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Federico Hoyos Salazar                                                                                          

“Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”. Esta frase se le atribuye a Einstein, sin que exista verificación de que la hubiera escrito o pronunciado en alguno de sus discursos, es útil para reflexionar sobre la situación de Venezuela y lo que se ha intentado hasta ahora para buscar el restablecimiento de la democracia.

Después del intento de golpe de Estado a Chávez en 2002, la OEA instaló mesas de diálogo entre gobierno y oposición para estabilizar la situación política. En 2014, una vez consolidada la autocracia, con el cierre de medios de comunicación, expropiación de empresas, persecución a la oposición y disminución de garantías políticas, bajo la dirección de Maduro, después de la muerte de Chávez, la oposición entró en una nueva negociación con el gobierno en el marco de la Conferencia Nacional de Paz. En 2016, hubo otro intento de diálogo con la intermediación de la Santa Sede y UNASUR. En 2017, en medio de protestas por el cansancio con el colapso de la economía que generó una salida masiva de ciudadanos de Venezuela, oposición y régimen se encontraron en República Dominicana, previo a las elecciones presidenciales. En 2018 iniciaron una nueva ronda donde se buscaba la liberación de presos políticos y la posibilidad de nombrar rectores del Consejo Nacional Electoral por parte de la oposición. Algunos meses después, la mesa de diálogo se suspendió ante la imposibilidad de alcanzar acuerdos. En 2019 y posterior a los llamados de diversos líderes mundiales para disminuir las tensiones y restablecer la democracia, la Unión Europea crea un “grupo de contacto” integrado por 8 países europeos y 4 latinoamericanos, para facilitar un nuevo diálogo. El encuentro, que inició en Noruega y continuó meses después en Barbados, fracasó nuevamente para finales del año. Posteriormente, en 2021, se propone una nueva conversación para establecer un cronograma electoral y observación internacional para las siguientes elecciones. Este proceso se suspende debido a la extradición de Alex Saab a Estados Unidos. En 2022, el Grupo Internacional de Contacto, propone retomar las negociaciones en México. Las conversaciones no avanzan debido a la exigencia del régimen en la suspensión de sanciones. En 2023, oposición y régimen se reúnen en Bruselas con el presidente argentino Alberto Fernández, Lula, Gustavo Petro y el presidente francés Macron. Finalmente, en 2024, se firma un acuerdo entre el régimen y partidos minoritarios de oposición, dejando por fuera a los partidos con mayor número de votos y representación política. Una vez más, Noruega auspicia una reunión, esta vez en la sede del parlamento en Caracas, y la conclusión por parte de la oposición es que, en lugar de existir garantías y condiciones políticas, todo empeoró y así, como lo presenció el mundo entero, el dictador se autoproclamó.

Esta extensa historia de intentos fallidos para alcanzar acuerdos democráticos, debe ser un recordatorio para quienes insisten, con ingenuidad o cierta complicidad, en la necesidad de seguir dialogando. Es claro que una dictadura no dejará el poder por la vía negociada, y por lo tanto proponer soluciones alternativas es necesario. Si bien es improbable que Naciones Unidas respalde una intervención armada en Venezuela, transitar a un discurso que se dirija a los militares de ese país es conveniente. Seguir proponiendo diálogos es una locura que dejará los mismos resultados que hasta ahora no han sido más que la consolidación de un régimen dictatorial que en la medida que se siga consolidando, deja de ser solo un problema para los venezolanos y puede serlo para la estabilidad de América Latina, empezando por Colombia.

Recomendación: El libro, Ante todo hacer algo, de los autores: Andrés Acevedo y Juan David Aristizábal.

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