emigren hacia los ricos.

El subdesarrollo de Colombia no es debido solo a causas domésticas, sino también de causas externas: 1. Como la desindustrialización causada por los TLC.  2. Como el consumo de cocaína en el exterior, combustible de las guerras en Colombia.  3. Como el cambio climático causado en cerca del 70% por el CO2 de los países ricos. Los TLC promueven la libre circulación de capitales, productos, tecnologías, informaciones y cultura, al tiempo que prohíben la libre circulación de la mano de obra. Esta moderna arma de guerra resultado de la “supervivencia del mejor dotado” nos ha creado dictaduras con poderosos actores invisibles al mando.

Los precios de los bienes en dólares de los TLC resultan ser muy bajos, debido a las competencias desleales de los gobiernos con sus tasas de cambio sobredevaluadas entre el 20% y el 50% con relación al dólar estadounidense. Nos compiten por medio de los subsidios directos e indirectos para sus exportadores, por medio de los menores impuestos y por la subfacturación de sus servicios públicos.  

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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