Porque el mundo tal como lo vemos hoy está fuertemente influenciado por dichas corrientes que amenazan la destrucción de los cimientos de la civilización moderna, la civilización occidental, la civilización cristiana, para establecer, después de grandes campañas, una dictadura universal.
Por supuesto, Colombia, un país fuertemente arraigado en la tradición cristiana y democrática, donde la libertad es la esencia de su pueblo, distinguido entre las naciones de América Latina como el que a pesar de la tribulación que ha vivido, ha conservado su independencia del socialismo impuesto en tantos países vecinos, está siendo atacada con toda la capacidad de esa poderosa agenda que uniforma al ser humano mediante el sometimiento forzado.
Basta con observar la transformación que inducen en la sociedad colombiana quienes vienen socavando los pilares fundamentales de nuestra sociedad, para que conociendo sus propósitos o lo que quieren, no seamos víctimas del remolino que nos absorbe, sino protagonistas de nuestro propio destino conforme a nuestra identidad como individuos y como nación. El nombre de Colombia no puede ser el de un país sometido, vencido y uniformado, sino el de un país erguido y respetado como corresponde a las luchas que ya hemos librado y continuaremos enfrentando y como corresponde a su altanería de hombres libres y emprendedores, súbditos de nadie.
- Quieren un país sometido al socialismo y la miseria y corrupción que lleva consigo.
- Quieren un país sometido a la esclavitud de la droga y a la esclavitud del desenfreno sexual con la ideología de género.
- Quieren un país complaciente con el crimen. El del aborto, el de la eutanasia, el del reclutamiento forzado de niños, el de niños violados y el de terroristas en el Congreso. Que todo sea parte del paisaje para que nada sea escandaloso.
Pero nada de eso es posible sin una dictadura que utilice su poder para imponerlo, como la dictadura del narco acuerdo, la dictadura de los jueces con la que ya han logrado mucho y después con la dictadura socialista desde el poder ejecutivo al que aspiran.
La sociedad colombiana es en apariencia incapaz de sobreponerse a la influencia de estas corrientes totalitarias, como la gran mayoría de países en el mundo están siendo incapaces de oponerse al globalismo, porque el ambiente creado (lo políticamente correcto), es propenso a su desarrollo. Los grandes medios de comunicación cooptados por las poderosísimas élites del denominado Nuevo Orden Mundial, obedecen a esas consignas de sometimiento y van socavando el criterio individual para que la población responda en forma colectiva con un criterio manipulado a la hora de decidir en cualquier proceso de participación democrática.
Sin embargo, observemos, que nuestras gestas democráticas recientes dan cuenta del carácter libre de nuestro pueblo y de su impresionante identidad e independencia, (pudo sobreponerse a la imposición mediática del narco acuerdo), que la inconformidad y decepción generalizada de los ciudadanos no se debe a una oposición al sistema republicano de libertades ciudadanas, sino precisamente a que no ha habido después del gobierno del Presidente Álvaro Uribe, un gobierno que responda a sus convicciones y a sus aspiraciones, que el mundo está identificando las agendas globales de sometimiento y en las calles de las ciudades se ven movimientos de protesta, por ejemplo contra la imposición de la dictadura sanitaria de las vacunas, que el patriotismo cultural en defensa de los valores y sanas costumbres de la sociedad, despierta en EEUU con Trump, en España con Vox, en Brasil con Bolsonaro, y que en Colombia aparece una voz fuerte que está desenmascarando corruptos y comunistas disfrazados, que está desmitificando el señalamiento de extrema derecha a quienes defienden la libertad y el orden y que está despertando en los ciudadanos la fe en que sí es posible sobreponerse a las imposiciones de agendas socialistas universales; la voz de la Senadora y Pre candidata Presidencial María Fernanda Cabal. Al momento de escribir estas notas, llegan noticias de Argentina donde comienzan a derrotar en las elecciones primarias parlamentarias, un populismo de 38 años de corrupción y fracaso.
El pueblo colombiano conoce quiénes son los que están socavando los pilares fundamentales de la sociedad. En efecto, Colombia no va a apoyar a quienes representan la corrupción del narcotráfico identificados ampliamente con el proceso 8.000, ni a quienes buscan la legalización de la droga, ni a quienes con dineros del soborno de Odebrecht y la trampa criminal del Hacker y del fast track le dieron un golpe de estado a la democracia y al Estado de Derecho, ni a quienes representan la corrupción política en la justicia identificados plenamente con el narco acuerdo para favorecer el narco terrorismo, ni a quienes utilizaron su poder para impedir el combate a los narco cultivos y que en nombre de su ateísmo proclamen la ideología de género o los crímenes del aborto y la eutanasia que significan legalizar el asesinato, precedente de la descomposición y anarquía social, ni mucho menos a criminales que representan la violencia política como los ex narco terroristas, ex secuestradores y ex extorsionistas, por más legal que actúen hoy en virtud de indultos o amnistías.
El destino de nuestro pueblo debe ser el resultado de sus virtudes, de su confianza en sus valores institucionales defendidos en largas batallas. Para consolidar su democracia y garantizar su libertad tiene que expresarse con contundencia en las urnas para conformar un Congreso fuerte y elegir un Presidente firme. Colombia está siempre erguida y decidida a consolidar sus aspiraciones de libertad e independencia por el camino del progreso forjado en el trabajo.