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Federico Hoyos             

El gobierno del primer ministro Boris Johnson del Reino Unido está pasando por uno de sus peores momentos. Además de la creciente inflación, el aumento en los precios de energía y la falta de apoyo de su partido, la razón que tiene a Johnson con los niveles de impopularidad más altos es una pequeña fiesta realizada en los jardines de Downing Street (oficina del primer ministro) durante la cuarentena de 2020. La filtración de un video en donde algunos altos funcionarios del gobierno bromean sobre este encuentro ha resultado en la renuncia de la secretaria de prensa, y tiene al primer ministro al borde de un voto de falta de confianza por parte del Parlamento británico.

En países con alta cultura política, es común ver un estricto control político ante faltas que en apariencia pueden ser menores, como la reunión social llevada a cabo durante la cuarentena en propiedad oficial. Además del Parlamento, los medios de comunicación y los ciudadanos están exigiendo acciones de fondo por esta falla ética del primer ministro, quien asistió durante 25 minutos a dicho encuentro, y de todo su gobierno. Esto debe ser motivo de reflexión sobre nuestra actitud con quienes tienen el poder.

Lo anterior me llevó a pensar sobre la situación política en Medellín. Denuncias por malos manejos, cambio de contratistas que han entorpecido la implementación de programas exitosos como Buen Comienzo o el mantenimiento de los jardines de la ciudad por parte del Jardín Botánico, insultos a la ciudadanía y a los empresarios deben llevar a que el alcalde de Medellín y muchos de sus secretarios respondan ante el Concejo de la ciudad y otros organismos de control.

Hasta ahora, nuestra actitud como ciudadanía ante la política local había resultado ser parcialmente indiferente ante dos años de abusos de todo tipo por parte de la actual administración municipal. Como ciudad fuimos tolerantes ante los desvaríos del alcalde y su equipo, quizás dando una espera a la corrección de sus actuaciones. Sin embargo, ha llegado el momento de corregir y hacer escuchar la voz colectiva de los ciudadanos. La figura de la revocatoria, como mecanismo constitucional, permite que como ciudadanos decidamos si queremos o no que esta administración continúe su mandato.

Medellín está madurando en su cultura política. Esto es una buena noticia, pues marca un hito en cuanto a unos nuevos niveles de exigencia de los ciudadanos en lo que sus gobernantes hacen o dejan de hacer. También es positivo que diferentes sectores de la política y liderazgos diversos dejen a un lado sus diferencias ante el futuro de la ciudad. Adicionalmente, se envía un poderoso mensaje a quienes busquen ocupar un espacio en el Concejo municipal: el control político debe ser real y efectivo. Finalmente, se demuestra que es posible encontrar objetivos o propósitos más altos que cohesionan ahora y que probablemente pueden hacerlo en el futuro. La unión de voluntades de diferentes sectores ante los problemas locales ha llevado a Medellín a ser una ciudad resistente, que se fortalece y florece en las dificultades. Con la coyuntura actual está ocurriendo lo mismo. Hay razones para ser optimistas y hacer sentir nuestra voz y derechos ante quienes han fallado en su responsabilidad de gobernar y de construir un futuro esperanzador 

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 18 de enero de 2022.

Publicado en Columnistas Nacionales

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