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Pedro Aja Castaño   

La vida de estos tiempos nos deja a veces la sensación de que no sabemos por qué nos pasa lo que nos pasa, bien sea que se trate de un asunto real, personal o colectivo; o sencillamente el hijo querido de nuestra imaginación equivocada por el deseo. Y como tengo la mala costumbre de leer novelas, a veces se me ocurre que la respuesta a esa sensación de desamparo es que nos parecemos a un libro que nos da pereza leer, aunque, en un impulso que se llama hábito, y por pura vanidad, pagamos un gran precio por coleccionarlo.  Así, nos podemos volver coleccionistas de opiniones, un hábito que, según los entendidos, se origina en una curiosidad natural que a veces nos mete en problemas.

Y siendo creativos imaginemos que la decisión de la Corte Constitucional sobre la despenalización del aborto hasta los seis meses (EL TIEMPO, febrero 22, 2022) es como un libro que pretendemos ‘leer, sentir y entender’ en cuerpo ajeno. Pero esto tiene un pequeño problema, ya que tenemos la cuestionable costumbre de ‘con el cerebro’ creerle a la justicia con sus leyes, reglamentos, interpretaciones, debates, votaciones, estadísticas; y a las ‘conquistas históricas’ sobre el aborto, olvidándonos que ese ‘cerebro’ pretende opinar y regular sobre las consecuencias sentidas en los cuerpos de otras personas. Es como hablar de un libro que no hemos leído; pura presunción de un falso poder que llega a desmentirse con los hechos; o sencilla vanidad de vanidades como decía Salomón.

Sin embargo, para tomar decisiones sabias o con sentido común, logrando llevar una vida ordenada y feliz, no hace falta más instrucción que la de nosotros mismos. Y nuestro cuerpo y alma nos lo enseñan. Si por experiencia sabemos que lo que llamamos candela, que tiene un buen uso en la estufa para asar carne de vaca pero no la nuestra, aprenderíamos a dejar de un lado la arrogante presunción de hablar sobre el fuego.

Porque en nuestro corazón tenemos grabadas las leyes de lo bueno y lo malo. Entonces, si la corte quiere equilibrar ÉTICA Y MORALMENTE su poder de legislar sobre el aborto, debería también EDUCAR sobre las consecuencias de esa decisión. Porque una cosa es IMAGINAR lo justo en el INTELECTO propio que afecta la ESENCIA Y VIDA de otras personas; y otra cosa es pretender VIVIR Y JUSTIFICAR lo que se desconoce.

En ese escenario, Erika Guevara Rosas, Directora regional de Amnistía Internacional, celebra la decisión sobre el aborto; Marian Ardila de Women’s Link lo considera un avance histórico; Monseñor Luis José Rueda de la Conferencia Episcopal hace un llamado al respeto a la vida; Juan Gómez, Presidente del Congreso no comparte la decisión; y Claudia López, Alcaldesa de Bogotá, se emociona.

Entonces mi pregunta es: ¿Por qué algunas personas son fuertes y bullangueras dándole apoyo a ciertas leyes que van contra la preservación de la vida; y otras son débiles frente a ese atropello?  ¿Es un asunto de género, conveniencia política; o de presunción de poder?

Dice el sentido común que en caso de duda debe uno abstenerse y observar a los responsables directos de la operación. ¿O será que de pronto el llamado sentido común perdió su norte? Por lo que Profamilia dice: “La clandestinidad es la mayor amenaza para las mujeres.” Paja. La mayor amenaza es el desconocimiento de su propia dignidad por falta de una educación adecuada de la voluntad y la DESINFORMACIÓN QUE EN REALIDAD ES UNA FALACIA. Compare usted lo que dice El Tiempo con las definiciones de SALUD SEXUAL Y SALUD REPRODUCTIVA.

