En consecuencia queda demostrado que la militancia comunista al igual que sus idiotas útiles, son hijos del padre de la mentira de los últimos siglos, que indiscutiblemente es el marxismo, que ladinamente ha usado como tramoya a la Teología de la Liberación para infiltrar y confundir a las jerarquías y a los fieles de la Iglesia Católica, subrayando que esa perversión busca en Colombia, si llega a ganar las elecciones, acabar con la libertad y llevarnos a una esclavitud de la corrupción en donde la nomenclatura comunista, avasallará y expoliará a la población para consolidar su tiranía.
Precisamente en marzo de 1937, el papa Pio XI en la encíclica Divini Redemtoris, declaró: “la doctrina marxista es intrínsecamente perversa”, siendo patética esa afirmación por los millones de víctimas que ha ocasionado el comunismo totalitario durante su existen para conquistar o aferrarse al poder político de las naciones, sometiendo a los pueblos a la esclavitud, por esa razón es que los libertarios quienes derrotaron filosófica e ideológicamente a Karl Marx en el siglo XlX coinciden con el cristianismo, resaltando las palabras de Pierre-Joseph Proudhon quien decía: “Libertad absoluta del hombre y del ciudadano. Esta es nuestra profesión de fe política y social”.
La presencia de Jesucristo en la tierra, hace 2000 años, estuvo acompañada por las reivindicaciones en favor de los necesitados, y Jesús en varias oportunidades dio muestras de privilegiar a los humildes por encima de la opulencia de los acaudalados de aquel tiempo, continuando sus apóstoles con las enseñanzas, en donde el cristianismo primitivo tenía un gran fervor por el servicio a la comunidad, recordando que en el libro de los Hechos de los Apóstoles nos narra la forma como tenían todas las cosas en común, debido a que vendían sus propiedades y sus bienes repartiéndolos según la necesidad de cada uno.
Esa costumbre se practicó durante al menos 3 siglos de cristianismo en el Imperio Romano, en donde se destaca a San Lorenzo, mártir y diacono, quien fue sacrificado en el año 258 d.c, pues administraba los bienes de la Iglesia y cuidaba de los pobres, a los que consideraba el mayor tesoro, situación que no permitieron las autoridades romanas quienes lo quemaron vivo.
Como lo hemos dicho en anteriores oportunidades también se destaca que el 15 de mayo de 1891, fue promulgada la encíclica Rerum Novarum del papa León Xlll. En ella se muestra el carácter social de la Iglesia, al apoyar a los sindicatos, condenando la avaricia hacia el capital como causante de la pobreza y degradación del trabajo.
Ese documento se enmarco dentro de la lucha ideológica al interior de los trabajadores en aquel entonces, pues existía la Segunda Internacional de los trabajadores, en donde se enfrentaban minorías comunistas totalitarios basados en el marxismo, con los libertarios y las corrientes social demócratas, así que la Iglesia supo percibir el momento histórico y propuso esa encíclica social, que tiene vigencia hasta nuestros días.
La Iglesia vivía momentos difíciles a finales del siglo XlX, por la descristianización de los sectores proletarios, impulsada principalmente por el marxismo cuyo fundador planteó que la religión era el opio del pueblo y además le hacía apología a la violencia, pero no lo acompañó en esa postura el dirigente libertario Mijael Bakunin, contradictor de Marx en la Primera Internacional, quien manifestaba su catolicismo (La Libertad, pg 62) por no tener elementos científicos validos para volverse ateo. Así que la Iglesia con la encíclica Rerum novarum, discernió el signo de los tiempos, siendo una actitud fundamental para contrarrestar a los adversarios de la Iglesia y proyectar su doctrina social, que es base indispensable para la construcción del Reino de Dios entre nosotros.
Se destaca que la Iglesia pudo contrarrestar con el documento del papa León Xlll en su aplicación práctica la influencia de ideas totalitarias, que buscaba que el materialismo fuera asumido íntegramente por los trabajadores, por ello hay resaltar que en la búsqueda de la dignidad de los obreros, la Iglesia ha promulgado a través de los años otras encíclicas de contenido social como: Quadragesimo Anno de Pío Xl en 1931; Mater et magistra en 1961 de Juan XXlll; Centesimus Annus de Juan Pablo ll; Populorum progressio de Pablo Vl en 1967,Laborem exercens del papa Juan Pablo ll; todas estas encíclicas exaltan el trabajo humano y rechazan las doctrinas absolutistas, el secularismo, el mercantilismo y el desempleo, recalcando que en el trabajo se imita a Dios, siendo Jesucristo hombre de trabajo; además Benedicto XVl durante su pontificado promulgó la encíclica Caritas in Viriatate, en donde se reconoce grandemente la labor de los trabajadores.
El Cristianismo Católica que es una institución histórica, toma el trabajo como condición necesaria para el progreso, en donde este no se puede deshumanizar como lo hace el neoliberalismo y el globalismo, de ahí que la opción preferencial por los pobres es una premisa para el desarrollo eclesiástico siguiendo las enseñanzas de la palabra de Dios, respetando la tradición y fortaleciendo el magisterio.
La acción pastoral a favor de los trabajadores reconforta para lograr la dignidad social, sin olvidar que hay que trabajar defendiendo la creación, que corre peligro por el afán excesivo de poseer y acumular riquezas, como lo expuso el papa Francisco en la encíclica Laudato Si, que se refiere al medio ambiente; por ello el desarrollo de las organizaciones sindicales debe de ir de la mano con la defensa de los nobles intereses, que mueven a las mujeres y los hombres de buena voluntad.
El cristianismo social en Colombia tiene una tarea preponderante, para seguir ayudando mediante acciones caritativas a los más necesitados, y así contribuir a lograr la paz, en donde las organizaciones sindicales podrán incrementar su participación, buscando elevar la calidad de vida de la ciudadanía con sus luchas diarias; porque el marxismo leninismo inmerso en la perversidad, anda como león rugiente buscando a quien devorar, parafraseando a la Biblia en la primera epístola de San Pedro.