Lo realmente grave para una democracia es la estupidez de la población en ocasiones y decisiones claves, y las recientes elecciones lo demuestran. Cuando del total de los colombianos que tienen el deber de votar, quienes se abstuvieron de hacerlo y votaron en blanco —un ejemplo de ignorancia e irresponsabilidad—, los que no marcaron el voto o lo hicieron mal —que no es el fruto de la inteligencia— y los que creyeron que la solución es un modelo históricamente fracasado que mata el futuro y siempre empobrece más a los pobres, encabezado por quienes son todo lo contrario a lo que nos enseñaron en la casa de quien es una buena persona, suman el 70 %, entonces está claro cuál es el problema.
Lo grave es que no es el resultado de falta de evidencia, sino de estupidez, porque solo hay que ver a los venezolanos que huyen famélicos de su país para entender la idiotez que muchos colombianos han decidido.
Dije hace meses que en democracia los gobiernos no son tan malos como sean los políticos, sino tan malos como sean los votantes, y creo no estar equivocado. Pero más acertada estuvo siempre mi abuela materna cuando decía a sus hijos que habían sobrepasado el límite de la necedad o la desobediencia que: “cuando el culo quiere rejo, él mismo lo anda buscando”. Si creían que había mucha pobreza en Colombia, esperen a conocerla de verdad. Si reclamaban falta de oportunidades, serán expertos en ello. Si sufrían porque el sueldo no alcanzaba, sentirán en carne propia una inflación galopante y una moneda desvalorizada. Si creían no tener libertad y les agobiaba la inseguridad, verán lo que es vivir entre bandidos empoderados con fuerzas de seguridad diezmadas y sometidas a quienes combatieron antes con valentía.
Dirán que: “sea optimista”, “todo es relativo”, “esto no es Venezuela”, “crea en las instituciones”, y que las hienas ahora son vegetarianas. También que no puedo juzgar las decisiones de otros, y que no es la forma de hacerlo. Pues no. Estoy seguro del fondo de lo que digo y no voy a sacrificarlo por una forma “políticamente correcta”.
Las sociedades parecen tener el derecho al suicidio y a la coprofagia y por eso no tiene sentido seguir argumentándole nada a una al parecer dominada por la idiotez y el espíritu limosnero. En muchas ocasiones los pueblos tienen a los gobernantes que se merecen.
https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 27 de junio de 2022.