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Pedro Aja Castaño   

“Pero el mundo es un pantano cenagoso donde lo bueno se pudre y lo corrupto prevalece, estando en su elemento.” Arthur Balder, director de cine y escritor norteamericano de origen español 1974.

Vivimos como peces dentro de una sala de múltiples peceras que se llama ‘cultura,’ país, nación, colectividad, etc. Unos a otros nos miramos con ojos abiertos y asombrados como peces de una misma especie pero de diferentes familias ¡SIN PODER COMUNICARNOS! mientras movemos las aletas y nos creemos en nuestra subjetividad o egoísmo de ‘peces incomunicados’ que mis colores son mejores que los tuyos, para diversión del amo que de pronto entra en escena como dueño temporal de una gran sala donde hay muchas peceras.  Se llama Colombia.

¿A cuál pecera se acercará más? Pero no sabemos si es para admirarla, vender al hermoso pececito, ignorarlo, etc. Todos temen que de pronto, se resbale, tropiece con una pecera, la mande al carajo, y el pobre pececillo de color agonice lentamente esperando que el dueño se compadezca de él y lo meta en cualquier pecera que se llama empleo, institución, cuota burocrática, etc. Mientras tanto el pobre pececillo fuera de la pecera   agoniza lentamente ante tanta oportunidad lejos de su alcance.

Por eso el acto de corrupción más letal de una persona elegida es actuar, abierta o sibilinamente   con propósito vengativo contra los intereses o principios y valores de la sociedad, la gran pecera.  Por otra parte, la realidad sistémica de la corrupción se manifiesta en la naturaleza coercitiva e injusta de un gobierno que la disfraza con las interpretaciones acomodaticias de la constitución y las leyes. Esos gobiernos se catalogan como las dictaduras blandas que cuidan los negocios de la GRAN PECERA que se puede también llamar: PLANETA TIERRA.

Pero el ‘apocalipsis’ de la gran pecera o el de muchos pececitos amigos del dueño, es que algo   se presenta o sucede de manera imprevista o inesperada que les hace abrir los ojos y darse cuenta que la gran pecera puede ser absorbida por el gran pantano de la corrupción y el dueño nada puede hacer para salir de esa situación, porque en realidad no es el propietario; por el contrario, puede agravar el escenario  sin quererlo.

Por eso como los pececitos de la pecera hay que decirle al dueño, que según estudios macroeconómicos y políticos, la corrupción causa daños significativos e impide el crecimiento económico y el desarrollo en interés de la sociedad en general. No sé si el dueño temporal sepa que el costo de la corrupción en Colombia es de 50 billones de pesos, exactamente la misma cantidad que nos quiere sacar con impuestos.

Pero ese esfuerzo nuestro, el de los pececitos de colores, los opinadores del intelecto, es inútil. Porque el dueño, que una vez fue pez, ahora pertenece a una especie diferente y no entiende a los que una vez fueron sus congéneres. Pertenece a la especie de la élite de los pescados grandes y gordos; a veces majestuosos como las ballenas, pero también letales como los tiburones. Estamos a la expectativa de la trasformación.

Lo anterior   es, obviamente, una parábola política que con  un   lenguaje visual o dramatizado,   nos permite decodificar su significado de manera progresiva, en diferentes niveles de comprensión, según sean los  escenarios de cada quien. Veamos una posibilidad.

Se nos ha enseñado que el ser humano es un conjunto integrado de espíritu, alma y cuerpo. De hecho, en el relato del Génesis se nos dice que, debido a la intervención de Dios quien puso su aliento dentro del hombre, este se convirtió en un ALMA VIVIENTE. Además, el Espíritu de Dios que era su aliado les garantizaba a Adán y Eva  vivir en armonía y felicidad en el paraíso que había hecho para la pareja. Es decir, en el fondo del ser humano hay una naturaleza buena que solo se satisface con el bien, por lo que siempre existe un anhelo de ella, lo que le da a nuestra conciencia la sensibilidad para buscar ese bien probable; es decir, Dios;  y al no hacerlo vivimos frustrados, porque como a los peces de la pecera nos separa, como el vidrio, la TRASPARENCIA de las palabras que cada quien interpreta a su acomodo para entender nuestro origen bueno, porque no sabemos diferenciar entre concepto y realidad como hijos de Dios, buscando VIVIR ESA REALIDAD  que nos ha sido revelada.

