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Juan David Escobar Valencia

Los populistas como Petro creen que el ejercicio político es como las versiones fraudulentas de los negocios o plataformas multinivel, conocidas comúnmente como pirámides, en las que para mantener el puesto o ascender hay que mentirles a más personas.

Si alguna mentira o absurdo queda en evidencia, el camino para un irresponsable multidimensional como Petro es seguir el consejo político de Napoleón: “nunca retractarse, nunca admitir un error”.

¿Pero qué alternativas tiene un populista cuando su error o mentira es tan grande que no puede ocultarse ni con toda la tierra extraída para hacer el Canal de Panamá? Mencionemos dos.

La primera es maquillar la embarrada todo lo posible. Pero esto tiene un problema. El exceso de maquillaje, antes que ocultar el desperfecto que subyace, es una alerta de que algo feo hay debajo y no tiene solución, porque no es arreglable o porque no hay intención de hacerlo. Hace meses el candidato chavista anunció que de llegar al poder eliminaría inmediatamente la producción de petróleo, queriendo parecer un “ambientalista”, un “verde” tan verde como los aguacates que, según él, reemplazarían los ingresos petroleros del Estado. ¿Qué yerbas tendrán las ensaladas de este señor? El absurdo fue tan descomunal que ahora pretende maquillar semejante sandez diciendo que él no dijo eso y que lo que proponía era una “transición” energética. ¡Descubrió el agua tibia! Cuando miras su peligrosísimo y mentiroso programa de gobierno, en otra parte no tan publicitada del mismo, sigue sosteniendo con otras palabras el mismo absurdo de hace meses. Mentiras tras mentira, engaño tras engaño. Si supiera algo del tema, o de alguno, sabría que la transición energética en Colombia empezó hace años con un plan, mejorable, sin duda, pero viable y realmente sostenible, muy distinto a sus idioteces populistas aguacateras.

La otra opción ante una embarrada es hacerse el loco o, mejor dicho, el mudo, no volviendo a debates, a ver si la gente se olvida de su propuesta desquiciada y recibe el beneficio de la duda. Hace unas semanas, cuando anunció, o se le “escaparon” las primeras señales de su programa oculto de expropiaciones y robos a la propiedad y libertad de los colombianos, a lo que eufemísticamente llama “democratización”, dijo que la comisión que cobraba el sistema privado de pensiones era del 30 %. Como dije hace meses, creo que Petro obtuvo su título de economista en una “cajita feliz” de hamburguesa, pues confunde 30 con 3. ¿O será que su revolución bolivariana es tan profunda que un cero a la derecha valdrá lo mismo que uno a la izquierda? Lo que no puede cambiarse es que las propuestas de Petro valen lo mismo que un cero a la “izquierda” pero su peligrosidad se cuantifica como uno a la derecha.

Si de verdad los colombianos no quieren más violencia, ni administradores incompetentes, tramposos y corruptos, ¿por qué votarían por Petro, experto en la ignorancia, el engaño, la ineptidud, el secuestro y el terrorismo?

El Colombiano, Medellín, abril 4 de 2022.

Publicado en Columnistas Nacionales

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