El 23 de febrero dice El Tiempo: “El Estado   tiene la obligación de remover los obstáculos normativos que impiden el acceso a los servicios necesarios para que mujeres, niñas y personas gestantes gocen de SALUD REPRODUCTIVA (y) una de dichas barreras la construye la penalización de la interrupción voluntaria del embarazo (IVE).” ¿Ven el resultado de unir dos textos para justificar un titular que venda? Pero analicemos la desinformación confrontando texto y definiciones.

DEFINICIÓN. La salud sexual es un estado de bienestar físico, mental y social en relación con la sexualidad. Requiere un enfoque positivo y respetuoso de la sexualidad y de las relaciones sexuales, así como la posibilidad de tener experiencias sexuales placenteras y seguras, libres de toda coacción, discriminación y violencia (OMS).

DEFINICIÓN. La SALUD REPRODUCTIVA implica la posibilidad de tener una sexualidad satisfactoria y segura, así como la libertad de TENER HIJOS SI Y CUANDO SE DESEA. Esta concepción de la salud reproductiva supone el derecho de las personas a elegir métodos anticonceptivos seguros, eficaces, asequibles y aceptables, y de tener acceso a servicios de salud apropiados que permitan los embarazos y los partos sin riesgos y den a las personas las máximas posibilidades de tener hijos sanos.

Por lo tanto, la salud reproductiva tiene que ver con TENER HIJOS SANOS LIBREMENTE, no con remover obstáculos para abortar. Un aborto no es un hecho de salud, salvo cuando está en peligro la vida de la madre.  Por lo que tampoco dice Profamilia, ni pensó en ello la Corte Constitucional que tras el aborto un 42%  de las mujeres se ven afectadas en su salud mental cuyas variantes van desde la depresión, ansiedad, tendencia al uso de drogas, conducta suicida, predisposición a autolesionarse, hasta el peligroso silencio de una cruz que se carga toda la vida.  Hay, desde luego, otros factores, que debemos  tomar en cuenta.

Pero la chispa del incendio colombiano que, como todo, pasará, se dio con el ANUNCIO DE LA DESPENALIZACIÓN DEL ABORTO.  Sin embargo, la cuestión ética central en el debate sobre el aborto es, y seguirá siendo, el estatus moral del embrión y el feto. Las opiniones van desde la creencia de que el feto es un ser humano con pleno estatus moral y derechos desde la concepción hasta la creencia de que un feto no tiene derechos, incluso si es humano en un sentido biológico.

Entonces cada quien legisla sobre su alma y cuerpo, ignorando que esa persona  no se dio a sí misma la vida, luego no es ‘dueña’ de ella, quizá su administrador, para su propia felicidad. Pero ninguna mentira hace feliz porque cada decisión se prueba con su resultado. El aborto y la guerra son  el resultado de opiniones; pero la vida es la prueba de la verdad para sobre esa verdad decidir si queremos ser felices a pesar de las dificultades.

Por lo que debemos hablar claro: quitar la vida, a pesar de todas las razones médicas que se den en favor del aborto, ofende o daña algo en las personas involucradas; el bueno sufre; el malo se vuelve peor. En el bueno puede haber arrepentimiento, pero no hay arrepentimiento, o cambio de vida,  para el hábito o la costumbre de tener relaciones sexuales de manera irresponsable; tampoco lo hay para lo que no está en nuestro poder cambiar.

Así, ¿cómo se cambia un aborto premeditado cuyos resultados no son los esperados? Por lo que el arrepentimiento no debe ser el resultado de la vejez, la incapacidad, la inconveniencia. Es un asunto tan serio y difícil que viene del verdadero deseo de mejorar, por lo que algunos lo consideran un don de Dios que toca la esencia de la persona y que hay que defender con el vigor del alma y la razón. Y eso va para todos nosotros, y para todas nuestras decisiones porque tenemos una advertencia: “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.” Quien no lo tenga en cuenta, se sorprenderá de los resultados de su imprevisión.

Publicado en Columnistas Nacionales

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