 Pero nuestros primeros padres se equivocaron al seguir ‘un mal consejo’  siendo  castigados por su desobediencia y sobrevino la aparente desvinculación entre  Dios y los seres humanos.  El resultado es esta vida en la que batallamos para salir de una situación desagradable que recibe múltiples nombres. Uno de ellos es corrupción que se asemeja a un pantano lleno de alimañas, peligros, trampas que pueden costarnos la vida del alma y el cuerpo por lo que vivimos con un anhelo para salir de él. Como los peces de la pecera, debido a nuestras opiniones,  tememos al dueño, Dios, porque lo sentimos como de una especie diferente y lo confundimos con su adversario.

De ahí que, al no conocer el verdadero bien que nos colmaría porque es el dueño de todo,   el rico luche para proteger su riqueza para  vivir lejos del pantano; mientras que el pobre se esfuerza en subir de estatus; algunos escogidos batallan con ellos mismos para vivir una trascendencia; otros, han renunciado a todos esos esfuerzos y se han labrado el camino de su propio parecer al que llaman ‘éxito.’ Uno de esos ‘éxitos’ es la política, por la que reciben muchos aplausos, pero también son objeto de envidia o persecución abierta o soterrada. Ese es el caos en todas las peceras.

Por otra parte, parece que en alguna edad de oro  la humanidad, convivieron sin ningún problema seres humanos con dioses,  pues según  Génesis 5.22-24, Enoc era un hombre justo, “caminó con Yahveh”, vivió 365 años, y desapareció, porque Yahveh se lo llevó sin que muriera. Entonces hay testimonios de una vida superior para buscar  un  camino de verdadera realización que lleva a la felicidad  cuya fuente de enseñanzas es la Biblia para el occidente;  y la de los libros o costumbres sagradas de otras culturas. Ese es la confusión actual entre los peces de la misma especie pero que se creen de mejor familia. Por eso,  los grandes se comen a los pequeños.

Ahora bien, cuando se escoge la política como profesión o allí se aterriza, la estrategia ganadora es vender la idea de que se está allí porque existe UNA VOLUNTAD POLÍTICA PARA EL BIEN COMÚN. Pero la voluntad política, influida por una ideología, modo de ser, o al servicio de dudosos intereses personales, puede ser una realidad resbaladiza o fluir como el agua en la que pueden patinar o nadar las mejores intenciones.

Pero si la enfocamos hacia el bien común, de verdad, entonces debe estar dotada de discernimiento informado, determinación e interés humano genuino,  para producir en los afectados una respuesta emocional e inteligente de lo justo,  que los motive  para darle oportunidad a la verdad real de mejorar la situación de un país. Así podría decirse que estaríamos involucrados TODOS, dejando a un lado los condicionamientos o compromisos políticos. De esa manera podríamos sentirnos como verdaderos seres humanos  o como peces en el agua, nadando en el mar de la razón y sus leyes y la honestidad radical connatural a las buenas personas.

Dicho lo anterior, en una democracia auténtica  se hace necesaria la oposición madura en cabeza de personas o colectividades de diversa índole para observar, estudiar y denunciar lo inadecuado del gobernante y hacerlo con respeto y valentía. Ese sería el reto político que debería asumir el mandatario de turno que acabaría con la corrupción y sus ramificaciones en la conjura partidista, la traición de principios,  valores y lealtades, la conmoción popular, la sedición, la tiranía y rebelión, los diferentes delitos conexos,  que desembocan en la guerra civil, o la destrucción lenta de la sociedad. Y en todo esto siempre interviene el flagelo organizado de los dineros ilícitos.

Ahora bien, para el que ostenta el poder presidencial,  una de las trampas más difíciles de detectar, en sí mismo, es sentirse decidido y satisfecho para ejercer su voluntad al haber obtenido un triunfo. Ese sentimiento no debe confundirse con la realidad de si la persona, de verdad, está instruida o no, para ejercer el poder de manera justa y combatir el principal flagelo que no nos deja salir del subdesarrollo: la corrupción.

Por otra parte,  el  conocimiento de sí mismo para hacer lo correcto en el momento justo, con los que actúan honestamente, pero están equivocados;  y los que violan la ley a sabiendas,  no se adquiere mediante los consejos de los asesores interesados, ni comparándose con otros; ni con la admisión tardía de la culpa que no resolvemos escribiendo nuestras memorias. 

Para las decisiones difíciles del gobierno, se requiere honestidad radical estudiando nuestras palabras, decisiones, acciones, pensamientos. Además, no basta con reconocer la falta propia, el error político o algo más grave, y tratar de enmendar o reparar; hay que reconocer en general la carencia o debilidad, y llegar a un cambio, una enmienda del propio parecer, capricho o tendencia, cuando de verdad se tiene que  actuar de manera fuerte para el bien común, y no bajo una intención de VENGANZA DE CLASE. Todo lo anterior está en relación directa con el fracaso o éxito de una gestión gubernamental, en el terreno de la ética de gobierno.

