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Pedro Aja Castaño   

“Dios le ha asignado a cada hombre, cuidar la dignidad de cada mujer.” San Juan Pablo II

A veces mi esposa es un agradable misterio que deseo comprender, porque puede cambiar una situación difícil de superar con una palabra compasiva y amable; o dejarme frío con un rostro serio y una observación certera sobre alguna imprudencia mía. Amabilidad y certeza provienen de Dios. Insensibilidad y desafío de personas inhumanas. Por lo que Dios le dio a la mujer ciertas ‘ventajas’, una sensibilidad salvadora, para ser utilizada en las situaciones verdaderamente importantes de la vida.

Para constatarlo fijémonos en las mujeres notables conocidas públicamente como Ángela Merkel pero también en las cotidianas, como mi madre. Una vez me dijo cuando empezaba a dármelas de adolescente independiente: “Pedro, me doy cuenta que estás empezando a hacer lo que te da la gana. Tienes libertad para hacerlo. Pero recuerda que tu futuro será lo que hagas en cada momento, sin tener padres que te supervisen;  así que procura hacer lo bueno para que tu futuro sea feliz.” No puedo quejarme. Gracias madre. Y eso lo entendí con más profundidad cuando ya en la universidad, el mejor traductor de Rilke en lengua castellana, el Profesor Alberto Assa Anavi, nos formaba mediante la lectura de “Cartas a un Joven Poeta.”

Desde Roma, el 14 de mayo de 1904 le escribía Rainer María Rilke a Franz Xavier Kappus su carta Nº 7, lo que a mí me parece una ESPERANZADORA PROFECÍA sobre las verdaderas mujeres notables e invisiblespara estos tiempos finales. Esta es la traducción del Profesor Assa:

“La mujer, en su propio desenvolvimiento más reciente, solo por algún tiempo y de modo pasajero, imitará los hábitos y modales masculinos, buenos y malos, ejerciendo a su vez las profesiones generalmente reservadas al hombre. Tras la incertidumbre de tales etapas transitorias, quedará de manifiesto que si las mujeres han pasado por la gran variedad y la continua mudanza de esos disfraces -a menudo risibles-, fue tan sólo para poder depurar su modo de ser peculiarísimo, y limpiarlo de las influencias deformadoras del otro sexo. Por cierto, las mujeres, en quienes la vida se detiene, permanece y mora de una manera más inmediata, más fecunda, más confiada, deben de haberse hecho seres más maduros y más humanos que el hombre. Este, además de liviano - por no obligarlo el peso de ningún fruto de sus entrañas a descender bajo la superficie de la vida-, es también engreído, presuroso, atropellado, y menosprecia en realidad lo que cree amar…  Esta más honda humanidad de la mujer, consumada entre sufrimientos y humillaciones, saldrá a la luz y llegará a resplandecer cuando en las mudanzas y transformaciones de su condición externa se haya desprendido y librado de los convencionalismos ajenos a lo meramente femenino. Los hombres, que no presienten aún su advenimiento, quedarán sorprendidos y vencidos. Llegará un día - que indudables signos precursores anuncian ya de modo elocuente y brillante, sobre todo en los países nórdicos-, en que aparecerá la mujer cuyo nombre ya no significará algo opuesto al hombre, sino algo propio, independiente. Nada que haga pensar en complemento ni en límite, sino tan solo en vida y en ser: el Humano femenino…

“Tal progreso-al principio muy en contra de la voluntad de los hombres, que se verán rebasados y superados - transformará de modo radical la vida amorosa, ahora llena de errores, y la convertirá en una relación tal, que se entenderá de ser humano a ser humano, y ya no de varón a hembra. Este amor más humano, que se consumará con delicadeza y dulzura infinitas -imperando luz y bondad, así como en el unirse como el desligarse - se asemejará al que vamos preparando entre luchas y penosos esfuerzos: el amor que consista en que dos soledades se protejan, se deslinden y se saluden mutuamente…”

Entonces “Los últimos tiempos” pueden significar, sencillamente, como decía Doña Juanita, que en cada presente recogemos lo que hemos sembrado, bueno o malo.  Pero también puede darnos la oportunidad de ejercer de manera sabia nuestra libertad mediante honestidad y discernimiento porque así como un acto bueno puede convertir una tragedia en felicidad, también debemos  asumir que ese ‘acto bueno’ puede estar equivocado en ese momento y con esa persona.

De ahí que se diga que el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones. Porque el futuro, que pretendemos dominar, es como un candado de seguridad. A veces, en nuestra prisa por llevar a cabo nuestra libérrima voluntad, que creemos buena, insertamos en el candado la llave equivocada; mejor dicho, la llave de nuestro parecer, por lo que, a veces, ‘candado’, y ‘llave’, sencillamente, no ‘concuerdan’. Y así, en la frustración, insistimos, MECÁNICAMENTE,  CON FUERZA Y RABIA,  hasta romper la llave. El ‘candado’ son los otros, la pareja, el hijo, la sociedad, el planeta. Y la ‘llave’ puede ser la comunicación, la tecnología, la intención secreta que inspira muchas cosas. Pero existe otra llave para enmendar lo actuado: el sincero y honesto arrepentimiento, la excusa, el silencio de bajar los ojos con vergüenza, ante Dios, nosotros mismos y los otros.

