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Jesús Vallejo Mejía 

Agradezco los amables comentarios del padre Mario García Isaza sobre mi persona y mis escritos. Respeto así mismo su también amable discrepancia sobre lo que expuse en "La Traición de los Clérigos", pero insisto en que la actuación del Nuncio Apostólico que ahí censuré no es admisible a la luz de las sanas prácticas de la diplomacia, y en que el encuentro de Gustavo Petro con el Santo Padre constituye una discutible señal de apoyo de la jerarquía eclesiástica a un candidato presidencial que exhibe pésimos antecedentes desde distintos puntos de vista.

Si bien la Convención sobre funcionarios diplomáticos hace parte del Derecho Internacional Panamericano, su artículo 12 recoge una norma consuetudinaria de general aceptación por los Estados, en cuanto dispone que "Los funcionarios diplomáticos extranjeros no podrán inmiscuirse en la política interna o externa del Estado en que ejercen sus funciones" (vid. Microsoft Word - M56.doc (sre.gob.mx)).

Es indudable que el haber gestionado en la Santa Sede en estos momentos la cita de Gustavo Petro con el papa Francisco es un gesto censurable de injerencia en la política interna de nuestro país, que en sana lógica debería dar lugar a que al Nuncio se lo declare persona no grata. No lo digo sólo yo, pues en tal sentido se ha pronunciado igualmente Fernando Londoño Hoyos en "La Hora de la Verdad". Y si otros no lo han hecho, es porque probablemente no desean toparse con la Iglesia.

Pero esta actuación configura una auténtica "gaffe" diplomática. El gobierno colombiano no debe de estar muy a gusto con ese evento. Y si ganare la presidencia un candidato distinto a Petro, su desagrado con el Nuncio y quizás con el Papa sería muy explicable.

No soy tampoco yo el único que ha interpretado ese encuentro como un signo de apoyo de la jerarquía eclesiástica a las aspiraciones de un comunista como Gustavo Petro. Un rápido repaso a los comentarios de la prensa tanto audiovisual como escrita así lo muestra.

He recibido elocuentes manifestaciones de católicos practicantes acerca de su preocupación por las implicaciones políticas de esa reunión de Gustavo Petro con el papa Francisco, máxime si se consideran los antecedentes de su condescendencia con los regímenes de Cuba, Venezuela o Bolivia.

La mendaz y oportunista adhesión de Petro a los postulados de la Teología de la Liberación no lo acreditan como el líder espiritual llamado a garantizar el reinado de la redención y la justicia para nuestro pueblo menesteroso. Esa corriente doctrinal está lejos de identificarse con la tradición de la Iglesia y más bien constituye una ruptura con ella. La Doctrina Social de la Iglesia que hemos conocido a través de las Grandes Encíclicas Sociales no avala la lucha de clases ni las demás posturas extremistas del comunismo, cualquiera sea el ropaje que éste pretenda exhibir. Ya lo dijo en Bogotá en 1968 el entonces papa Pablo VI, hoy santo: "La violencia no es cristiana ni es evangélica".

Y la violencia, no tan sólo verbal, sino física, es lo que encontramos nítidamente en el ADN del actuar petrista. El escrutinio de lo que hizo y aprobó en el M-19 debe realizarse concienzudamente para entender lo que hoy dice y hace como líder de una falaz "Colombia Humana". No en vano alguien ha escrito en las redes sociales: "Cuando Petro diga que él propone la Colombia Humana, pregunten qué hacía el M-19 cuando la gente no pagaba las extorsiones". Hay pruebas, en efecto, de que Petro era recaudador de las mismas.

Por otra parte, las denuncias sobre corrupción cuando Petro fue alcalde de Bogotá son elocuentes. Él dice sin espabilanza que va a "derrocar la corrupción". ¿Lo hará del brazo con Roy Barreras, Benedetti, Álex Flórez y otros de sus desacreditados secuaces? ¿Se hará acompañar de quiénes han llenado furtivamente sus bolsas?

Insisto en que el Papa ha dado una mala señal al recibir de modo extemporáneo a un candidato de quién se espera con sobra de razones lo peor para Colombia. Para decirlo en lenguaje que entienden los argentinos, el Papa está "en orsai", esto es, "off side".

Publicado en Columnistas Nacionales

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