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Alfonso Monsalve Solórzano

Muchos colombianos están saturados con el gobierno de Petro. Creen que ha hecho muchas cosas para cambiar la esencia del estado democrático liberal de Colombia por uno que sea su negación, pero esto apenas comienza.

Es cierto que aprobó una reforma tributaria sin decirle al país en qué iría a invertir específicamente esos recursos; también, que ha convertido el delito en una forma legítima de ascenso social y el terrorismo en un método admitido de protesta social, en un país en el que ya era tendencia, desde el gobierno de Santos, el que ser delincuente paga, dinamitando los diques que todavía contenían la interacción social, de manera que esta fuese posible con una convivencia  civilizada, garantizando la vida, las libertades y derechos de todos los ciudadano.

También es verdad que ha intentado cambiar la verdad de los hechos por interpretaciones ideológicas que convierten la historia en una narración repleta de falsedades sobre el trasegar del país y las causas de las violencias que ha vivido, asumiendo como axioma oficial informes sesgados como el de la Comisión de la Verdad;  o presentando como un adefesio que no funciona, a un sistema de salud bueno para los estándares internacionales, que contuvo bien la pandemia y logró una cobertura del 90% de la población, sólo por prejuicios que terminarán por desbaratar lo bueno que hay, ofreciendo nada a cambio. Igualmente, que ha sido causante de gran parte de la crisis económica y la inflación rampante que vivimos, a punta de anuncios absurdos sobre la transición energética.

Adicionalmente, que la lucha contra la corrupción la hace llenando de mermelada a los grupos y partidos del congreso, antípodas, dicen en la ideología, pero de apetito infinito en contratos y otras formas paradigmáticas de putrefacción; además, que ha hecho de la ignorancia supina y arrogante y el sesgo ideológico, las condiciones necesarias y suficientes para administrar el estado.

Sí todo eso y mucho más. Pero lo que viene son iniciativas que se pondrán en marcha este año y que cambiarán el curso del país para siempre.

Ya hice mención a la reforma de la salud. El desmonte actual se hace, como dije más arriba, a punta de mentiras y dogmas ideológicos. El resultado, si el gobierno logra concretarlo, será el control estatal de este sector, modelo que en le pasado demostró su inoperabilidad, algo que se tratará de paliar con, posiblemente, médicos cubanos, para subsidiar a ese gobierno mediante el trabajo esclavo de sus profesionales de la salud, cuya preparación, además, ha sido cuestionada en muchos de los lugares en los que han estado. Los profesionales de la salud serán golpeados laboralmente y reducidos a  las condiciones que imponga el gobierno Pero es que controlar la salud es una manera de generar domino sobre la población, que dependerá cada vez más de los recursos perversamente repartidos políticamente, del gobierno.

La reforma política busca fortalecer al Pacto Histórico como la fuerza política dominante. La cooptación de congresistas y la puerta giratoria congreso – gobierno, es un mecanismo. Y las listas cerradas, tal como las concibe el proyecto de reforma, son la manera de ganarse el apoyo de los actuales parlamentarios porque ellos son las que las encabezarán y no el mecanismo para evitar las empresas electorales individuales que son las listas abiertas y garantizar el enfoque programático de partido, que es la concepción correcta de las listas cerradas. De hecho, las que promueve Petro serán la consolidación de esas empresas porque quienes encabezan actualmente las listas, controlan el partido por el que se presentan estas.

La entrega de cien mil subsidios de un millón de pesos, como ya lo he dicho antes, tiene el objeto de contratar un ejército de simpatizantes mercenarios, no de la causa, sino del presidente, que puede actuar como fuerza de choque y constituye un castigo a quienes se esfuerzan por educarse y trabajar, que no son destinatarios de ese salario.

Y como el Pacto Histórico tiene claro que las elecciones de gobernadores y alcaldes son el paso político más importante para consolidar el poder, su gran apuesta es ganarlas en el mayor número de regiones posible y para eso tiene la herramienta de los subsidios como arma de sujeción política. Esta afirmación merece una acotación: los subsidios son necesarios como una medida de solidaridad que el estado distribuye a quienes los necesitan; lo que es perverso es el uso político de los mismos como método de sujeción política, tal como hace Daniel Quintero en Medellín, con los cien mil computadores entregados en un espectáculo en el que aparece como la estrella en el concierto de dádivas o con los cerdos de la cena de fin de año, enviados a través de sus áulicos en las juntas de acción comunal.

Y paralelamente, la repetición de la “exitosa” estrategia del congreso, aplicada en departamentos y municipios en los que no es la fuerza dominante, para imponer, a través de alianzas con los políticos corruptos para asegurarse el acceso al poder en esos sitios. Ganado el control de esas entidades administrativas e impuestas las reformas que tiene en mente, el 2024 será el año del rechinar de dientes, en el que no habrá vuelta atrás en el proyecto petrista, que, además, podría cogobernar con los delincuentes de todos los colores provenientes de la paz total. Jaque mate.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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