La historia con el Perú es la de países hermanos que se quieren, se cooperan y mantienen negocios, convenios y múltiples actividades binacionales. Compartimos 1626 km de frontera y allí, entre las autoridades limítrofes, el apoyo es maravilloso; no hay fricciones, tan solo interés en el fin común de garantizar la seguridad y el bienestar de las comunidades. Perú, más que cualquier otro país de la región, entiende el flagelo y los peligros del terrorismo; no en vano lo sufrió en la década de los 80s donde sus ciudadanos fueron víctimas del criminal actuar de las guerrillas, en buena hora desmanteladas con una inmensa cuota de valor, carácter y sacrificio. De manera que su amistad y cooperación han sido permanentes buscando un mejor futuro para ambos países.
En apoyo al expresidente Castillo el presidente Petro, de manera imprudente y para nada diplomática en mi opinión, arriesga las relaciones binacionales; de igual manera como lo acaba de hacer con Guatemala en defensa del Ministro de Defensa, por actuaciones personales bajo mandato de la ONU y no del Estado colombiano. Pero no se queda ahí nuestro gobernante, también, cada que puede, ataca a los Estados Unidos, otro país amigo que mantiene las mejores relaciones con Colombia; todos los nombrados son nuestros aliados.
A todos desde niños nos enseñan a seleccionar nuestras amistades: deben ser personas de bien y fundamentadas en principios y valores; pareciera desproporcionada la comparación, pero igual sucede con las relaciones internacionales: es mejor ser amigo de los buenos y mantener reservas con los malos; por ahí derecho el interrogante es: ¿por qué se le niega cooperación a Ucrania, Nación violentada por el gigante ruso, donde sus ciudadanos están siendo víctimas de agresión, desplazamiento y maltrato, cuando no asesinados por el invasor? Igual extraña el trato con Venezuela, donde el dictador tiene a siete millones de ciudadanos deambulando por el mundo en búsqueda de migajas para poder subsistir; allí con una oficina comercial y de cooperación en seguridad hubiera sido suficiente; pero no, estamos de plácemes con el mismo gobierno que ha dado soporte y protección al terrorismo mientras maltrata a sus nacionales.
La inversión de valores del gobierno colombiano ya no genera asombro. La lista es más que conocida; se premia al delincuente y se castiga a la gente de bien. Se ataca todo lo anterior y se pretende experimentar, por ensayo y error, sin apreciar las experiencias vividas o el conocimiento de los expertos. Solo dos perlas: la Ministra de Minas y Energía que da pena cuando habla, cuando actúa, cuando decide, cuando pretende acabar con la seguridad energética. Ese daño no se va a sentir ahora pero sí en seis o siete años, cuando por las decisiones actuales el país se vea abocado a comprar petróleo y gas, seguramente a Venezuela, a precios internacionales que impactarán el costo de vida y aumentarán la pobreza, además de quedar estratégicamente sometidos al dictador venezolano.
La otra perla, nuestro Ministro de Defensa quien tampoco tiene ni idea de la cartera que le correspondió. No tengo nada personal contra él, pero al igual que la Ministra de Minas deberían ser consecuentes y renunciar: no saben de los temas que les compete. Pareciera que el primero no se ha dado cuenta de que el país está tomado por los grupos armados que patrullan los pueblos sin control alguno; tampoco de los asesinatos de soldados y policías o los secuestros masivos de la Fuerza Pública. No se pronuncia ni actúa ante la liberación de delincuentes, tampoco por las carreteras bloqueadas que ponen la economía en crisis, ni por los atracos y la agresión a la población. Ministro Velásquez, usted es el encargado de la Seguridad y la Defensa de todos los colombianos, nadie más tiene esa responsabilidad.
Pueda ser que Colombia no se una al grupo de países parias donde los principios están torcidos y los valores invertidos en favor de los malos y en detrimento de la gente de bien.
* Vicealmirante (r). Ph.D.