De esa manera, el mandatario inteligente cuya alma anhela salir del empantanamiento en el que vive, política o personalmente, para ayudarse y ayudar a la sociedad, haciendo realidad el anhelo eterno de una vida digna, feliz y en paz consigo mismo y los otros, pueda, quizá,  en el futuro ser considerado, no como un héroe político, sino como un genio moral que fue capaz de ayudar a  salir a muchos de su propia tragedia.  Por lo que si a esa persona le va bien en esa proeza, su ejemplo podrá inspirar a toda una colectividad para  salir  del pantano de la corrupción que ha tolerado o sufrido  por mucho tiempo. ¿Y cómo puede hacerse?

Enseñando y motivando con el ejemplo de su lucha contra  la corrupción;  exponiendo con pruebas sus actividades, y los riesgos para el país de que esas conductas permanezcan ocultas. De esa manera el mensaje para el sector público será el de trasegar, de manera anónima o abierta,  a pesar de las dificultades, el camino de la honestidad y la trasparencia   responsable porque el funcionario sabrá que tiene miles de vigilantes, comenzando por el gobierno. Habría que crear la MEDALLA DEL HONOR PÚBLICO. Esta es una de las muchas estrategias para neutralizar poco a poco  la corrupción.

Pero hay que conocer las modalidades más frecuentes de la corrupción: soborno, tráfico de influencias, mecenazgo, nepotismo,  amiguismo y caciquismo, fraude electoral, malversación, coimas, etc.; y las diversas modalidades de la contratación  pública que violan las reglas del certamen.

De igual forma hay que visibilizar para combatir y prevenir con éxito la corrupción, identificando sus cuatro pilares y la relación entre ellos: 1. Los que corrompen calladamente o en secreto para tener aliados corruptos; generalmente están en una posición de dominio; son los más peligrosos. 2. Los corruptos conocidos y en ejercicio. Su función generalmente  justifica su mal proceder  de muchas maneras. 3. La impunidad de tales personajes. 4. La tolerancia de la sociedad y las autoridades.

¿Qué contextos facilitan la corrupción en Colombia? 1. El tamaño del país que dificulta la presencia del estado en todas sus regiones. 2. La edad mental promedio del país en términos de responsabilidad y madurez; la de Colombia es la del adolescente. 3. La escasez de recursos económicos debido a la difícil movilidad social sin  la apertura de nuevas oportunidades. 4. La inestabilidad del sistema político amenazado por la permanente cooptación subversiva mediante la infiltración. 5. Malos salarios. 6. Aunque desde la Constitución del 91 pregonamos el estado de derecho, este es bastante flexible según el interesado. 7. Fracaso de la gobernabilidad en las zonas dominadas por grupos delincuenciales o subversivos. 8. La extensa burocracia que vuelve inefectiva la colaboración ciudadana. 9. La prensa y los medios controlados, amenazados, o comprados por la mermelada oficial, mafiosa o subversiva. 10. Determinantes culturales diversos, etc.

Finalizando esta diatriba, me gustaría proponerle al nuevo presidente y a los que creen que cambiando o suprimiendo la Contraloría se acaba la corrupción, es como el viejo cuento de que vendiendo el sofá se acaba el adulterio de la pareja. Más bien hay que ponerle retos a la Contraloría. Si la corrupción vale 50 billones de pesos, dividamos los 50 billones  por 48 meses que duraría el señor Petro en el poder y decirle a la Contraloría que tiene que cumplir  METAS MENSUALES COMPROBABLES EN PESOS de reducción de la corrupción. Por lo pronto recomiendo que empiecen a estudiar el Manual publicado por la Casa Blanca en 2021,  United States Strategy on Countering Corruption – Estrategia de los Estados Unidos para Combatir la Corrupción. Algo es algo para empezar  a salir del pantano.  ¿Por qué?

Porque finalizando la parábola de los peces, puede ocurrir, como dicen algunos peces benevolentes Y MÁS EVOLUCIONADOS,   que el mundo puede caer bajo el gobierno de unos PECES SIN ALMA, pero maestros del discurso. No utilizan armas. Convencen. Pero su poder no depende de las palabras, sino de su aceptación; tratando de que los más pequeños crean que puede sacar a la pecera del pantano, haciéndoles creer que es lo único que existe.

Pero al pantano lo rodena bosques hermosos, caminos civilizados, gente alegre, buena. Y ellos nos dicen que salieron del pantano porque tuvieron fe en ellos mismos para transformar el pantano, no mediante deseos, sino trabajando con confianza, determinación y honestidad radical.

Publicado en Columnistas Nacionales

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