Del año dos mil dos hasta el dos mil catorce, nos fue devuelta a los colombianos la paz que nos habían arrebatado las fuerzas del mal y que volvimos a perder con el tal “acuerdo de paz” firmado en La Habana. Todo un periodo que le da la razón a los que afirman que “es más pacífica la guerra de Uribe, que la “paz” de Santos”. Los paros convocados por el mal llamado Comité Nacional de Paro, así lo demuestran. Los bloqueos de las vías, las marchas, los incendios de instituciones públicas, del transporte público, la quema de buses, el asesinato y el maltrato de policías y demás actos vandálicos, todo esto basado en la falsa reclamación de derechos patrocinado por algunos alcaldes como los de Cali, Medellín y Bogotá nuestra capital en la que hasta gozan de espacio para que los de capucha hagan sus “ejercicio de calentamiento”, en donde para la alcaldesa tienen más valor los mal llamados “asesores de paz” que los policías, en donde hay más seguridad para los encapuchados que para los ciudadanos sometidos a la duda y al miedo porque tener un celular es motivo de muerte.
A lo anterior, tenemos que agregar la sorpresiva e inesperada decisión del presidente de los Estados Unidos de retirar las tropas de Afganistán, con lo cual abre las puertas para que el terrorismo avance un paso hacia adelante en el mundo.
La CUT, que siempre se ha manifestado amiga de la dictadura y al servicio de los enemigos del país, igual la minoría que hoy dirige a FECODE que deforma a la educación porque ideologiza, que fomenta el odio institucional y a las personas, es un hecho entendible. Pero, preocupa y mucho, el silencio de la mayoría de los profesores que educan, que enseñan valores morales y cívicos y que debe estar unida en torno a la defensa de la educación, de las instituciones y del país, sin que explique cuál es la razón de su silencio y por qué no se atreve a tomar en sus manos el destino de esa organización para ponerla al servicio de la democracia y no como hoy al servicio de la dictadura “socialistera”. ¿Y la CGT, que es la portavoz de la democracia sindical… qué? ¿Hasta cuándo se va a quedar haciéndole el juego y llenándole espacio a los enemigos de las empresas, de las instituciones, de la democracia y del país? También preocupa el silencio de los sindicatos. La inseguridad, no puede seguir siendo la reina anfitriona que a nombre de un incierto y tenebroso futuro se propone cumplir el cometido de someternos al caos y al fracaso de nuestro país. ¿Hasta cuándo las autoridades van a permitir el juego de los violentos con nombre de paro?
Vienen las elecciones del 2022. ¿Qué vamos a hacer? ¿Cómo enfrentar a los que a nombre de la “pa$” de Santos hacen el papel de agentes del mal llamado Socialismo del Siglo XXI, para imponernos su dictadura y conducirnos a la desesperanza, al dolor y al sufrimiento que padecen los pueblos de Cuba, Nicaragua, Venezuela, igual que el Perú, si no rectifica el error político recién cometido? No vemos salida distinta a la de construir una gran alianza de las distintas fuerzas decididas a salvar la democracia y la verdadera paz, que se atreva a designar un candidato presidencial que encarne los valores y los principios de la sociedad colombiana, que garantice el bienestar para todos, y que tenga bien claro que la grasa se limpia con gasolina y no con agua tibia.