Ahora bien, en la vida debemos tomar muchas decisiones desde el momento que nacemos; bien sea guiados por el instinto, el buen o mal ejemplo de los padres, nuestra propia peculiaridad, la razón. O, el sentimiento, la emoción, el capricho; el análisis y la ciencia.  Finalmente, tenemos que enfrentarnos a angustiosos dilemas, frente a lo desconocido y más importante que define el futuro de nuestra alma, o nuestra vida misma, la fe. ¿Qué o quién nos lo impiden? Cierto ‘copiloto’ que nos acompaña en el viaje de la vida, el ego, que nos dice a cada momento cómo debemos conducir nuestro vehículo vital. No le paremos bolas; conduzcamos nuestra vida según las mejores indicaciones del Espíritu.

Por lo que,  para las decisiones difíciles de estos tiempos hay   muchas advertencias y guías  mediante hechos, pistas, raciocinios, la historia profana y sagrada.  En fin, múltiples demostraciones para decidir qué hacemos de manera seria y comprometida en relación con nuestro destino final. Entonces, si en el pasado se nos advierte cómo será nuestro futuro, podemos tomarlo como algo mágico; pero, si todo efecto tiene una causa, como lo vemos todos los días, entonces las ‘predicciones’  dejan de ser mágicas y se vuelven racionales.

Se ha profetizado que en los últimos tiempos se predicará el evangelio en todo el mundo y hoy tenemos las redes que llegan a todas partes; que habrá una apostasía universal manifestada en la confusión y pérdida de principios y valores cristianos, como resultado del olvido de Dios; que los judíos se convertirán; y aunque ha surgido el judaísmo mesiánico, la vuelta a las ‘raíces hebreas’,  no es toda la realidad, pues  un acto de conversión significa un cambio de vida. Dicen   que vendrá el anticristo que puede significar una persona, un sistema, los actos perversos contra los otros que ofenden al cristianismo y la sociedad en general; que aparecerán Elías y Enoc; que sucederán grandes calamidades públicas y naturales. ¿Por qué no se ‘entiende’ esta profecía? Porque los hechos tienen una explicación lógica; pero el que hayan sido percibidos con siglos de distancia, no tiene explicación ‘racional’ de acuerdo con los parámetros cotidianos. ¿Por qué ocurre esto?

De mi libro de bachillerato que conservo en mi biblioteca, CURSO SUPERIOR DE RELIGIÓN – Dogma, Moral, Culto, Apologética del Pbro. J. Rafael Faria,cito de la Lección 48 Nº 1267) Art. 3º Pág. 579 NATURALEZA DEL ACTO DE FE, lo que sigue:

Dios nos dio el libre albedrío, por lo que el P. Faria nos dice: “Dios no ha querido dar una evidencia absoluta  a las pruebas de la revelación, PARA CONSERVAR EL MÉRITO DE LA FE. Por eso les infundió luz suficiente para ahuyentar toda duda prudente en los ENTENDIMIENTOS BIEN DISPUESTOS; pero no les infundió una evidencia que obligaraa creer a los ENTENDIMIENTOS REBELDES.”

El argumento apologético nos puede parecer ‘rebuscado’ para tomar una decisión importante. Aunque no conozcamos a fondo las personas, si usted juzga desde una situación cotidiana el tener ‘amistad con  alguien cuyo amigo se sacrifica y el beneficiado no agradece, ¿tendría amistad con ese desagradecido? No. Pero la decisión contraria le daría a usted un fundamento para confiar; es decir, para tener confianza en quien agradece. Eso significa ‘conservar el mérito de la fe’; es decir la confianza o desconfianza es la que nos prueba.  ¿Y cuál es el papel de la mujer en todo esto?  La mujer, cuando es buena, puede comprender mejor las flaquezas humanas por ser más intuitiva y sensible; flaquezas que afectan nuestra vida física, anímica y espiritual; por lo tanto, nuestra vida personal y colectiva.

En este escenario esperanzador me ha llamado la atención la contraparte de la mujer terrenal, la Madre Divina, la Santísima Virgen María, quien confió plenamente en una propuesta incomprensible de Dios según la mentalidad humana. Por eso se la considera corredentora cuya misión es llevar a cabo la estrategia para derrotar al enemigo de la humanidad, como se anuncia en Génesis. Sus 360 advocaciones, los santuarios y fiestas son un testimonio de lo que ha hecho a través de la historia en favor de la humanidad y el escenario actual no es ajeno a su santa protección.

Por lo tanto,  la pregunta del millón que debemos hacernos los varones   todos los días es: ¿En qué momento, cómo, por qué y para qué, tomamos DECISIONES SERIAS  para ser personas bien dispuestas para conocer la verdad de la fe o LA REVELACIÓN; o  para ser conscientemente rebeldes? 

Y la pregunta para las madres, hermanas y esposas sería: ¿En dónde está la sabiduría de sus corazones para disuadir al varón de actuar de manera impulsiva, estúpida, ayudándolo a crecer en sensibilidad y respeto? Por eso los talibanes, como agentes del mal, quieren borrar a las mujeres. Entonces las afganas deben ser consideradas no solamente como personas de derechos, sino como agentes del bien humano. Ese es el papel de la mujer salvadora, guerrera, como les gusta llamarla a muchos; digna, diría yo,  en los últimos tiempos.

Publicado en Columnistas Nacionales

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