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Alfonso Monsalve Solórzano

La política sigue su desarrollo preelectoral en Colombia y se están aproximando las horas de las definiciones de fondo.

Petro con su Pacto Histórico, hace una coalición de mentiras, con los liliputienses Romero y Márquez, que no le harán ni cosquillas en la consulta de marzo 13.  Y como estrategia, divide a sus adversarios que considera rivales en su dominio electoral que no se le pliegan y desprestigia hasta el paroxismo a quienes se le oponen abiertamente. Tiene el mayor porcentaje de opinión de voto en las encuestas, pero ya tocó techo alrededor del 22 - 25%. La campaña con verdadera competencia apenas comienza y pronto se verá la verdadera dimensión de su fuerza. En todo caso, esta le alcanzará para, eventualmente, llegar a la segunda vuelta.

Quedaría un 75-78% de votos para las otras dos fuerzas que se prefiguran.

La Coalición de la Esperanza, que se supone es de centro – izquierda, no se sabe bien porqué, a no ser que su rechazo visceral a Uribe al que califican de derecha,  tiene dificultades porque Fajardo pende de las decisiones que tomen la Fiscalía y la Contraloría en el asunto de Hidroituango; Alejandro Gaviria está en el peor de los mundos posibles porque se la juega al incierto apoyo que puede tener por fuera del Partido Liberal; el Partido Verde, fue dividido por Petro, que se quedó con una tajada muy grande, y el sector de Angélica Lozano y Claudia López,  que era fajardista,  tornó sus preferencias hacia Alejandro Gaviria y ahora está en el limbo; el Nuevo Liberalismo hizo, a través de la señora Pachón, mamá de los Galán, una declaración en la que prácticamente renuncia a su voluntad de poder de ese grupo y  lo pone también en el terreno de Petro; Cristo y Roy Barreras no tienen votos y Robledo no es un gran elector.

Difícilmente esa Coalición irá a segunda vuelta, pero todo depende de su propia evolución y de lo que haga el sector del Centro Democrático y el Equipo por Colombia.

Analicemos ahora la tendencia democrática, llamada por algunos centro–derecha, porque la señalan sus rivales de defender la seguridad, que no es una postura exclusiva de ninguna tendencia: izquierda y derecha en el poder la ponen en práctica; de hecho es condición de la existencia de cualquier estado, sea democrático, comunista o una dictadura de extrema derecha.  Sin embargo, en el caso que nos ocupa todos son defensores de la democracia, a diferencia del candidato de izquierda radical, que ataca la seguridad, pero en caso de llegar al poder, hará uso de ella para mantenerse al costo que sea, como ocurre en Cuba, Venezuela o Nicaragua).

En ese espectro político, el Centro Democrático presenta mañana su candidato presidencial. La coalición Equipo por Colombia, EC, por su parte, ha definido que sus integrantes - Alejandro Char, de Cambio Radical; Federico Gutiérrez, independiente; Enrique Peñalosa, independiente; David Barguil del Partido Conservador; Dilian Francisca Toro, del Partido de la U y Juan Carlos Echeverry que recogerá firmas- participarán en la consulta del 13 de marzo para definir el suyo.

Si los integrantes del EC van unidos en la consulta con el seleccionado por el CD, podrán tener un candidato que gane las elecciones, incluso en primera vuelta, dada la debilidad de la Coalición de la Esperanza y el techo del candidato Petro. En efecto, podrían obtener el 50% más un voto en la primera vuelta.

Si van como dos fuerzas distintas a la consulta, arriesgan a no pasar, ninguna de las dos, a la segunda vuelta electoral. Es el caso si la Coalición de la Esperanza saca una votación importante en la primera vuelta; pero podría pasar una de las dos, si esta fracasa.

La lógica indica que el CD solo, difícilmente llega a la segunda vuelta -aunque algunos analistas dicen que sí pues al día de hoy tiene un importante y nada despreciable apoyo- porque el voto del sector de “centro derecha” llegaría fragmentado.

Y tampoco es seguro que el EC lo hará, por la misma razón. Char es un elector importante en la costa y tiene maquinaria electoral de Cambio Radical; la señora Toro y David Barguil, también tienen aparato, aunque muchos conservadores votarán por el CD y es incierto el arrastre de Toro en su Partido de la U; Echeverry no tiene apoyo conocido. Sin embargo, sumados todos, no podrían asegurar que llegaran a la segunda vuelta, porque en la primera, según afirmé más arriba, también participaría el candidato del CD y otros sectores, como los grupos cristianos, que les restarían electores.

El punto es entonces que, con un caudal de votos incierto, el CD y el EC podrían perder con la Coalición de la Esperanza.

Los candidatos del EC podrían tener el temor de que el del CD le gane, por lo que quisieran, probablemente, no competir con aquel en la consulta y apostar a la primera vuelta para determinar sus alianzas para la segunda.   

No es una decisión racional. Al hacerlo, estarían resignando posibilidades para los siguientes comicios, los del 2026, porque si gana Petro, no habrá más elecciones abiertas, por decenas de años, como, repito, sucede en Cuba, Venezuela y Nicaragua. Y, si gana la Coalición de la Esperanza, estarían condenados a apoyar el candidato de esta para la segunda vuelta, a cambio de nada. En esa situación sería muy difícil que sobrevivieran políticamente cuatro años para participar con alguna posibilidad, en las elecciones del 2026. E igual afirmación vale para el CD.

Lo inteligente sería que armaran una coalición ya, pensando en el largo plazo, lo que, de paso, podría garantizar evitar la ruleta rusa que significa cada elección en Colombia. Insisto, participando conjuntamente en la consulta de marzo para definir un candidato único, tendrán una alta probabilidad de ganar en la primera vuelta o de participar en la segunda como fuerza vencedora y asegurar su futuro y el de Colombia. Tienen hasta el 13 de diciembre para hacerlo.

Post scriptum. Según la web de la policía, el teniente coronel Bayona, director de la Escuela de Policía de Tuluá tiene “un doctorado en estudios políticos de la Universidad Externado de Colombia, un curso en mantenimiento para la paz efectuado en Georgia, un pregrado en administración de empresas de la Universidad Cooperativa de Colombia, seminarios y diplomados en seguridad pública, sistema penal acusatorio, gestión integral”.

Con un currículo como ese, difícilmente se sostiene la tesis de que cometió un error al hacer un homenaje a los símbolos nazis. Fue una acción determinada para causar el mayor daño posible a la imagen de la policía y a nuestra democracia. Inaceptable, impresentable, intolerable. Las sanciones judiciales deben ser contundentes. El repudio moral y ético debe ser total. Ese tipo de ideología de extrema derecha no cabe en nuestra democracia. Y a la policía: ejercer verdadero control. Esto no puede volver a ocurrir.

Publicado en Columnistas Nacionales

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