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Alfonso Monsalve Solórzano

La Hora de la Verdad sale de RCN radio y se trasladará a internet. Lo lamento muchísimo, aunque yo no he sido un seguidor de ese espacio radial. Voy a explicar mi punto de vista.

Todo mundo sabe que es un medio que ha sido crítico a los gobiernos de Duque y Petro.

Del primero, a pesar de haber sido elegido por el Centro Democrático, nunca aceptó ni la estrategia para combatir el narcotráfico, por renunciar a la fumigación aérea; ni el manejo de la relación con la JEP; ni el haber gobernado con personas provenientes del entorno de Santos; ni el tratamiento dado al orden público durante las protestas violentas encabezadas por la llamada primera línea, los bloqueos, asonadas, etc. Esa posición crítica le valió el retiro de pautas gubernamentales, lo que puso al programa en una situación económica muy difícil.

Con Petro, la crisis se acentuó. Implacable en su crítica, sin ninguna afinidad ideológica y totalmente volcado a la oposición, la crisis se acentuó, pues con un gobierno tan poderoso que tiene en la mira a los empresarios, las pocas pautas que estos contrataban en el programa disminuyeron hasta hacerlo insostenible, porque, es mi hipótesis, simplemente, le temen al presidente y no se arriesgan a que puedan ser blanco directo de sus medidas económicas y objeto de desprestigio por el régimen y sus redes políticas y comunicacionales.

Si tengo razón -y, como dije en un par de artículos al comienzo del Petro periodo, espero equivocarme-, se trataría de un hecho profundamente lamentable para la democracia colombiana. La libertad de opinión y de prensa son valores que están en el corazón de la democracia liberal, porque es la forma de garantizar que, en una sociedad plural, todas las voces sean reconocidas y los reclamos de las minorías, escuchados y posibilitar que estas puedan ser una opción de poder.

Por eso, acallar las voces críticas es una práctica despreciable de todos los regímenes autocráticos del mundo. China, Rusia, Irán, Venezuela, Nicaragua y Cuba, la utilizan porque saben que no podrían resistir la verdad de sus andaduras y porque, al monopolizar la información intentan mantener una opinión homogénea de la población, para poder manipularla.

Quienes creen que contribuir a que las voces disidentes se acallen por el expediente de negarles apoyo económico para sus actividades, les permitirá salvar a sus empresas de la arremetida autocrática, están equivocados. No es sino que miren la historia reciente de Venezuela. Se quedarán con el pecado y sin el género.

Pero es peor aún, si el silencio del pensamiento crítico deriva de quienes poseen los medios de comunicación, porque la autocensura es una forma de servilismo que sólo sirve para afianzar el dominio de quienes temen, los que no tendrán ningún escrúpulo en suprimirlos una vez dejen de ser funcionales para el régimen. Basta mirar, otra vez, la experiencia de Venezuela. Y si ese fuere el caso de RCN con la Hora de la Verdad, que no lo sé, sería aceptar a quien los deslegitima no sólo como medio y como empresa agroindustrial; sería borrar con el codo lo que han hecho con la mano durante muchos años en el campo de la libertad de prensa. Pero, insisto, es una hipótesis, de la que espero equivocarme. Pero si no, sería un golpe terrible a responsabilidad moral cívica de los propietarios de los medios con la democracia colombiana. Dar espacio a la libertad de prensa no se puede tranzar como mercancía.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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