Hace pocos días la prestigiosa consultora Kearney sacó el reporte 2024 sobre el índice de confianza de Inversión Extranjera Directa que ellos evalúan para un grupo representativo de naciones del mundo. En él exploran con ejecutivos y líderes de negocios de ingresos superiores a 500 millones de dólares del mundo, la atractividad que tendrían ciertos mercados en los próximos tres años para hacer inversión. La noticia mala es que Colombia perdió varias posiciones y llegó al puesto 21 de 25 naciones emergentes.
Este hecho pone de presente una preocupación adicional respecto del almendrón del problema económico de Colombia que es el muy mal estado de la inversión privada, al punto que la relación inversión respecto del PIB es el peor dato en más de una década. Esto mismo quedó en evidencia en el reporte del FMI que se divulgó recientemente.
Pero enfrentar el problema supone identificar las razones por las que se está presentando. Según el estudio del FMI, 1/3 parte es fruto de altas tasas de interés y ello se irá corrigiendo en la medida que el banco central encuentre espacio en la desaceleración de la inflación anualizada y 2/3 partes responden a una profunda incertidumbre política. Esa incertidumbre tiene como ejemplo los recientes sucesos en salud y la manera como se han abordado las intervenciones a las EPS y en general las declaraciones sobre el tema, que terminan enviando un mal mensaje a los inversionistas privados. Asunto similar pasa con la reforma laboral y pensional, y otros anuncios referidos a vigencias futuras o de los sectores de energía e infraestructura.
La salida a este problema incluye varios caminos: evitar tantas reflexiones filosóficas o divagaciones (como modificar regla fiscal o modificar las funciones del banco central), acabar con tanto fundamentalismo o dogmatismo (como proponer una transición energética irresponsable o implementar una reforma a la salud que va en contravía de la vida y de un sistema de salud sostenible), evitar caer en errores no forzados (como poner en riesgo las vigencias futuras o enviar mensajes de intervención de mercado indebidas en el sector eléctrico o de servicios, o proponer emergencias económicas sin sustento), propiciar un mayor diálogo y consensos con el sector privado (como no se ha logrado en la discusión de la reforma laboral) y, como principio general, entender que sin sector privado difícilmente habrá prosperidad y con ello tranquilidad social.
De postre: Viendo los últimos acontecimientos en el sector de la salud y el nefasto camino a estatizarlo todo en este sector y otros, así como las inquietudes de ataques a los medios de comunicación y otras instituciones, y la implementación por la puerta de atrás de reformas que el Congreso explícitamente no aprobó, o el anuncio de una asamblea constituyente sin ninguna razón para hacerlo, distinta a un interés político o populista; es necesario y legítimo el derecho a marchar este domingo y expresar el rechazo a ese camino de populismo, polarización y mentiras que se quiere instaurar en el país para robarnos nuestra esperanza y la necesidad, por el contrario, de construir proyectos colectivos de nación. ¡Bienvenida entonces la marcha de la ciudadanía para defender nuestra democracia!
* Rector Universidad EIA
https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 19 de abril de 2024.