Ese trono de nueve miembros le aprobó que, mediante el asalto al Estado, llamado fast track, con una simple proposición en el Congreso, se alterara el orden constitucional basado en la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos, para que un grupo de criminales tuvieran mayores privilegios que los demás colombianos y por supuesto más que sus propias víctimas. El corazón corrupto de ese acuerdo con ellos, también les otorgó el privilegio de expandir los cultivos de coca, y ese mismo trono impide la fumigación aérea con glifosato a los cultivos de drogas ilícitas, en forma curiosamente selectiva frente a los demás cultivos, con cuya sentencia condena a la fuerza pública a hacer frente a la violencia y al sometimiento de gran parte de la población en todo el territorio nacional al imperio del crimen, lo cual tiene al país en medio de un inaceptable derramamiento de sangre de soldados y policías y de gente inocente.
No valió para nada el clamor del Presidente Duque de que moderaran esa sentencia, por el contrario pusieron más condiciones y los resultados tienen a la nación al borde de una guerra civil. Ni nuestras Fuerzas Armadas ni el pueblo colombiano del cual se nutren y conforman, tienen porqué sacrificar su vida enterrando a sus miembros por cuenta de una élite criminal que impide acabar con la fuente principal de la violencia, porque la imposición de la dogmática sentencia nos condena a esa violencia estructural.
La Corte Constitucional debe limitarse a establecer qué hechos son constitucionales y cuáles no, pero solo el Congreso debe legislar mediante el debate que pondera el efecto de cualquier ley en busca del bien común. Aquí no, aquí estos 9 miembros legislan con sentencias que dictan a rajatabla.
El orden público es un infierno y el trono de las tinieblas sigue intocable a tal punto que ahora nos enciman el asesinato de bebés de 24 semanas, decisión claramente criminal y violenta que otorga derecho al asesinato de indefensos, otra vez por encima de la voluntad del pueblo que se expresa en una democracia a través del Congreso de la República. Pero si es que ni siquiera respetaron un plebiscito popular, mucho menos respetan el espíritu libre que se expresa en las urnas y en el parlamento a través de los representantes de los ciudadanos, ni el origen de la sociedad que es la familia y desde luego no respetan la vida misma. Parece que fuera una Corte anti constitucional más bien, que últimamente se dedicó a legislar para los peces.
Por encima de cualquier trono terrenal está la vida, por encima de cualquier trono está la paz. El poder de ese trono hay que derribarlo porque está en manos perversas. El orden público está bajo la responsabilidad del Jefe de Estado y si para garantizarlo tiene que eliminar cultivos ilícitos, ese trono se va para el carajo.
Ahora pues, resulta que todos los bandidos del país están unidos al amparo de la Corte Constitucional, un candidato presidencial les ofrece dizque perdón social mientras comenzó a destiempo ilegalmente su campaña, la financia sin control seguramente en efectivo con dineros del tráfico de drogas y en bolsas de basura, pesa sobre él el señalamiento de robarse las elecciones a congreso con reveladas pruebas de fraude electoral, las fuerzas oscuras en la burocracia estatal le hacen el juego a ese bandido del grupo terrorista que incineró a nuestros magistrados de la Corte Suprema de Justicia, para montarlo porque así garantizan la permanencia de sus nóminas, la Registraduría parece estar a su servicio, los ejércitos de narcotraficantes paralizan el país, la insurrección es creciente desde que se posesionó el Gobierno Duque, continuó con las tomas guerrilleras del año pasado y amenazan con tomarse el poder gane o pierda su candidato presidencial.
Vea pues, ¿y es que acaso creen que somos mochos, o que estamos pintados en la pared? Sí es cierto, quieren una guerra civil, sí es cierto, ese trono de las tinieblas a ella nos conduce, sí es cierto, obedecen a agendas extranjeras que la provocan en busca de una dictadura universal, sí es cierto, son los responsables, pero conocer el origen del problema y las pretensiones de esas élites criminales nos dará la fortaleza para unirnos y evitarla. El poder aparente de 9 demonios se desvanece ante la realidad que los amenaza, no son infalibles, son cobardes porque saben que sus sentencias hieden y también nosotros lo sabemos. Hay que exigirles la renuncia. Una crisis institucional leve acorralando a estos irresponsables es mejor que un Golpe de Estado, o es que ¿creemos que nuestros Generales y comandantes van a aceptar que sus hombres sigan sacrificando sus vidas, su integridad personal y sus familias, en una encrucijada perversa propiciada por estos 9 individuos sin que los políticos hagan nada en nombre de un falso respeto a las instituciones? Corte Constitucional sí, pero no infalible, ni usurpadora del poder Legislativo. Debe ser al contrario, que las sentencias de dicha Corte sean refrendadas o rechazadas o modificadas en el Congreso mediante un diálogo inter institucional que en últimas resuelva el pueblo mediante un referendo que para tal efecto sea de muy fácil trámite.
Queremos ver al Jefe de Estado actuar a la altura de su representación nacional y de las instituciones, del Estado de Derecho y del Orden Público en consonancia con la realidad por difícil que sea, el liberalismo y la tolerancia del Presidente no nos puede poner en tanto riesgo, que recuerde que la misma paz que invocaron para someternos al imperio de la violencia que vivimos hoy, es la que hay que invocar para evitar mayor derramamiento de sangre, incluso para derribar el poder del trono de la tinieblas para que se convierta en una Corte Constitucional, defensora del espíritu de la nación, que refleje la luz que debe brillar desde la fuente de la libertad, de la dignidad humana y de la vida, Dios!
Para derribar ese poder habrá que modificar las funciones de esa Corte mediante las enmiendas constitucionales que sean necesarias, pero mientras tanto, el mismo Jefe de Estado mediante una moción en el Congreso debe pedir la renuncia de los magistrados que han originado este tremendo lío que nos está precipitando a un nuevo ciclo de violencia. Ya se están conformando nuevamente grupos armados clandestinos llamados paramilitares.
Es el Presidente Iván Duque como Jefe de Estado el que tiene en sus manos las decisiones que garanticen la estabilidad política de la nación y la severidad de ellas debe corresponder a la gravedad del estado de descomposición y violencia al que el narco acuerdo y las decisiones de la Corte Constitucional nos han conducido. El peso de la dolorosa realidad que han provocado debe conducir a la renuncia de los magistrados de la Corte Constitucional, el Presidente debe pedirla, el Congreso lo debe acompañar en ese propósito y el pueblo colombiano respaldarlo con el fin de revisar y tumbar esas sentencias.
Por nuestra parte, contamos con la unidad a la que nos convoca Federico Gutiérrez, un candidato presidencial que sí conoce el daño que produjo el narcotráfico en la ciudad de Medellín, epicentro en época no muy lejana de los carteles de la droga, el sicariato y las bandas criminales, las combatió y mantuvo el nombre de Medellín en alto.
En lo que nos corresponde a los colombianos, sabemos qué hacer y nos preparamos para defender nuestra libertad y nuestra democracia en las urnas, aquí nadie está preparando maletas para irse, aquí todos defendemos nuestros bienes, el principal de ellos, nuestra patria.